ESTRENO DE LAKMÉ EN TEMPORADA DE ÓPERA DEL MUNICIPAL.
El estreno de la ópera de Léo Delibes, en la presente Temporada Lírica, viene a reparar una ausencia de más de un siglo, pues solo se presentó por única vez en nuestro país, en 1904.
Las razones podrían estar, en la dificultad de encontrar una soprano que pueda superar los enormes desafíos que contiene su parte, tanto como los del tenor, que debe cantar, casi permanentemente en tesitura muy aguda.
Esta puesta en escena, se debe a Jean-Louis Pichon, quien ha obtenido resonantes éxitos en el escenario capitalino, no obstante, creemos que en esta oportunidad, estos fueron relativos.
Existe consenso, entre los filósofos del arte y de la estética, que armonía y contraste, son una de las fuentes de la belleza, y es en este punto donde creemos que Pichon, equivoca su enfoque, debido a que en toda la ópera, predomina hasta el cansancio el color en torno al azul o gris, este se encuentra en la escenografía y el vestuario (gris para los ingleses) de Jérôme Bourdin y la iluminación de Michel Theuil, cuyas pequeñas variaciones de luz, no generan contrastes.
Además pensamos que la escenografía, consistente en una especie de túnel con arcos concéntricos, que recuerda la serie de TV, el Túnel del Tiempo, impide en general desplazamientos más naturales, pues todos deben subir o bajar las escaleras del túnel, y necesariamente entrar por los arcos, lo que convierte todos los movimientos en predecibles.
Existe solo un desplazamiento del arco circular, del fondo, donde aparece Lakmé al inicio, mientras que el bosque, se representa conceptualmente, con una serie de varas, que en diversas direcciones desaparecen en lo alto, sin duda que de la India hubo poco, en esta escenografía.
La règie, es bastante estática, pareciendo los movimientos como meros estereotipos, tal vez contribuye a ello, la calidad actoral de algunos de los cantantes, incluso la escena del mercado, que es la única que tiene más luz, es casi solemne, el único cambio a colores pastel, es una de las ceremonias religiosas.
Surge una pregunta, ¿porqué las mujeres inglesas, asumen conductas cercanas a lo bufo, en un quiebre incoherente con el resto de los personajes?, tal vez sea una sátira, que en el contexto, resultó fuera de lugar.
¿Dónde quedó la luz que inunda el paisaje de la India, dónde sus colores, y afición a las flores?, incluso en el programa de mano, se insinúa algo de eso, que no se concreta en la versión, pues según plantea Pichon, su deseo es permanecer a “una distancia afectuosa” de los elementos de la India, aspecto, que creemos desvirtúa su esencia visual.
La orquesta dirigida por Maximiano Valdés, tocó solo correcto, con más de algún sonido sucio, y con golpes poco musicales, en los unísonos con la percusión, y pensamos que el carácter, solo se logró en algunas escenas, como en el aria de Lakmé, de sobrehumanos agudos.
Julia Novikova, la soprano rusa fue una excelente Lakmé, fue capaz de comunicar toda la fragilidad de su personaje, mientras que en el canto, asume sin dificultad alguna la extensa tesitura, con manejo exquisito de los contrastes dinámicos, sus pianissimo, son a ratos conmovedores, sus forte, nobles; su coloratura es impecable, su emblemática aria, fue asombrosa, estos factores entre otros, la hicieron acreedora de una enorme y merecida ovación.
El tenor canadiense Antonio Figueroa, fue su enamorado Gérald, su voz es hermosa y se presta para el personaje, pero es demasiado pequeña, en el ámbito de la actuación, solo hacia el final, mostró convencimiento como actor.
Nerea Berraondo, la mezzosoprano española, fue Mallika, cantando con bella voz y una actuación convincente, su dúo de las flores, fue uno de sus grandes momentos.
Aimery Lefèvre el barítono francés fue Fréderic, posee un línea de canto y timbre interesantes, pero su actuación es muy elemental.
El barítono brasilero Leonardo Neiva, de reconocidas actuaciones en el Municipal, fue un estupendo Nilakantha, el sacerdote padre de Lakmé, una vez más confirmó su talento, tanto en lo vocal, como en lo actoral.
Rony Ancavil, nuevamente convence tanto en lo vocal, y como actor, al asumir como el criado Hadji.
La señora Bentson, Ellen y Rose, fueron Claudia Godoy, Madelene Vásquez y Daniela Ezquerra, todas vestidas innecesariamente semejantes, cantaron con prestancia, y actuaron en afán de comedia, de acuerdo a la dirección de escena.
La coreografía de Edymar Acevedo, la consideramos menos lograda, que en otras ocasiones.
El Coro del Teatro Municipal, cantó como es su costumbre, con muy hermosas voces, tanto en el escenario, como fuera de el.
Una puesta en escena, que al final gusta, por sus bellas melodías, y sin duda por calidad de muchos de sus intérpretes.
Gilberto Ponce. (CCA)
Salvatore Pellizzari
23:58 (hace 23 horas)
para mí
Notable e interesante critica sobre Lakme
Me gustó mucho la evaluación sobre la escenografía
no puede ser un decorado de tamaña simpleza y
nulo aprovechamiento escenico.Ni para set de TV…
El resto, muy de acuerdo en la calidad de los
artistas…salu2
Salvatore Pelizzari
Esperando con ansias, la critica del gran Elenco Estelar, casi nacional… de la opera Lakme.
Estimado Felipe, ya puedes leer la crítica de Lakmé Estelar.
Saludos.