RESCATE DE LA MÚSICA DE JOSÉ BERNARDO ALZEDO.
En la década de los setenta, Fernando Rosas director en ese entonces del Instituto de Música de la Universidad Católica, estrenó con la Orquesta de Cámara UC y el Coro de Estudiantes y algunos solistas del Departamento de Música, dos obras del Período Colonial americano; se trató de la Misa en Sol de José Campderros del Archivo de la Catedral de Santiago y la Ópera Serenata “Venid, venid Deidades” de Fray Esteban Ponce de León, todo en los albores de la difusión de la música del período del Barroco Americano, cuyo estudio había iniciado un tiempo antes el musicólogo chileno Samuel Claro, junto a otros destacados investigadores.
En la actualidad, son muchos los conjuntos de todas partes del mundo, que abordan este repertorio riquísimo, el ha sido encontrado en muchos de los archivos catedralicios americanos.
En este espíritu, es que Víctor Rondón y José Manuel Izquierdo, se adentraron para redescubrir la obra de uno de los compositores más importantes que trabajaron en la Catedral de Santiago, se trata del peruano José Bernardo Alzedo (1788- 1878), quien además es autor del Himno Nacional del Perú, no obstante vivió gran parte de su larga existencia en Chile, transformándose en figura de primera línea en la vida musical y cultural de la capital.
Como su trabajo también le llevó al ámbito cívico militar, no extraña que muchos fragmentos de lo escuchado evoquen ese tipo de música, como el que tampoco se haya resistido a la fuerza creadora de los grandes de la ópera de ese tiempo, como lo eran Rossini, Bellini y Donizetti,cuyas obras completas o fragmentadas, ya se escuchaban en salones y otros recintos capitalinos.
Como producto de la investigación y con el apoyo del FONDART y el auspicio de la Embajada del Perú, se presentaron en la Catedral de Santiago, el mismo lugar donde se escucharon por primera vez , tres obras de Alzedo, que fueron interpretadas por el Coro de Cámara (Dir. Mauricio Cortés) y la Orquesta UC, junto a la soprano Amalia Montero, los tenores Rodrigo del Pozo y Felipe Ramos, además del bajo Eduardo Jahnke, todos bajo la dirección del maestro Alejandro Reyes.
Las obras bien podrían parecer fragmentos de óperas, por el como están elaboradas las arias y coros, tanto como su orquestación que también nos remite a esa forma musical, pero, con una gran diferencia; muchas de sus partes finalizan abruptamente y generalmente en “dominante”, pudiendo dar la impresión que falta la conclusión, y lo más llamativo es que este final, se produce justo cuando el fragmento pareciera encaminarse hacia un desarrollo mayor; la duda surge, ¿el resto se perdió o su autor las planificó así?, lo cierto es que, al final debemos aceptar esta curiosa manera de enfrentar la estructura.
Las versiones fueron muy cuidadosas, con algún pequeño desajuste, propio de un estreno con obras sin mayores referentes, algo que en absoluto influyó en el estupendo resultado general.
Las dos primeras obras son a tres voces sin contraltos, sin que esto les reste brillo, la primera de ellas “De la casa de David” es un villancico estrófico, con secciones canónicas, donde lo instrumental es la base perfecta del desarrollo coral, obra luminosa y atrayente.
De mayor contundencia es el “Trisagio a la Santísima Trinidad”, en ella surge ya con fuerza su cercanía con la ópera, incluso posee un pequeño Preludio instrumental muy brillante, con una hermosa orquestación.
De ella destacaremos la belleza de las voces del coro en las secciones piano, aunque pensamos, que en momentos, le faltó mayor peso vocal, el mismo que fue muy logrado en losforte.
Amalia Montero cantó su tres arias, con gran prestancia y seguridad en las coloraturas, en la primera destacan las ornamentaciones del clarinete y flauta, la segunda es acompañada de violín solo en hermoso diálogo, que antecede a la entrada del coro que da cierre brillante a la obra.
Antes se habían escuchado un dúo de tenores (Del Pozo y Ramos) cantado en gran forma y una potente aria del bajo (Jahnke) con brillante solo de trompeta, que fue cantado estupendamente.
El coro completo cantó posteriormente el Miserere de José Bernardo Alzedo, obra que muestra avances armónicos importantes, además de continuos cambios rítmicos, que no siempre fueron bien resueltos.
Sus partes son de interés variable, y en sus arias, dúos y tríos, a veces la tesitura es en extremo exigente hacia lo grave, no obstante los solistas salieron más airosos de los desafíos. El segundo dúo de soprano con tenor es uno de los mejores momentos de la obra, y fue espléndidamente resuelto, tanto como una de las arias de tenor, otro punto alto es la gran aria del bajo “Libera me” cantado con gran dramatismo.
Uno de los coros es casi una copia del “Lacrimosa” del Réquiem de Mozart, con algunas variaciones, en contraste el coro final es original y brillante cerrando en gran forma la obra.
Un concierto del mayor interés musical y cultural.
Gilberto Ponce.