LA SINFÓNICA VUELVE POR SUS FUEROS.
El segundo programa de la Orquesta Sinfónica de Chile, dirigido por Leonid Grin, fue una muestra del verdadero potencial que posee el conjunto, pues buena parte de los ripios que se vieron en el primer concierto, fueron ampliamente superados.
El programa se abrió con una obra del compositor estonio Arvo Pärt, que lleva el curioso nombre de: Si Bach hubiese sido apicultor, donde solo al final del segundo movimiento, se escucha una alusión a uno de los preludios del Clavecín bien temperado, del genio de Leipzig.
En el resto, expone ampliamente su relación con el minimalismo – del que es uno de sus impulsores-, en pequeñas células melódicas y rítmicas, que se repiten llegando casi al ostinato, sumando o restando instrumentos, con juegos dinámicos, los que por reiteración, no logran mantener un interés constante.
Algo muy diferente ocurre, con la segunda parte, donde, en un vuelta al mundo clásico realiza una estupenda solución para las atmósferas que va creando, a través de las maderas, apoyadas por la sutileza de las cuerdas.
La versión la consideramos muy lograda, no solo por la dirección de Grin, pues también lo fue, por el evidente interés que los músicos mostraron por la partitura.
Luego el famoso violinista Sasha Rozhdestvensky, abordó el Concierto Nº 1, para violín y orquesta en La menor, Op. 77 de Dmitri Shostakovich, donde el solista dio sólidas muestras de un hermoso y musical sonido, algo que mantuvo a lo largo de todo el concierto.
Ya desde el oscuro inicio del Nocturno, primera parte de la obra, pensamos que la atmósfera creada pudo ser más potente, si los fraseos de la orquesta –en pianissimo-, hubiesen sido más nítidos, pues el diálogo con el solista habría ganado en expresividad, pudiendo lucir mejor su manejo técnico; recordemos el logro mayor al tocar en armónicos.
En el Scherzo que sigue, fue notable el dialogo irónico entre el violín del solista y varios solistas instrumentales, siempre muy coherentes en carácter, algo similar ocurrió con el que le corresponde realizar con los violines, que fue sin duda, uno de los momentos notables.
En la Passacaglia, además del lírico despliegue técnico de Rozhdestvensky, debemos destacar el musical sonido de las maderas, tanto como la cadenza del solista, que fue brillante en sus contrastes. Algunas imperfecciones sonoras de los cornos al inicio, no empañaron en nada el éxito de este movimiento.
La ironía del Burlesque, en su rapidez, fue muy bien solucionado por Grin y sus músicos, con solo pequeños atrasos al comienzo, pero su desarrollo, incluida su poderosa y perfecta progresión, lo condujeron al brillante final.
Si bien reconocemos, la experticia del ilustre solista, nos habría gustado, que su interpretación, no fuera tan contenida en expresividad, lo único, a nuestro juicio, que podríamos objetar de él, pues en lo demás, sin duda es maestro.
La polka, que ofreció como encore, fue de gran virtuosismo y gracia.
Finalizaron con una estupenda versión de la Sinfonía Nº 7 en La mayor, Op. 92 de Ludwig van Beethoven, obra que debido a sus frecuentes interpretaciones, recibe en ocasiones, versiones superficiales o ramplonas; nada más alejado de lo ocurrido en esta oportunidad, donde además del excelente sonido logrado por la orquesta, Grin y sus músicos se adentraron poderosamente en su estilo y carácter.
Ya desde la introducción del primer movimiento, se percibió lo afiatado del conjunto, además de la coherencia de fraseos, articulaciones y contrastes dinámicos.
El sensible segundo movimiento, mostró como se pueden lograr contrastes musicales, en la dinámica piano- pianissimo, pero por sobre todo, con una hermosa y serena expresividad, donde siempre predominó el mejor balance.
Con gran carecer se mostró el tercero, pues además tuvo precisos fraseos y articulaciones, que le otorgaron la vitalidad necesaria, aquí el trío, fue de bello y expresivo sonido, mientras que los violines tuvieron un desempeño simplemente brillante.
Todo lo anterior, anticipaba el cuarto y final, que requiere de gran virtuosismo instrumental, en particular por la velocidad que posee, en esta parte la sinfónica, demostró, que cuando decide hacer las cosas bien, se convierte en un conjunto de gran categoría.
Gilberto Ponce. (CCA)
Fue genial este concierto. Y realmente, la sinfónica está mejor que nunca!
Un saludo Gilberto.