SIGNIFICATIVO HOMENAJE A BRITTEN EN EL GAM.
En el marco de VI Temporada de Conciertos de la Universidad Alberto Hurtado, caracterizadas por algunas notables jornadas, presenciamos en esta oportunidad, lo que consideramos uno de sus espectáculos de mayor jerarquía, por el alto nivel logrado.
No estamos refiriendo al estreno en Chile de la ópera de Benjamin Britten, La violación de Lucrecia, que se suma al estreno de Billy Budd, en el Teatro Municipal, ambas presentadas con motivo del centenario del nacimiento del autor.
Esta ópera de cámara, en que se ven reflejados muchos de los valores musicales del compositor, fue escrita para un reducido conjunto de seis solistas y trece instrumentistas, y a la manera del teatro clásico griego, y en el de las pasiones barrocas, considera un coro, femenino y masculino, que comenta la acción, o bien a veces la anticipa, la gran diferencia radica en que su participación se enlaza dramáticamente con la de los solistas.
El texto, es una interesante mezcla entre los aspectos clásicos, con algunos de los dogmas cristianos, en una alusión a la universalidad del tema, que traspasa las diversas épocas.
Otro aspecto a considerar, es la estrecha relación existente entre el conjunto instrumental y los cantantes, porque en algunos momentos sus melodías complementan el canto o la acción.
Para el buen éxito de esta interacción, es imprescindible contar con un director que conozca en profundidad la partitura, y este fue el caso de la notable conductora Paula Torres, quien fue factor fundamental para el éxito conseguido.
Su gesto preciso, musical, intencionando los aspectos dramáticos, manejando estupendamente tanto contrastes dinámicos, balance instrumental, así como la progresión músico-dramática, fue de gran perfección, y como si lo anterior fuera poco acompañó los recitativos desde el teclado.
Siempre hemos alabado la seriedad con que Paula Torres asume sus compromisos musicales, y sin temor a equivocarnos, creemos que este ha sido una de sus mejores presentaciones.
En una puesta en escena, de marcado clasicismo, de muy limpia escenografía (Pedro Torres Momberg), una iluminación de discretos relieves, pero eficaz, con un vestuario bastante acertado en la mayoría de los personajes, y en particular en el de los coros, se desarrolló la règie de Miguel Ángel Jiménez, quien al parecer realizó una aproximación al teatro clásico greco-latino, privilegiando la austeridad de movimientos; no obstante no fue muy exitoso, en el caso de algunos cantantes, en particular con el barítono Arturo Jiménez, que sin duda fue el más débil en este aspecto, aunque en lo vocal fue muy correcto.
En los coros, se alternaron seis cantantes, con resultados de gran valor musical, algunos de ellos con excepcional dicción.
Collatino, esposo de Lucrecia lo cantó Arturo Jiménez, comentado en un párrafo anterior; Junio lo abordó en forma espléndida en voz y actuación Javier Hiram Weibel, quien es uno de los cantantes-actores más prometedores de nuestro medio.
El libidinoso Sexto Tarquino, fue enfocado muy bien por Pablo Oyanedel, con una muy buena actuación, además de hacerlo casi a la perfección en lo vocal, pues sus agudos a veces no fueron cómodos.
Claudia Lepe fue Lucrecia, vocalmente excelente, pero debe trabajar aspectos de actuación, se escena previa a la violación, que comparte con Sexto Tarquino, fue muy convincente.
Elena Pérez delineó bien a la Nodriza Bianca, encorvada y con el cansancio de los años, la Doncella Lucía, fue espléndidamente actuada y cantada por Andrea Aguilar, quien enfrentó sus grandes agudos con maestría.
Una producción que fue largamente aplaudida, y que se debe al serio trabajo del Departamento de Música de la Universidad Alberto Hurtado.
Gilberto Ponce. (CCA)
[…] 09/10/2013: “La Violación de Lucrecia. Significativo homenaje a Britten en el GAM”https://www.visionescriticas.cl/?p=5454 […]