JOVEN DIRECTOR INGLÉS DEBUTA EN LA SINFÓNICA.
Andrew Gourlay, de promisoria carrera en el podio, llegó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Chile, luego de haber ganado varios trofeos en dirección orquestal; posee oficio, gran musicalidad y una gesticulación clara, obteniendo resultados de alto nivel, junto a la principal orquesta de nuestro país.
No sabemos la razón, del porqué el programa consultó el estreno de dos obras de compositores chilenos, cuando por lo general, se programa solo una obra nacional; esto pudo influir en su contra, pero con sabiduría, a pesar de su juventud salvó airosamente ambos desafíos.
La inclusión de la obra de Marcos Stuardo, junto a la de Edgardo Cantón, disminuyó el impacto que pudo obtener “Et” de Stuardo, pues posee un lenguaje más reconcentrado e íntimo, que se contrapone al brillo de tintes populares de la obra de Cantón, interpretada después de esta.
Creemos que no es bueno, inducir al público, a categorizar el valor entre obras nacionales, aún más, creemos desafortunado hacerlo en un mismo concierto.
Los ocho minutos que dura “Et”, se encuentran divididos en tres partes, que no se diferencian demasiado; en ellas el autor juega con timbres y colores, utilizando juegos rítmicos en base a notas cortas y largas.
Su lenguaje, que recuerda el de los años sesenta, utiliza pequeños esquicios melódicos, mucho más notorios en la tercera parte, mientras que la segunda parte se caracteriza por una atrayente tensión.
Está escrita para gran orquesta, y parece más intelectual que emocional; la versión fue cuidadosa por parte de Gourlay y la orquesta, siendo amablemente recibida por el público.
La gran orquesta anterior, más una gran cantidad de percusiones y un coro femenino, interpretaron “Concierto Ahad para percusión y orquesta” de Eduardo Cantón, con Juan Coderch, al frente de una gran cantidad de instrumentos de percusión; la obra, está dedicada a Coderch.
“Ahad” abandona, las llamadas tendencias contemporáneas de creación musical, su autor, al igual que muchos otros, toma elementos de la música folclórica y la popular, con gran énfasis en lo rítmico, con búsqueda de timbres y colores, utilizando para ello las voces del coro, en una suerte de vocalizaciones, interpretadas en forma muy acertada por las voces femeninas del Coro Sinfónico y la Camerata Vocal, dirigidos por Juan Pablo Villarroel.
Parece sugerir algo programático, asimilable a la música para el cine, pero por sobre todo es energética, recordando a momentos la música de George Gershwin, por la forma de tratar los bronces.
Juan Coderch, interpretó excelentemente una gran cantidad de instrumentos de percusión, en una obra, que más que un «concierto para percusión y orquesta», parece un “concertante”, por la forma como se funden las partes solistas con la orquesta, que a su vez, incluye otro gran número de percusiones.
Fuera de discusión está la experticia de Coderch, quien logra otorgar a sus instrumentos las cualidades de los instrumentos melódicos.
Creemos, que este verdadero muestrario sonoro y timbrístico, fue bien captado por Andrew Gourlay, no solo en los juegos instrumentales, también en el espíritu que animó al autor, por lo que el resultado logró entusiasmar a los asistentes, que no escatimaron aplausos.
Finalizaron con una muy buen versión de la “Sinfonía N° 3, Op. 44” de Sergei Rachmaninov, obra de gran complejidad, que exige una cuidadosa mirada del director, para entregar unidad, a la gran cantidad de temas, que se presentan y re exponen a lo largo de ella, cuidando el manejo de los contrastes melódicos y de carácter, que aparecen constantemente.
La orquesta, respondió en gran forma cada una de las indicaciones de Gourlay, quien mostró conocimiento acabado de la partitura, destacando cada uno de los temas y sus contrarios, fraseando musicalmente y logrando de los músicos intencionalidades y contrastes dinámicos de la mejor factura.
Sería interesante, ver nuevamente a este director, en un repertorio, propuesto por él mismo.
Gilberto Ponce. (CCA)