DEBUT EN CHILE DE MASSIMILIANO CALDI.
En el noveno programa de la Temporada 2011 de la Orquesta Sinfónica de Chile, debutó el director italiano Massimiliano Caldi, abordando un programa que consultó; una obra chilena contemporánea, otra para clarinete y orquesta, para finalizar con el estreno de una obra sinfónico coral.
El ecléctico programa sirvió para aquilatar las bondades de la batuta, con aquellas obras que le resultan más afines.
Primero se escuchó “Desfases” del joven compositor chileno Juan Pablo Vergara, obra que fundamentalmente juega con timbres, al mezclar notas ligadas de las diferentes familias, con fragmentos de notas cortas o pizzicato, a manera de contraste rítmico.
Caldi, realizó un interesante trabajo en el enfoque de los contrastes dinámicos, resaltando aquellos elementos, que crean atmósferas tensas como foco de atención; la obra, que no es mayormente exigente en el aspecto técnico para los músicos, recibió una muy buena interpretación de parte de Caldi, un profesional trabajo de la orquesta y una amable respuesta del público.
Luego vino un gran triunfo para el solista en clarinete Alejandro Ortíz, quien ganó el concurso interno de la orquesta, para interpretar en esta Temporada la “Introducción, tema y variaciones, para clarinete y orquesta” obra juvenil de Gioacchino Rossini.
Ortíz se mostró como un extraordinario y solvente solista, en una obra que tiene tremendas dificultades técnicas, para su exitoso cometido contó con la experta batuta de Caldi, que sin duda, se mueve con soltura en este tipo de repertorio.
La orquesta, en este caso de cámara, tocó estupendamente guiada por Caldi, la atrayente obra que a ratos se asemeja a un aria de ópera.
Ortíz interpretó con maestría, musicalidad y bello sonido, mostrando gran manejo de los contrastes dinámicos y expresivos, mientras salvaba los grandes escollos técnicos con gran facilidad; su fraseo y articulaciones son ejemplares, mostrando una seguridad asombrosa para las ornamentaciones.
Los diálogos clarinete-orquesta, fueron complementarios y musicales, con un cuidadoso balance sonoro, producto de la batuta.
La endemoniadamente difícil variación final, arrancó las más ruidosas y merecidas ovaciones, de un público que se maravilló con la versión.
En la segunda parte se escuchó el hermoso “Himno fúnebre para la Princesa Carolina” de Georg Friedrich Haendel, participando la excelente y profesional “Camerata Vocal de la Universidad de Chile” que dirige Juan Pablo Villarroel.
Creemos que Massimiliano Caldi, no es el director más adecuado para este repertorio, su barroco es bastante plano, sin contrastes ni matices en la orquesta, tocando casi todo “legatto”, con tempos demasiado blandos, lo que le resta efecto a una obra de gran belleza, que además muestra materiales melódicos de otras obras de, mismo Haendel.
La Obertura de la obra, fue bastante formal, posteriormente en las primeras partes, se obtuvieron los mayores logros.
El primer coro y la conmovedora entrada de las contraltos, a las que se agregan luego el
resto de las voces, fue extraordinariamente expresivo, acrecentando la belleza del fragmento; aquí ya fue evidente, una de las características de la Camerata, la enorme calidad y belleza de sus pianísimo.
En la fuga posterior, todas las voces fueron muy timbradas, a pesar que en las sopranos faltaba una voz, lo único que podríamos objetar, es el excesivo vibrato de sopranos en algunas secciones, aunque nunca les faltó musicalidad.
La orquesta, tocó elegantemente, con algunos ataques demasiado blandos, sin contrastes en fraseos, lo que se transmitió al coro, quedando la sensación, que su pudo hacer mucho más, en cuanto a fuerza expresiva.
La Camerata Vocal estupendamente preparada, siguió atentamente las indicaciones de Caldi, por lo que, si la versión no resultó plenamente lograda, se debe al trabajo de la batuta.
Gilberto Ponce. (CCA)