ESTUPENDA “TRILOGÍA” DEL BALLET DE SANTIAGO. (ELENCOS 1 y 2)
Sin duda alguna, el Ballet de Santiago, ha logrado posicionarse en un lugar de privilegio, en el contexto del resto de las compañías latinoamericanas, las solidez de sus principales figuras, y la consistencia que muestra permanentemente el cuerpo de baile, hace que sus presentaciones, sean ruidosamente celebradas por el público, en reconocimiento a un trabajo serio, tanto en lo técnico como en lo interpretativo.
Lo planteado, es fruto de acucioso trabajo de los diversos directores que han pasado por ese cargo, trabajo que se ha acrecentado en el transcurso del tiempo, por ello es que no dudamos en manifestar que, esta compañía es un valor que hay que cuidar en todas las instancias; alcanzar este nivel, cuesta muchos años de arduo entrenamiento, perderlo, no cuesta nada.
Final de Paquita; Emmanuel Vásquez y Katherine Rodriguez, junto a la Compañía. foto Patricio Melo
Nuestra opinión se basa en el siguiente hecho, hemos tenido la oportunidad de presenciar algunos de los ballets, con al menos con dos elencos, mostrando ambos, características de excelencia. Sin duda mientras algunos se han consolidado, otros avanzan con paso seguro en esa senda, por lo que los naturales cambios, en cualquier compañía, no serán traumáticos, ello producto de un completo plan de formación, donde la técnica y el trabajo constante juegan un rol preponderante.
El estreno de “Trilogía”, que consultó obras clásicas y contemporáneas, mostró la ductilidad del conjunto en estos diferentes estilos, algo que se percibe con naturalidad, incluso en la diversidad de las dos obras modernas, de lenguajes bastante diferentes entre si.
Paquita, que posee música de Deldevez y Minkus, en arreglos de Albena Dobreva, nos introduce de lleno al ballet clásico, en esta ocasión vimos la la coreografía de Luis Ortigoza, el actual director de la compañía, que se basa en la original de M. Petipa, contando con hermosa escenografía y vestuario de Pablo Núñez y la acertada iluminación de Ricardo Castro.
Es sabido que mucha música escrita para los ballets clásicos, es tan funcional a la danza como débil en su concepción, esta razón nos hace alabar el trabajo de Ortigoza, quien ante la ausencia de una progresión musical, construye una progresión en cuanto a dificultad técnica, y de las variaciones de sus bailarines, creando un continuo siempre atrayente, donde el público siempre aspira a más, razón que hace que tanto solos, dúos o conjuntos, consiguen espontáneos aplausos, tanto por su técnica como por su capacidad interpretativa.
Katherine Rodríguez, en Paquita. foto Patricio Melo
El Gran Pas de Deux, tuvo en el elenco 1 a los consagrados Katherine Rodríguez y Emmanuel Vásquez, quienes han generado una sólida dupla que da garantías por su prestancia, sensibilidad y despliegue técnico, de más está decir sobre el manejo de las variaciones, en sus respectivos solos, que causaron gran admiración, siendo objeto de merecidas ovaciones.
En elenco 2, vimos a una pareja en plena consolidación, Laleska Seidel y Gustavo Echevarría, ella muy grácil y sensitiva, con estupenda técnica y sentido de pareja, tanto como con el resto del cuerpo de baile, él mostrando presencia escénica y sólida técnica, convirtiéndose en un estupendo partenaire, los solos de ambos consiguieron los más entusiastas aplausos del público. Alguna mínima inseguridad, desaparecerá en el futuro, pues ambos muestran gran talento.
Las Variaciones para el cuerpo femenino, fueron espléndidamente desarrolladas por ambos elencos que conquistaron con su prestancia y sentido de cuerpo, en el elenco 1 ellas fueron; Noelia Sánchez, Laleska Seidel, María Lovero y Mariselba Silva, mientras que en el 2 estuvieron; Montserrat López, Deborah Oribe, María Dolores Salazar y Alexia Comisso.
Una visión renovada para la nueva coreografía de Luis Ortigoza, de uno de los grandes clásicos de la danza.
El programa continuó con el bellísimo Réquiem para una Rosa, coreografía de Annabelle López Ochoa, que utiliza como acompañamiento el Adagio de uno de los quintetos de Franz Schubert, con un breve agregado sonoro de Almar Kok, con el vestuario de Tatyana Van Walsun, y la certera iluminación de Ricardo Castro.
