OLA RUDNER DIRIGE LA SINFÓNICA NACIONAL DE CHILE.
Desde hace algún tiempo que no escuchábamos a la ahora llamada Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, por ello es que nos reconforta escucharla en un muy buen nivel en sonido y afinación, no sabemos si esto se debe al trabajo de los últimos directores, o específicamente al realizado por Ola Rudner el director sueco que dirigirá tres conciertos, pero lo realmente importante es que el conjunto muestra acercarse a los niveles a que nos tenía acostumbrados.
Rudner abordó tres obras para gran orquesta, en las que desarrolló un pulcro trabajo, incluido el de la obra del chileno (aunque en el programa de mano aparece como francés) Edgardo Cantón, obra que abrió el concierto cuyo nombre es “Ul Kantum, o Retratos de Arauco” en la que al igual que otros compositores nacionales, aborda en tema del folclor mapuche en arreglos sinfónicos con un cierto carácter de Fantasía.
Con un lenguaje que pretende aludir a los esquemas de la música mapuche, a ratos es atmosférica mientras que en otros se enfoca en los timbres, usando además las fórmulas reiterativas melódico-rítmicas que caracterizan la música de este pueblo originario; pero al final, nos parece más bien una Fantasía sobre aires mapuche, que hasta podría constituirse en la banda sonora del un film, pero consideramos que estos Retratos de Arauco tienen un interés variable, aunque debemos destacar que los músicos sinfónicos tocaron con rigurosidad la obra, que tuvo una recepción más bien discreta del público.
Gerardo Salazar fue el gran triunfador en la obra que continuó con el programa, se trató del Concierto para Timbal y Orquesta del saxofonista y compositor estadounidense Russel Peterson, autor que no tiene problema alguno en citar casi textualmente a otros compositores en cada uno de los tres movimientos que posee.
Asimismo pensamos que Peterson no extrajo todas las posibilidades técnicas de los timbales, remitiéndose solo a juegos rítmicos a cargo del solista, aspecto en el que Salazar se irguió por sobre las debilidades de la partitura.
Salazar acometió cada movimiento impregnándolo de un carácter particular, especialmente el segundo, a nuestro juicio el más hermoso de los tres, que en su ambiente oriental, no oculta un fuerte influjo de Ravel. Los diálogos entre la numerosa orquesta y el solista fueron cuidadosamente manejados por Rudner, quien logró darle un interés mayor a la partitura, en particular para destacar al solista que simplemente maravilló con su precisión y técnica; el público ovacionó tanto a Gerardo Salazar como a la orquesta.
La segunda parte consultó las Suites 1 y 2 del ballet de Manuel de Falla, El sombrero de tres picos, en ella Rudner realizó un trabajo de calidad en cuanto al sonido de sus instrumentistas, pero solo calificamos de bastante correcta la versión, pues salvo en una de las danzas más famosas, el resultado general careció de carácter hispano, donde los rubato, a manera de ejemplo casi no existieron, sin duda el espíritu de Ola Rudner el estupendo director se aviene mejor con otro repertorio, no tan extrovertido como este.
Pero si hemos hablado del buen sonido orquestal, tenemos que destacar el desempeño de algunos ilustres solistas, que brillaron en sus intervenciones, tales como el corno, corno inglés y flautín entre otros, que con su destacada participación agregaron valor a una versión que fue entusiastamente aplaudida por el público que llegó hasta el Baquedano.
Gilberto Ponce. (CCA)