NOCHE BRITÁNICA EN LA SINFÓNICA.
Aunque suene un tanto contradictorio, fue un director español Josep Caballé-Domenech, quien dirigió el programa dedicado a compositores ingleses en la Sinfónica.
En todo caso, Caballé-Domenech, demostró tener musicalidad, gesto claro, y conceptos muy definidos de cada una las obras que condujo, por ello nos sorprendió, el hecho de quedar con la sensación de falta de ensayos, algo que se confirmó, al saber que el director, solo tuvo un par de ellos, ya que debido a problemas de vuelos, llegó al país, más tarde de los presupuestado.
Este importante detalle, convierte en más auspiciosa su visita, por ello genera grandes expectativas su segunda presentación.
Los “Cuatro Preludios Marinos” de la ópera Peter Grimes de Benjamin Britten, que iniciaron el concierto, mostró pequeños ripios sonoros en el primero de ellos, aunque su carácter fue logrado, a pesar de no observar ningún rubatto, en la figuraciones de las maderas.
Bastante mejoró el segundo, gracias a un estupendo rendimiento de chelos y cornos; luego en el tercero destacó el doloroso canto de las cuerdas, antes de culminar en la dramática progresión que conduce al final. Finalizaron con un expresivo cuarto movimiento, en el constatamos un muy buen rendimiento de toda la orquesta.
Luego el sólido solista en flauta, Hernán Jara, miembro de la orquesta, interpretó el Concierto Nº 1 para Flauta y cuerdas de Malcolm Arnold, en el que dio amplias muestras de musicalidad y carácter, en una obra que, en algunos fragmentos ofrece grandes desafíos.
De los tres movimientos, el más débil como resultado general, fue el primero, Allegro enérgico, debido a varios desajustes de las cuerdas con el solista, en particular en aquellas partes de ritmos más complejos, debemos consignar, que en esta parte, la flauta posee un discurso divagatorio.
Radicalmente diferente fueron los resultados en los movimientos que siguen; el Andante, mostró toda la expresividad y musicalidad del solista en sus diálogos con las cuerdas, mientras que en el Con fuoco, que finaliza el concierto, se obtuvo un gran acompañamiento de las cuerdas, al tiempo que Hernán Jara, daba cuenta de un gran virtuosismo y musicalidad.
Con el contenido a ratos popular de la obra, conquistaron ampliamente a la audiencia, que no escatimó sus aplausos, tanto para Hrenán Jara, como para las cuerdas de la Sinfónica, dirigidas por Josep Caballé-Domenech.
Finalizaron con la extensa, Sinfonía Nº 2 en mi bemol mayor, Op. 63, de Edward Elgar, obra de gran complejidad, que presenta una gran gama de desafíos para la orquesta; la versión fue de luces y sombras, con momentos brillantes, y otros que evidenciaron, sonido crudo, fraseos poco claros, y entradas y cortes poco precisos.
Sin duda por lo extensa y complejo de la obra, sumados los escasos ensayos, conspiraron para que la versión fuera más lograda, a pesar de ello Caballé-Domenech, mostró un gran conocimiento de la partitura.
En el primer movimiento, no fue para nada clara la continuidad, en particular en los enlaces de los fragmentos de carácter programático, con aquellos de música pura.
El sonido y carácter mejoraron notablemente en el segundo, el Larghetto, que fue muy expresivo; en el tercero, Rondó, los bronces brillaron con luz propia, mientras que la batuta, lograba una progresión de notable expresividad.
El Moderato e maestoso, que muestra figuraciones sobre un tema muy oscuro, fue bastante logrado, no obstante, las figuras rápidas, fueron muy poco claras, luego se produjeron varios inconvenientes, en diálogos poco precisos, siendo evidente, que la obra estaba solo armada, pero no internalizada para una buena versión.
Quedamos a la espera del segundo programa, de Josep Caballé-Domenech, donde ya habrá tenido los ensayos necesarios, que le permitan mostrar toda su potencialidad.
Gilberto Ponce. (CCA)