ORFEO DE MONTEVERDI UNA PUESTA EN ESCENA DE MARCELO VIDAL.
Cuando por allá en 1607, Claudio Monteverdi compuso para su patrón el Duque de Mantua, la que llamó Fábula en Música Orfeo, solo pretendía añadir un espectáculo a las celebraciones del matrimonio de un sobrino del Duque, no obstante sin que fuera su propósito, estaba creando la que es considerada la primera ópera de la historia, ocasión en que se usó por primera vez el último instrumento creado hasta el momento, el violín.
El formidable conjunto Les Sacqueboutiers. foto Alejandro Held
El porqué se la considera ópera, entre otras cosas porque sus coros y danzas son atingentes al argumento y no como agregados, además posee una estructura semejante a la que adquiriría la ópera en el futuro. Incluso con obertura, que Monteverdi llama Sinfonía, en verdad una Toccata para bronces y orquesta.
Largo sería enumerar los innumerables valores de la partitura, cuyo texto inspirado en la leyenda griega pertenece a Alessandro Striggio, solo nos remitiremos al análisis de esta puesta en escena nacida en el Teatro Regional de Rancagua, en colaboración con el Teatro Oriente de Santiago y que pertenece a Marcelo Vidal, director de la entidad rancagüina.
Sin duda que el gran valor de esta propuesta, está en el hecho que el Teatro Regional de Rancagua, continúa marcando hitos en la historia cultural chilena, con producciones, que gusten más menos, son siempre novedosas y envueltas en un aura de calidad permanente, por ello es que muchos santiaguinos y de otros lugares llegan al cómodo y hermoso teatro a presenciar sus espectáculos.
La propuesta de Vidal, es contemporánea, y según se dijo en el lanzamiento hace unos meses, simbolizaría el mundo subterráneo de las minas y las usinas que representarían el infierno, donde Orfeo baja a rescatar a Euridice su esposa, algo que no queda para nada claro desde el punto de vista escenográfico, ya que el eje, una estructura metálica central es demasiado estática, a pesar que en ella se realizan juegos de luces -algunos de gran interés-; también existe un elevador por el que bajan o suben algunos personajes, mientras otros se desplazan desde el fondo de la estructura en una especie de silla-carro, y en otra estructura móvil se desplazan elementos; pero creemos que al reiterarse muchos de estos movimientos, terminan perdiendo su efecto.
Incluso estamos convencidos, que la conjunción escenográfica con el vestuario, le restó a la obra el aura de leyenda mitológica, al concretizar su poética.
El vestuario de Anita Saavedra es desconcertante con su inusitada mezcla de estilos, y bastante feo en ocasiones, desperfila al personaje principal Orfeo con una cotidianeidad ramplona, a ella al parecer, le preocuparon más La Música, en un guiño a Cabaret, así como Plutón y Proserpina, algo gore, La Mensajera en tela gris aludiendo metal, o Apolo como rock star, mejor no mencionemos a Euridice, primero en un símil de oficinista y luego cuando en el infierno se la traen a Orfeo, en un deplorable “traje de novia”.
Para el Coro de pastores, fue como si hubiera pedido a sus integrantes, saquen algo usado de su armario y pónganselo, y cómo se explica el exceso de tatuajes?
Tuvimos la fortuna de presenciar una función en Santiago, y otra en Rancagua, y en verdad a pesar de la comodidad del Teatro Oriente, el tamaño del escenario y su acústica no resultan siempre favorables, por ello consideramos la versión rancagüina mucho más lograda, ya que permite desplazamientos más naturales de los personajes y el coro, además la orquesta al estar en el foso, tiene un sonido más envolvente.
Los dos magníficos cuerpos estables de Rancagua, la Orquesta Barroca NuevoMundo y el Coro NuevoMundo dirigido por Paula Torres, participaron junto al famoso Les Sacqueboutiers de Toulouse, en una amalgama perfecta, todos bajo la dirección de Eduardo Egúez, quien logró aspectos memorables en exquisitez musical, su manejo de las tensiones y de los juegos dinámicos, serán largamente recordados.
El Coro Nuevo Mundo, en un refinamiento ejemplar, tanto en fraseo, afinación y dinámica, además cumplieron con destreza sus desplazamientos incluyendo sus juegos de palmas en las danzas de la primera parte.
Patricio Sabaté como Orfeo, entregó una verdadera clase magistral en interpretación, haciendo crecer constantemente su personaje, destacaremos sus pianissimo, particularmente en Rancagua, de indescriptible belleza, particularmente en “Tu se´morta” y “Rosa de ciel”, su manejo dramático fue a ratos conmovedor.
Amalia Montero fue una hermosa y expresiva Música, permitiéndose incluso interactuar con el público en la platea de Rancagua, muy expresiva diferenció cada estrofa de acuerdo a la descripción del texto.
Evelyn Ramírez fue una sólida y expresiva Mensajera, acompañando en el dolor a Orfeo, toda la expresividad la volcó en lo vocal, pues tuvo poca oportunidad de moverse en el escenario.
Luciana Mancini, cantó dos roles, primero La Esperanza, que en uno de sus textos cita a la Divina Comedia del Dante, y luego como Proserpina la esposa de Plutón, en ambos destacó por su bella voz y gran expresividad.
También cantó dos papeles Eleomar Cuello, quien asumió primero como Plutón, personaje donde sus notas graves fueron casi inaudibles, y como Apolo, donde sí pudo desarrollar su hermoso material vocal.
Sergio Gallardo, también sufrió con las notas graves como Caronte el barquero, a quien se personificó como un borracho? y se lo vistió de peor forma, incluido un bate de béisbol en su mano. Euridice de Evelyn Vergara, no destacó mayormente en un rol, que no es de gran exigencia.
La Ninfa de Madelene Vásquez muy bien en su breve papel.
Dispar fue el desempeño de los Pastores, nos referimos a los estudiantes de canto, Víctor Muñoz Pastor 1, quien está muy en pañales como contratenor, aunque en Rancagua se le vio mejor; en contrario el tenor Martín Aurra Pastor 2, logró una gran desempeño, vocalmente expresivo, ajustado en las figuras rítmicas y muy afiatado en sus dúos con el barítono Franco Oportus Pastor 3, quien se superó ampliamente en Rancagua, haciéndolo con seguridad y musical.
Este Orfeo, fue una arriesgada apuesta, que resultó con grandes aciertos, sobre todo en lo musical, y plantea muchas interrogantes en lo visual.
Gilberto Ponce. (CCA)