LA BELLEZA DEL PIANO.

LA BELLEZA DEL PIANO y BORIS GILTBURG.

El segundo programa de la Temporada de la Orquesta Filarmónica de Santiago, permitió conocer al excelente y prometedor pianista ruso-israelí Boris Giltburg, que junto al acompañamiento en la dirección orquestal de otro israelí Eran Reemy, los que abordaron el hermoso y a la vez complejo “Concierto N° 2 para piano y orquesta, en Sol menor Op. 22” de Camille Saint-Saëns.

Boris Giltburg. foto newswire

Giltburg es dueño de una sólida técnica acompañada de una natural musicalidad, pensamos que este joven de 26 años, tiene la potencialidad como para dar que hablar en el mundo de los pianistas.

La versión se caracterizó por la pulcritud, con gran manejo de los conceptos dinámicos, pianísimos líricos y poderosos forte, fraseos y articulaciones de gran claridad, siendo resaltados generalmente por el acompañamiento atento y sensible del director Reemy.

Eran Reemy. foto municipal.cl

Abordaron con gracia y con una cierta dosis de humor el “Allegro scherzando”, que requieren del solista y orquesta gran complementariedad, algo plenamente logrado, mostrando nítidamente todos los  contrastes presentes en esta parte.

Giltburg arremetió con virtuosismo el “Presto” final, al que respondieron perfectamente los pequeños solos a cargo de algunos miembros de la orquesta; en una demostración de su musicalidad, el solista contrastó los pasajes de fuego, con otros donde podemos decir que “cantó” musicalmente, particularmente en las partes serenas.

Camille Saint-Saëns. foto kalipedia

A pesar de los valores mostrados por Reemy en la dirección, durante los movimientos extremos hubo atrasos en los ataques de la orquesta, debido a que el director marcó preferentemente los pulsos del pianista, y no los propios de la orquesta, empero este factor no restó en absoluto la belleza del sonido conseguido por la Filarmónica, algo que ya se había apreciado en el primer concierto.

Ante los aplausos recibidos, Giltburg ofreció con gran éxito un “encore” de enorme dificultad con alusiones a la música popular.

Mikhail Glinka. foto benditalamusica

La primera parte se había iniciado con una vibrante versión de la obertura de la ópera “Russlan y Ludmila” de Mikhail Glinka, que evidenció un brillante desempeño de los bronces, además de finos fraseos, articulaciones y contrastes del resto de la orquesta; no podemos dejar de destacar el desempeños de los chelos por la enorme belleza de sus frases líricas.

La “Sinfonía N° 5 en Si bemol mayor, Op 100” de Sergei Prokofiev cerró la velada, la versión fue cuidadosa, muy correcta, pero creemos que Reemy no logró desentrañar todas las claves presentes en ella.

Su lenguaje denso en muchos pasajes, obliga a destacar temas o pequeños pasajes, que

Sergei Prokofiev. foto musicoclasico

delinean mejor el entramado melódico expresivo, de lo contrario se torna hermético y más oscuro de lo planteado por su autor.

Pensamos que el “Allegro marcato”, estuvo entre los movimientos más logrados en cuanto a unidad y claridad temática, en la sección lenta, la oposición entre el “cantábile” de las cuerdas y la ironía rítmica del resto, fue de expresiva belleza.

El “Adagio”, con su inicio elegíaco, que conduce posteriormente a zonas de gran tensión dramática, se constituyó en otro logro, por el carácter casi expresionista que se consiguió.

El “Allegro giocoso” con que finaliza, no logró entrar en el carácter, se desarrolló sin mayores relieves, no obstante, lo anterior no resta mérito al estupendo trabajo de los músicos, cuyo sonido en las diferentes dinámicas, solo puede ser considerado de excelencia.

Sería interesante escuchar a Eran Reemy en otro programa, para así aquilatar mejor sus bondades como director, debido a los resultados que consiguió de la orquesta.

Gilberto Ponce. (CCA)

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