PRUDENCIO DIRIGE SEGUNDO PROGRAMA FILARMÓNICO.
De tanto interés como variado, fue el segundo Concierto de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que dirigió el talentoso Pedro Pablo Prudencio.
Realizar un programa de estas características, requiere de un empoderamiento total de las partituras, y Prudencio lo demostró con largueza.
Saint-Saëns, Scriabin, Haydn y Stravinsky, en ese orden, con estilos y lenguajes tan diferentes, los que exigen tanto del director como de la orquesta, un acucioso estudio para que las obras puedan brillar en sus propios valores, haciendo que el público entre en el juego propuesto por esa diversidad.
Este fue sin duda uno de los mayores logros, pues el público asimiló y gozó plenamente de cada obra; el juego se inició con la «Danza Macabra» de Camille Saint-Saëns, que describe a partir de un poema de H. Cazalis, como la muerte, a medianoche del día de los difuntos, toca su violín convocando a los esqueletos para que dancen sobre sus tumbas, hasta que al canto del gallo, volver a ellas luego de cumplir el rito.
Richard Biaggini, interpretando la Danza Macabra, junto a la Filarmónica, foto P. Melo
Richard Biaggini asumió el solo de violín, con bello y poderoso sonido, además de toda la prestancia descriptiva necesaria, Prudencio y la Filarmónica le acompañaron espléndidamente, logrando una larguísima ovación del público.
El programa continuó, con el complejo y evocador “Poema del Éxtasis” de Aleksandr Scriabin, que posee las más diversas interpretaciones, desde lo sensual a lo erótico, incluso el mismo Scriabin, dejó unas notas tan amplias, como ambiguas, para interpretarlo.
Escrito para una enorme orquesta, órgano incluido, se desarrolla en una compleja progresión más bien de carácter que dinámica, que requiere de un cuidadoso tratamiento en su manejo, ya que en varios momentos, tiene cortes súbitos, que deben enlazarse con el siguiente fragmento, para continuar el sinuoso desarrollo.
La orquesta es sometida a grandes exigencias, tanto en solos como en conjunto, y la batuta tiene que mantener una tensión creciente, en medio de grandes contrastes dinámicos, la ejemplar versión de Prudencio, sacó a luz muchos motivos, que a veces son dejados de lado, por ello este Poema del Éxtasis, no dejó indiferente al público, que se vio envuelto en todas esas alusiones, que son tan ambiguas como concretas. La respuesta del público, fue correspondiente a las notables características de la versión, una ovación largamente sostenida, poco usual en una obra, que en general es bastante desconocida, y poco interpretada.
Pedro Pablo Prudencio, en un momento del concierto. foto Patricio Melo
La segunda parte, reunió dos obras lejanas en el tiempo, pero con un nexo común, el caos previo a la creación del universo, y el caos de un rito iniciático en tiempos primitivos; lo interesante, a nuestro juicio, es que ambas se interpretaron unidas, debido a que la primera al final entrega el pie armónico, para el inicio de la segunda. Sin duda esto provocó algún sobresalto en más de alguien; pero el resultado en ambas, fue del mayor nivel.
Pedro Pablo Prudencio, decidió hacer esta experiencia con “La Representación del Caos” de Joseph Haydn, que es el comienzo de su celebérrimo oratorio “La Creación”, que causara conmoción en su estreno, por ello es que fue interpretado muchas veces en diversos países, con legiones de espectadores, que se encantaron con una de las grandes obras maestra de todos los tiempos.
Si bien en 1800 cuando se estrenó, ya campeaban sonidos propios del romanticismo, el sonido orquestal en Haydn, es más bien clásico, pero creemos que acertadamente Prudencio, interpretó ahora este “Caos” con gran orquesta, para su enlace con la obra de Stravinsky.
La versión nos pareció pictórica, en esta efusión melódica con que se describe, este inicio del Génesis, y cuando al concluir, se espera la voz del solista, en esta ocasión irrumpió, el emblemático tema del fagot, que da inicio a “La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky, que en 1913, en su estreno, provocó uno de los escándalos más grandes de la Historia de la Música, a poco más de un siglo del estreno de “La Creación”.
Pedro Pablo Prudencio y parte de la Filarmónica interpretando. foto Patricio Melo
Esta obra, escrita para los Ballets rusos de París, marcó un antes y un después en la música, por sus alusiones al llamado “Primitivismo musical”, y por su osada estructura armónica, enorme orquesta, repleta de polirritmias, síncopas, cambios súbitos de compás, etc, por ello es que, es uno de los grandes desafíos para cualquier orquesta, y por supuesto para el director.
El excelente pie en que se encuentra la Filarmónica de Santiago, se ratificó en este programa, y particularmente en esta obra, mostrando la potencialidad de Prudencio, frente a cualquier obra, quien la condujo resaltando algunos fraseos o acentuaciones, buscando siempre el equilibrio sonoro, destacando motivos o temas, en los momentos precisos.
Esta obra exige, además de toda la orquesta, la participación de una gran cantidad de solos instrumentales, o bien de grupos más pequeños, creemos que sería injusto establecer categorías de interpretación entre ellos, pues todos rindieron al máximo de sus potencialidades, por ello es que el público estalló en ruidosas ovaciones, para Pedro Pablo Prudencio y para cada uno de los miembros de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que en sus rostros reflejaban la satisfacción del trabajo realizado.
Gilberto Ponce (CCA)