MÁGICO FIREBIRD EN EL CA 660.
En lo que podemos considerar una alianza virtuosa, el CA 660 (Centro de las Artes 660) estableció un convenio con el Teatro del Lago (Frutillar) con el fin de presentar en Santiago, los espectáculos que vendrán al estupendo escenario del sur del país.
Y fue en ese marco, que tuvimos la oportunidad de asistir a Firebird , el ballet con música de Igor Stravinsky, que se presentó junto a tres obras sinfónicas, que simbolizaban, agua, viento, tierra y fuego, en las que participaron la Orquesta Academia Internacional Teatro del Lago, junto a la Little Orchestra Society, organismo de importante presencia en USA, por sus innovadoras propuestas, destinadas al acercamiento de nuevas audiencias, para la música docta, realizadas a través, de juegos de iluminación, que acentúan algunas características de las obras sinfónicas que presentan, agregando además, la participación de títeres, para ciertas obras, como lo fue, con la obra de Stravinsky.
El resultado, que bien puede sorprender al comienzo, por lo poco habituados que estamos, a conciertos con juegos de iluminación, termina por conquistar plenamente, en razón al buen gusto de la propuesta, la que sin recargar nada, se hace siempre novedosa, en ello el responsable mayor es; Clifton Taylor, quien además ilumina Firebird.
La Orquesta Academia Internacional Teatro del Lago, está formada por jóvenes menores de 35 años, provenientes de diversas partes del mundo, que fueron seleccionados mediante concurso internacional, llegando a trabajar a Frutillar, durante diez días, bajo la dirección del solvente director suizo–norteamericano Mischa Santora, obteniendo resultados de sorprendente calidad sonora y afinación.
La presentación se inició con la Sinfonía Nº 2 del armenio, naturalizado estadounidense Alan Hovhaness, obra que se conoce también como La Montaña misteriosa, que se aviene muy bien a los propósitos descriptivos de la propuesta; a lo largo de ella, fue posible apreciar, el notable afiatamiento de la orquesta, su hermosa forma de frasear y el estupendo manejo dinámico, donde sus perfectos balances, contribuyen a la excelencia de la versión.
Algo similar mostraron, con una estupenda versión del poema sinfónico de Bedrich Smetana El Moldava, en el que consiguieron poderosas imágenes a través de logrados contrastes dinámicos y de carácter.
El bello sonido orquestal, se reafirmó con la versión de Grand Canyon Suite, ahora del estadounidense Ferdie Grofé, donde mostraron desde la sutileza hasta toda la potencia del bello sonido de los bronces.
Si bien a lo largo de toda la presentación, destacaron muchos solos instrumentales, llamó particularmente la atención, el poderoso a la vez que sensible sonido del chelo solista, de quien supimos después, que se trató del chileno Pablo Silva.
Para finalizar, la Little Orchestra Society, puso en escena Firebird el ballet de Igor Stravinsky, en su versión para títeres, que se plantea siguiendo los patrones del Bunraku, el formidable teatro clásico japonés para títeres, pero en esta oportunidad, los titiriteros (10) no tenían sus rostros cubiertos, y en lo que es una verdadera coreografía, debido a que entre varios dieron vida a lo muñecos; al príncipe, joven y adulto, a su tigre mascota, cachorro y adulto, a la princesa, al brujo y al pájaro de fuego, creación de enorme poesía, en sus etéreos movimientos.
La perfección de sus movimientos, hizo que a poco andar la propuesta, el público olvidara su presencia, concentrándose solo en los personajes, que seguían la historia según lo dictaba la música de la orquesta.
La puesta en escena, pertenece a Chris M. Green en su diseño y dirección, quien además creó los títeres, en conjunto con Eric Novac; su complemento estuvo con el vestuario de Nicola Gardiner, y como ya planteamos, con la sugerente y precisa iluminación de Clifton Taylor.
El emocionante y conmovedor final, hizo que el público ovacionara este Firebird, que abre el camino de colaboración entre el CA 660 y el Teatro del Lago de Frutillar.
Gilberto Ponce. (CCA)