MASSIMILIANO CALDI Y FABIÁN CÁCERES SINFÓNICOS.

ESTUPENDO CONCIERTO SINFÓNICO CON JOVEN DEBUT EN VIOLÍN.

Rotundo fue el éxito logrado por el director italiano Massimiliano Caldi, en su retorno al podio de la Sinfónica, en su Temporada 2012, consiguiendo que la orquesta retomara, la senda del bello sonido a que nos tiene acostumbrados.

Massimiliano Caldi. foto visitkujawsko

La primera obra del programa el Preludio de la ópera Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, fue el presagio de las virtudes que vendrían en el resto del programa.

Pietro Mascagni. foto todopera

El sonido transparente, acentuó el carácter impreso por Caldi, y junto a la expresiva progresión dramática y los necesarios contrastes dinámicos, consiguieron la más entusiasta respuesta del público, ante la excelencia de la versión.

Fabián Cáceres niño. foto bluecompany

Luego un joven de solo 16 años, Fabián Cáceres, alumno de uno de los maestros de la sinfónica, debutó con el hermoso y complejo Concierto Nº 1 para violín y orquesta en Sol menor, Op. 26 de Max Bruch.

Lo primero que llama la atención en él, es su joven aplomo, a ello agrega seguridad, hermoso sonido, buen enfoque estilístico y una notable afinación, tal vez, aunque que para ello necesita de auxilio externo, debiera subir el volumen en los sonidos piano, pues al tener una orquesta acompañándolo, estos en alguna ocasión perdieron perfil; en la vereda opuesta, cuenta con sólidos y musicales forte.

Señalaremos además su expresiva musicalidad y facilidad para las ambigüedades de pulso, manejando con destreza los contrastes dinámicos y sus diálogos con toda la orquesta o con sus familias.

Para que las características arriba mencionadas, se puedan cumplir a cabalidad, el solista necesita de un director que comprenda sus intenciones musicales, de carácter, pulso y tempo, en este caso, creemos que la dirección de Caldi, no pudo ser mejor, fue un verdadero “cómplice” de Fabián, siguiendo sus inflexiones, cambios dinámicos y los pequeños acelerando y retardando, manteniendo el balance de sus músicos, solo, y tal vez por la percepción sonora del solista, en las partes piano, hubo momentos en que la orquesta sobrepasó el sonido del violín.

Fabián Cáceres en la actualidad. foto emoderna

En el segundo movimiento, se logró una bella fusión entre solista y orquesta, aquí Cáceres “canta” con su instrumento, en un expresivo romanticismo juvenil.

El tercero lo interpretó resueltamente, con articulaciones y arcos de gran precisión, aunque a veces fue desbordado por el entusiasmo, llegando  a tornarse un poco duro, aunque reconocemos que predominó su musicalidad.

La orquesta siempre alerta y con espléndido sonido, fue factor fundamental en el clamoroso éxito obtenido por el debutante Fabián Cáceres, quien ante las ovaciones, miraba maravillado al público, como creyendo estar soñando, también en un gesto de calidad, Caldi le recordó, que su profesor estaba en la fila de los violines, por lo que fundiéndose en un emotivo abrazo, agradeció sus enseñanzas.

Max Bruch. foto bouldersymphony

El trozo de Bach, que ofreció como encore, ratificó las impresiones dejadas en el concierto de Bruch.

Una estupenda versión de la Sinfonía Nº 2 en Re mayor, Op. 36 de Ludwig van Beethoven, cerró el concierto.

Ludwig van Beethoven. foto creerycultura

El concepto que Caldi tiene de la obra, es más bien energético, con atisbos de romanticismo, pero con gran claridad en las líneas melódicas y estricto apego a los juegos de contraste, tan propios de Beethoven.

Con un inteligente uso de fraseos y diálogos entre familias, logra mantener la tensión musical; toda la calidad sonora y musical de cuerdas y maderas se manifestó en el Larghetto, en un enfoque más bien pasional y muy expresivo.

El Scherzo que sigue, fue transparente con claridad en las figuras y precisión en los contrastes, en el trío, destacaron por su musicalidad, maderas y cornos.

Brillante en su rapidez fue Allegro final, de gran virtuosismo en las figuras, y exultante carácter, y creemos, hasta con una dosis de humor.

Una gran jornada, con el liderazgo de un gran director Massimiliano Caldi, que el público no se cansó de aplaudir, llamando la atención la abrupta salida de la orquesta en medio de los aplausos.

Gilberto Ponce. (CCA)

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