JONATHAN TETELMAN UNA FIESTA DE CANTO EN EL MUNICIPAL DE SANTIAGO.
El 28 de agosto del 2025 será recordado como uno de los grandes eventos realizados en el Teatro Municipal de Santiago, pues marcó el debut en nuestro país Jonathan Tetelman, considerado como tal vez el mejor tenor de su generación.
Nacido en Castro Chiloé, fue adoptado por un matrimonio estadounidense a los seis meses de edad y llevado a vivir a USA donde recibió una cuidadosa educación, luego al descubrirse sus talentos artísticos, se le hizo estudiar en prestigiosos centros educacionales donde se desarrolló en el canto, una vez egresado debutó como gran promesa, logrando sus primeros éxitos en Alemania e Italia especializándose en repertorio italiano, posteriormente es llamado por los principales teatros de Europa y América debutando incluso en el Met de New York, algunos años antes de Santiago cantó en Lima Werther de Massenet y realizó previo al del Municipal un recital con piano en el Colón de Buenos Aires.
Jonatham Tetelman interpretando el aria de Mascagni. foto Juan Millán
Sin duda lo expuesto, además del conocimiento que se tiene ya sobre su exitosa carrera , que incluye la grabación de varios álbumes con arias de ópera, sumados los laudatorios comentarios sobre sus presentaciones en exigentes escenarios, llevó a los melómanos a agotar las localidades del Municipal, al saberse que cantaría junto a la Filarmónica de Santiago, dirigida por el director del New York City Opera, Constantine Orbelian un experto en el género, con quien realiza habitualmente giras de conciertos.
Su presentación fue una verdadera fiesta de música y canto, que no solo fue gozada por el público, ya que todos los intérpretes mostraron también el mismo sentimiento.
Algo que llamó poderosamente la atención fue la naturalidad con que se desplaza en el escenario, lo que acentúa un carisma que conquista al público, no se ve en él nada estudiado, es espontaneidad pura, abordando con su privilegiado material vocal el variado repertorio del programa que presentó en el escenario capitalino, Tetelman posee un timbre cálido, de brillantes agudos y un centro poderoso y canta con la expresividad precisa para cada obra sin realizar desbordes efectistas de ninguna naturaleza. Sin duda ahí radica el éxito de sus presentaciones en los escenarios donde se presenta.
El tenor finalizando una de las arias del programa. foto Juan Millán
El programa, inteligentemente diseñado, consistió en arias de óperas de Verdi, Puccini y Mascagni, junto a selecciones de Zarzuela y música popular insertas entre oberturas, intermezzos e intermedios de variados compositores en un un perfecto equilibrio y progresión, todo lo anterior con el estupendo y cuidadoso acompañamiento de la Filarmónica, que lució toda su calidad profesional y versatilidad tanto en los solos instrumentales como acompañando, con hermoso sonido e impecable afinación.
La Obertura de la ópera Luisa Miller de Verdi en una sólida versión abrió el concierto, dando paso al aria de la misma ópera “Quando le sere al placido” que permitió a Tetelman mostrar su cálido registro, y luego vino un contenido Intermezzo de Manon Lescaut de Puccini que antecedió al emotivo “Donna non vidi mai” de la misma ópera que encendió de entusiasmo a los presentes.
El emotivo y sensible solo del clarinete nos condujo a uno de sus grandes éxitos “E lucevan le stelle” de la ópera Tosca cantado con una progresión dramática de tal intensidad y belleza que el público lo ovacionó sin reservas.
El hermoso y sensible Intermezzo de “Cavalleria rusticana” de Mascagni dio cuenta como el director Orbelian con gesto claro y simple en capaz de conseguir estupendos resultados de la orquesta, de allí llegamos a una estremecedora versión del aria “Mamma quel vino è generoso” de la misma ópera, donde el tenor incluso lo dramatizó corporalmente consiguiendo un largo delirio del público, con el que finalizó la primera parte.
La expresividad de Jonathan Tetelman con Orbelian y la Filarmónica. foto Juan Millán
Vestido más informalmente Tetelman abordó la segunda parte del concierto que se inició con una brillante versión de la obertura de la ópera El barbero de Sevilla de Rossini, llena de detalles y contrastes y en perfecto estilo que fue recibida calurosamente por el público, llegándose entonces a la parte más popular del programa primero con “Core ingrato” de Cardillo cantada con el más profundo sentimiento.
Pero Tetelman tenía preparada una sorpresa que convirtió la velada en una fiesta de canto, invitó a tres de los solistas que en esos días participaban en La Traviata de Verdi en el mismo Municipal, es así que al cantar “O sole mío” de Capua y al iniciar la segunda estrofa, ingresó desde el fondo de la platea el tenor chileno Nicolás Noguchi quien con voz firme y timbrada cantó hasta llegar al escenario, para luego hacerlo jubilosamente a dúo con Tetelman hasta el final, el público a esas alturas ya comenzaba a delirar de entusiasmo.
Jonathan Tetelman y Nicolás Noguchi cantando «O sole mio». foto Juan Millán
La Orquesta interpretó luego impetuosa y exultantemente la obertura de la ópera Carmen de Bizet, para dar paso a “El día que me quieras” de Carlos Gardel que contó como invitado al barítono Alfredo Daza ambos lo hicieron con gran sentido popular agregando incluso un poco de humor al improvisar algunos pasos de tango, acompañados muy en estilo por la orquesta; el público respondió jubiloso.
Posteriormente Tetelman volvió a maravillar con su caudal vocal interpretando con exquisita gracia “Granada” de Agustín Lara permitiendo apreciar su versatilidad.
La Filarmónica tocó después en forma impecable y con mucho salero el Intermedio de “La boda de Luis Alonso” de Gerónimo Jiménez, antes que el tenor ofreciera de “La tabernera del puerto” de Sorozábal el celebérrimo “No puede ser” que exaltó a los presentes que con “pataditas” exigía más, que simplemente fue el “Brindis” de La Traviata iniciado con brillo por Tetelman y cuando le corresponde a la soprano, se incorporó también desde atrás de la platea, Alexandra Razskasoff una de las protagonistas de La Traviata, agregándose a ellos Noguchi y Daza en un glorioso final, para este reencuentro de Jonathan Tetelman con su país natal.
Jonathan Tetelman ayudando a subir al escenario a Alexandra Razskasoff mientras cantan el Brindis. foto Juan Millán
Un concierto que, como bien dijo alguien, no solo maravilló porque también llenó el alma por la gran cantidad de emociones que provocó en todos quienes tuvimos el privilegio de asistir.
Gilberto Ponce (CCA)