Esperanza Latuz, en Réquiem para una Rosa. foto Patricio Melo
Este ballet, que bien podría ser catalogado de “danza pura”, a pesar de tener un correlato, es muy sensorial, y creemos que sus movimientos tan sensibles como expresivos, son una traducción perfecta de la maravillosa música de Schubert a la coreografía, en ella todo fluye, se enlaza y se disuelve con naturalidad.
Ya cuando se estrenó, causó una enorme impresión, algo que se mantiene en su impacto emocional, su belleza visual y en particular, por la perfección con que la Compañía la interpreta; la obra es muy exigente no solo en lo técnico, pues requiere de gran expresividad de los bailarines, en este sentido ambos elencos descollaron, maravillando a los espectadores, que ovacionaron ambas versiones.
De gran interés, resulta analizar a las dos solistas que actuaron en ambos elencos, puesto que si bien ambas bailan lo mismo, cada una le impone una característica muy propia de su personalidad; Esperanza Latuz del elenco 1, se ve sensual, a la vez que etérea, en su perfección técnica, mientras que, la sensualidad de Ethana Escalona, es acompañada de una postura más concreta, y de similar perfección técnica.
Momento a cinco de Réquiem para una Rosa. foto Patricio Melo
Es inútil el ejercicio de realizar una comparación entre los dos elencos, ya que ambos son de una homogeneidad expresiva y técnica de la mejor factura.
El programa finalizó con el esperado estreno de Petite Mort, la coreografía del mundialmente famoso Jirí Kylián, en estreno absoluto para el Ballet de Santiago, conjunto que por su prestigio internacional, consiguió que la obra se remontara en el Municipal de Santiago.
Momento de Petite Mort, se observan los floretes en suelo. foto Patricio Melo
La obra es una gran metáfora, centrada fundamentalmente en el encuentro sexual, previo y posterior al éxtasis, algo que sin duda representa un desafío enorme, pues fácilmente se puede caer en lo vulgar y chabacano, pero en este caso nos encontramos con una obra maestra, de exquisita sensibilidad y buen gusto en sus sugerencias, además de representar desafíos técnicos de magnitud.
Emmanuel Vásquez y Lorena Borja en Petite Mort. foto Patricio Melo
Las seis parejas se ven enfrentadas a mucho trabajo a nivel suelo, como así mismo su contacto les exige preciso manejo de brazos y piernas, por las contorsiones que deben realizar, además los varones deben realizar un hermoso trabajo con floretes de esgrima, en manos y pies.
La música, dos andantes de conciertos de piano y orquesta de W. A. Mozart, ayuda a una leve sensación de ingravidez que atraviesa la obra, en la que el vestuario (Joke Visser) de color neutro, alude a la desnudez, mientras que la iluminación de Joop Caboort, acentuó a partir de la idea del coreógrafo, tanto lo escenográfico como el desarrollo de las diversas escenas, en una de las cuales las bailarinas, desplazan esculturas femeninas, sin cabeza ni brazos.
Momento de Petite Mort, pareja y atrás las mujeres y las esculturas. foto Patricio Melo
Estas breves descripciones, ayudan a comprender la multiplicidad de ideas y metáforas propuestas por Kylián, algunas de las cuales deben ser cerradas por el espectador.
La hermosa perfección de ambos elencos, dificulta una categorización, ello habla del nivel actual de la Compañía, pues en ambos elencos tanto como figuras consagradas, como del cuerpo de baile, rindieron en forma óptima, compenetrados en sólida unidad.
Cristopher Montenegro y Ethana Escalona en Petite Mort. foto Patricio Melo
En ambos elencos, algunas parejas bailaron todas las funciones, por ello mencionaremos solo al total de ellos; Carlos Aracena, Katherine Rodríguez; Mauricio Serendero, Mariselba Silva; Felipe Arango, Laleska Seidel; Gustavo Echevarría, María Lovero; Matías Romero, Noelia Sánchez; Cristopher Montenegro, Ethana Escalona y Emmanuel Vásquez con Lorena Borja.
La reposición del ballet estuvo a cargo de Urtzi Aranburu, quien bailó muchos años en la compañía de Kylián.
Las ovaciones fueron tan interminables como merecidas, completando otra jornada inolvidable del Ballet de Santiago, que dirige Luis Ortigoza.
Gilberto Ponce (CCA)
Yo sólo asistí a la función de estreno,y como siempre aplaudo el certero análisis del crítico,me interpreta totalmente.Sólo puedo decir que La petite Mort me impresionó en forma extraordinaria,me fascinó,sin que por ello el resto del programa me interesara menos.Felicitaciones a los solistas y a todo el cuerpo de baile y demás artistas participantes.El ballet de Santiago está cada día mejor y también felicitó a su director Luis Ortigoza que ha continuado la labor de la recordada Marcia Haydee.