DOS MIRADAS A LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA.
Del mayor interés, fue el hecho que dos compañías de Ballet, presentaran, con solo diferencia de días, coreografías para La Consagración de la Primavera, con música de Igor Stravinsky.
En su estreno en París (1913), provocó un escándalo mayúsculo, seguramente porque el público no estaba preparado para esta música rupturista, que casi presagiaba la inminente Gran Guerra, o tal vez, el tema ancestral que no obviaba lo sexual, sumó escandalizados; lo cierto es que, un par de semanas después, la obra cosechó el resonante éxito, que se ha venido repitiendo, tanto en las múltiples coreografías, o como música de concierto.
El BANCH de la Universidad de Chile, contrató al coreógrafo israelí Idan Sharabi, presentándose en el CEAC (Ex Teatro Baquedano) y en el GAM, se presentó la otra versión, a cargo de la Granhoj Dans, afamada compañía danesa.
Sharabi llamó a su coreografía “Mi Mano”, mientras que los daneses a la suya; Rite of Spring- Extended, en la que participan solo varones.
El coreógrafo Sharabi, piensa que la música de Stravinsky, es en extremo “lúdica”, por ello incluso al parecer, ofreció licencias a los bailarines en su creación, usando esquemas, en que la contorsión y los espasmos, son recurrentes, para algo que él llama “Lúdico, tonto, ingenioso, temeroso y amar?”, en torno a esos conceptos se diseña el trabajo.
Lo cierto que estos no quedan para nada claros, es más, parecen arbitrarios, como el ingreso de un bailarín semidesnudo, al final de los primeros 15 minutos, mientras se anuncia por parlantes un intermedio, o bien cuando otro llegua al borde del escenario, para bajarse y subirse sus pantalones.
Ya el inicio sorprende, pues con la luz de la sala encendida, la compañía al parecer, realiza un precalentamiento muscular, luego con música de Nina Simone, uno de ellos se acerca al borde del escenario, presentando su mano, hablando algo inentendible, por el volumen del audio, enseguida atrae uno por uno al resto de la compañía, para repetir el saludo, se apagan las luces, y comienza Stravinsky, pero nada difiere en el escenario de los movimientos anteriores, salvo, salidas y entradas; en un momento de la segunda parte, una bailarina, canta sobre la música de Stravinsky “Happy Birthday to you”, sumándose posteriormente el resto; se justificó porque el coreógrafo estuvo de cumpleaños, durante la preparación, pareciéndole oportuno incluirlo, provocando sorpresa, además de risas entre los presentes.
Agreguemos algunos hitos, como cuando se forma una fila de bailarines, para sacarse, y posteriormente volver a ponerse sus vestimentas, mientras el resto, sigue en sus contorsiones, o aquellas dos parejas, femenina y masculina, que bien, o simulan un espejo, con palmas de pies y manos, además de rostros muy pegados, o bien una alusión a una relación homosexual. Lo cierto es que, el clímax final, se cambió nuevamente, por la música de Simone, mientras todos desde el escenario, saludaban con una de sus manos al público.
Cómo evaluar este espectáculo, que no tiene progresión alguna que sea evidente, es difícil porque danza pura no es, performance o qué?, creemos que se trató de una divagación fallida, que requiere de un enorme desgaste de los bailarines, en permanente y exigente movimiento, estos, sin duda pusieron lo mejor de sí, en una experiencia, que consideramos no lograda; sin duda la música de Stravinsky, es digna de mucho más.
La propuesta de la Compañía Granhoj Dans, se inspira en un rito, con variables donde incluso adiciona partes, de la versión del mismo Stravinsky para dos pianos, además que, con golpes de manos o claves, e incluso gritos, los bailarines asumen el ritmo arrebatador de la música.
En un transfondo lúdico irónico, los siete varones que la interpretan, relatan el ingreso a la adultez, de un adolescente, en un rito de características totémicas, que se asemeja en cierto modo a los que realizan los scouts.
Palle Granhoj, el coreógrafo, mezcla la danza contemporánea, con guiños precisos a lo clásico, en fragmentos de enorme belleza, mientras los intérpretes abruman con la perfección de sus movimientos, fundiendo completamente música y danza.
En ella están presentes alusiones de índole sexual, desnudos y violencia a veces brutal, mezclada con momentos de franco humor, en un continuo que captura el interés permanente del público.
A la danza propiamente tal, se agregan aspectos de acrobacia del mejor nivel, como todas aquellas que realiza el joven que será iniciado, cuyas condiciones de bailarín y gimnasta, sumadas a su expresividad, le hicieron ganar un enorme ovación al final.
Esta alusión, en nada desmerece, el estupendo trabajo del resto de la compañía, que además de bailar, deben percutir, batir palmas, o lanzar gritos con la precisión que exige la música de Stravinsky.
De riguroso smoking, a pie descalzo, se inicia este rito, para luego ir cambiando de vestimenta, o bien desnudándose, utilizando ingeniosos juegos de iluminación, que complementan la escena; Destacaremos entre otros momentos al bailarín, que desnudo solo cubierto con algo similar a la harina, simula diversas estatuas de la antigüedad, ¿el joven iniciado en sueños heroicos?, o que decir del fragmento cuando el iniciado, que además de sintetizar la danza, con el hip hop, realiza además una genial serie de giros, a la manera del ballet clásico, de abrumadora perfección.
El rito simula irónicamente, el paso a la adultez, para luego y casi solemnemente los cofrades, concluyen vistiendo de smoking el iniciado.
El manejo de las tensiones y contrastes, las cuidadosas progresiones dramáticas, así como el arco dinámico-estético, que se cierra visualmente tal como al inicio, concluye una verdadera experiencia artística, en la que nada es gratuito, donde todo tiene sentido, emocionando y conmoviendo, tanto como sonriendo, frente a este magnífico rito iniciático.
Gilberto Ponce. (CCA)