MANUEL JIMÉNEZ.

EL SILENCIO DEL ARPA DE MANUEL JIMÉNEZ.

Una de las conmociones musicales más grandes de los últimos tiempos, fue ocasionada por la noticia del lamentable e inesperado fallecimiento de Manuel Jiménez, el solista en arpa de la Orquesta Sinfónica de Chile.

Esta aumentó al saberse, que el músico se desplomó en el escenario, luego de haber participado como solista, en un concierto de Georg Friedrich Haendel y en el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, junto a la Camerata de la Universidad de los Andes, que dirige Eduardo Browne.

Alguien, en el homenaje que la Sinfónica y el Coro de la Universidad de Chile, le rindieron en el Teatro del Ceac, dijo “murió en su ley, la ley de la música”, y fue a ese lugar donde llegaron los conjuntos universitarios y el mundo de la música, para homenajear al artista, debido a que allí se llevó a efecto su velatorio.

Con estudios en Chile y en extranjero, Manuel fue desde muy joven uno de los miembros más distinguidos del conjunto universitario, y su figura avalada por un profesionalismo de la mejor estirpe, le llevó a ser ampliamente reconocido, tanto por su pares, como por el público, que valoró su enorme musicalidad, tanto en sus trabajos como solista, como en su participación como un integrante más de la orquesta. En esa oportunidad el concertino Alberto Dourthé, destacó su gran calidad humana, que le hizo ser querido por todos sus compañeros, afabilidad que nos correspondió compartir, en las que nunca escuchamos que se refiriera mal de alguna persona, bien sabemos, que esa no es precisamente una de las cualidades del mundo musical.

En sus múltiples participaciones en música de cámara y sinfónica, tanto en nuestro país como en el extranjero, aportó sus conocimientos, experiencia e intuición, para obtener los mejores logros, razón que le significó el mayor reconocimiento de todos los directores, con quienes participó.

El homenaje musical, de la Orquesta Sinfónica de Chile, su orquesta, y el del Coro de la Universidad de Chile (Sinfónico y Camerata Vocal), se realizó en medio de gran recogimiento, comenzando con las sentidas palabras de Alberto Dourthé, quien solicitó un minuto de silencio, luego vino la parte musical, bajo la dirección del joven y musical Felipe Hidalgo, repertorio que transitó entre otras obras, con una sensible versión del Andante para cuerdas de Alfonso Leng, un emotivo segundo movimiento de la Sinfonía Nº 7 de Ludwig van Beethoven, un movimiento de un concierto para arpa y orquesta, con Manuel Jiménez, en el instrumento en una grabación, sobre la que acompañó la orquesta, en un desafío muy bien resuelto, luego con el Coro de la Universidad de Chile en el Lacrymosa del Réquiem de Mozart, que llenó de emoción a los presentes.

Creemos que se trató del más digno y justo homenaje a uno de los músicos, que con su trayectoria musical y forma de vida, se ganó un respeto que traspasó todos los niveles, el insigne intérprete en Arpa, Manuel Jiménez.

Gilberto Ponce. (CCA)