CORO DE CÁMARA DE LA UC.
A punto de culminar, se encuentra la tradicional Temporada de Música Sacra UC 2012, que en el penúltimo concierto presentó al Coro de Cámara de la Universidad Católica, que dirige Mauricio Cortés, con un programa en base a Motetes y Obras religiosas de los siglosXIX y XX.
Dos aspectos un tanto contradictorios llamaron la atención; primero, que el podio fuera compartido por el subdirector del conjunto, Pablo Carrasco, factor que enriquece los enfoques de interpretación; por otro, extrañó, que el conjunto mostrara varias desafinaciones a lo largo del programa, algo muy raro en ellos, que en ese aspecto, tienen una trayectoria impecable.
Asimismo, a las obras presentadas, les faltó sin duda un mayor contraste, ya que si bien se trató de compositores muy diversos, las partituras, tendieron a mostrar un carácter muy similar.
Al parecer esta característica, influyó en la respuesta bastante fría del público, que en contados casos reaccionó con entusiasmo.
En definitiva, este no fue un buen día, para el excelente conjunto, que tampoco mostró un gran entusiasmo, a lo largo de su presentación.
“Laude alla vergine María” de Giuseppe Verdi, para coro femenino, que abrió la jornada, mostró la belleza de sus voces, pero la versión acusó un tempo tan estricto, que diluyó en buena medida la expresividad, del mismo modo en algunas partes, la afinación de las sopranos, no fue certera.
Pablo Carrasco asumió la segunda y compleja obra, se trata de “Christus factus est” de Anton Bruckner, motete de grandes exigencias en tesitura e interpretación, en el se logró hermosos fraseos, e interesantes juegos dinámicos, que redundaron en expresividad.
La tesitura muy exigente, para sopranos y bajos, jugó en su contra en los agudos y graves extremos, que abundan en la partitura, obteniendo algunos sonidos precarios en las sopranos, y notas casi inaudibles en los graves de los bajos; asimismo los enlaces entre las diversas partes, no fueron bien definidos.
Mario Lobos en órgano, acompañó, uno de los momentos altos de la noche, nos referimos al “Ave María” de Camille Saint-Saëns, cantado por Claudia Trujillo, soprano y Sofía Pollak contralto, quienes mostraron hermosas voces, notable afinación, pero sobre todo expresiva musicalidad, logrando un enorme entusiasmo en el público, que aplaudió sin reservas.
La estructura canónica de “Beati quorum via” de Charles Villiers Stanford, no logró entregarle mayor interés a la obra, en una una versión poco expresiva y formal.
El hermoso “Pater Noster” de Igor Stravinsky, fue cantado como si fuera un motete renacentista, al borde de blanda elegancia, muy alejado del estilo más bien tosco de la música ortodoxa, que sigue en forma muy estricta las inflexiones del texto, enmarcándose siempre en una mística expresividad.
El famoso “Alleluia” de Randall Thompson,
fue otro de los momentos altos del programa, fraseos limpios, claridad en la exposición melódica en las diversas voces; observamos que la progresión dinámico-expresiva de la primera sección, recibió una leve contención, resuelta en gran forma al llegar a la segunda parte, que mostró los mejores atributos del Coro, que dirige Mauricio Cortés.
La parte final se inició con “Deus in adjutorium meum” de Benjamin Britten, en estreno para Chile, aquí el conjunto mostró gran seguridad; la invocación inicial, en antífona de los varones fue notable, luego el desarrollo mostró la belleza vocal de cada una de las cuerdas, en su tránsito por los contrastes dinámicos y de carácter, que la obra posee.
El “Agnus Dei” de Samuel Barber, que se basa en su famoso “Adagio” para cuerdas, logró acertado carácter, claridad en el sinuoso diálogo entre voces, y una lograda progresión dramática, aunque el final perdió tensión expresiva.
Bastante fría y plana fue la versión del “Salmo VI” de Roberto Caamaño, además sus fraseos fueron poco claros.
Lograda solo a medias, fue la versión del “Salve Regina” de Federico Heinlein, que dirigió Pablo Carrasco, en primer lugar, debido a la velocidad, que impidió percibir con claridad, las diversas líneas melódicas, perdiéndo con ello la necesaria expresividad.
Mauricio Cortés, volvio al podio para dirigir “Elijah Rock” un negro spiritual, que finalizó la presentación, este fue de carácter fino y elegante, más que popular, no obstante su ritmo envolvente, y el entusiasmo puesto por el coro, encendió el entusiasmo de los presentes.
Un concierto, con el que queda en deuda, a uno de los conjuntos corales más prestigiosos de nuestro país.
Gilberto Ponce. (CCA)