LA CONDENACIÓN DE FAUSTO EN VERSIÓN INTERNACIONAL.
No resulta particularmente fácil escribir un comentario crítico sobre La Condenación de Fausto de Héctor Berlioz, debido a que se mueve entre dos campos diferentes, uno como “leyenda dramática” y otro en menor grado como ópera, esto significa que no posee una estructura con una progresión dramática que vaya uniendo el argumento, convirtiéndose más bien en una sucesión de escenas, algunas muy independientes entre sí.
En contraste, nos encontramos con una partitura de méritos mucho mayores, de orquestación magnífica -que nos recuerda en muchos momentos la Sinfonía Fantástica del mismo Berlioz-, con elaborados y bellísimos coros, y algunos de los momentos estelares en música de ballet.
El hecho que se opte en muchas ocasiones por presentarla en forma de concierto, es indicativo de las grandes dificultades para llevarla a escena, y es en este punto donde radica el gran valor de haberla montado en la presente temporada de ópera del Municipal de Santiago.
Ramón López fue el encargado de liderar el desafío de la puesta en escena, asumiendo la dirección de cantantes, coro, figurantes, la escenografía y la iluminación, partiendo de un esquema escenográfico minimalista que consultó un gran espejo-pantalla inclinado al fondo del escenario, que permite la duplicación desde otra perspectiva de los movimientos de los personajes, y como esas imágenes se complementan con proyecciones, el efecto logrado en muchas ocasiones fue de extraordinaria belleza.
El vestuario de Loreto Monsalve fue muy adecuado para los personajes reales, y con ciertos reparos para Mefistófeles con una falda rojo oscuro y una especie de abrigo plateado oscuro, incluyendo guantes negros y zapatos plateados, en contraste muy original el vestuario de los fuegos fatuos, pero consideramos de dudoso gusto el vestuario de los personajes del pandemónium, en exceso kitsch, incluyendo zapatos plateados con terraplén; extraño nos pareció la visión de la vestuarista para el coro de ángeles del final con esas curiosas alas en la cabeza
Las coreografías de José Vidal elementales y al parecer incentivando la improvisación, algo que produjo momentos dudosos particularmente en la danza de los silfos, y en el exagerado desorden del pandemónium, en contrario en la primera escena encontramos muy bien resueltas las escenas de la boda campesina y posteriormente la alegoría de los jóvenes que se enrolan para ir a la guerra y morir en ella.
La dirección de Maximiano Valdés fue correcta, con algunos momentos muy logrados, como asimismo con ciertos desajustes, entre orquesta y coro, en particular en la escena final que incluye un coro de niños dirigido por Cecilia Barrientos.
Creemos que sin duda el gran triunfador de la jornada fue el Coro del Municipal de Santiago, que dirige Jorge Klastornick, bellas y timbradas voces, en particular en el coro masculino, que tiene un gran trabajo a lo largo de toda la obra, no desmerecemos en nada al femenino, pues en general fueron certeros y musicales, incluyendo los coros internos, los desajustes con la orquesta en algún momento, no fue su responsabilidad, de más está decir la absoluta solvencia que tienen en relación a la actuación.
En el ámbito de los solistas, nos pareció que el rol protagónico de Fausto, que cantó el tenor francés Luca Lombardo estuvo muy alejado de las exigencias del papel, su voz es irregular e ingrata en cierto registro, en particular en sus agudos y como actor no hizo nada por crear un personaje, parecía estar cantando notas sin preocuparle el sentido de la palabra, además obsesivo en mirar la batuta, restando naturalidad y tensión dramática a sus escenas.
Alfred Walker el barítono estadounidense, asumió con bastante seguridad vocal como Mefistófeles, sus dos grandes momentos, el aria de la pulga en la taberna de Leipzig, y luego la serenata en la habitación de Margarita, en las escenas finales le faltó más presencia vocal, su actuación es solo correcta, no sabemos si su cierta flema como actor, respondió a instrucciones del director de escena.
Margarita lo cantó la mezzosoprano polaca Ewelina Rakoca-Larcher, en primer término creemos que a su voz a pesar de su belleza, le falta timbre de mezzo, y su canto suele ser más bien inexpresivo y plano, incluso la balada del Rey de Thule, pasó sin mayor trascendencia; sus dúos con Fausto sin mayor conexión dramática con su supuesto enamorado.
Sergio Gallardo el bajo-barítono chileno cantó y actuó muy correctamente como Brander en la escena de la Taberna.
Una función con escenas muy logradas y otras en que la falta de tensión las volvió algo tediosas, en particular por lo inexpresivo de algunos cantantes y una batuta algo laxa en varias escenas.
Gilberto Ponce. (CCA)