GUSTAVO MIRANDA-BERNALES EN LOS GRANDES PIANISTAS.
Sin duda, Gustavo Miranda-Bernales ya dejó de ser una promesa, pues a pesar de juventud muestra una madurez sorprendente, de la que dio cuenta en el recital ofrecido en el marco del Ciclo Grandes Pianistas del Municipal de Santiago.
En esta oportunidad ofreció un programa con obras muy exigentes y de estilos muy variados, mostrando una sólida técnica tanto como una interesante aproximación estilística, no obstante pensamos que este último aspecto no fue plenamente logrado en esta oportunidad, sin duda debido a una enfermedad de la que lentamente se irá curando, se trata simplemente de la madurez que dan los años de experiencia, tanto como las contingencias de la vida.
La Sonata en La bemol mayor de Franz Joseph Haydn que dio inicio a su presentación, permitió apreciar desde el primer movimiento su pulcra digitación, tanto como transparencia en las líneas melódicas, todo envuelto en una gran elegancia; el Menuetto que sigue lo convirtió en un verdadero juego de contrastes, mientras que la sección central se caracterizó por un enfoque cantabile; el Rondó que finaliza marcado Presto, le permitió exhibir precisa digitación y gran virtuosismo a través de las diversas variaciones que plantea.
Los grandes aplausos que recibió la versión, mostraron una característica en Miranda-Bernales que se transformó en una constante, una sobria y casi ascética forma de agradecer.
Luego interpretó de Alexandr Scriabin su Sonata Nº 2 en Sol sostenido menor, obra que en sus dos únicos movimientos nos muestra un estilo que transita cercanamente entre el impresionismo y un romanticismo tardío, aunque con una estructura y forma muy definidas.
Se trata de una obra bastante compleja que fue muy bien resuelta por el pianista, enfocándola con un peso sonoro correspondiente al estilo, aquí la densidad juega un rol muy importante obligando al solista a desentrañar multiples claves de interpretación, objetivo ampliamente conseguido por Miranda-Bernales pues una logró óptima claridad en las diversas voces; señalaremos la estupenda progresión dinámico- expresiva del primer movimiento. El segundo le permitió desplegar un virtuosismo que no descuidó los temas que apenas se sugieren destacándolos con precisión.
Una selección del Libro segundo de Preludios de Claude Debussy finalizó la primera parte, de ellos destacaremos Nieblas por sus sutiles atmósferas en pianissimo, la envolvente melancolía de Bruyères, pero en Fuegos de artificio, y su extrema vertiginosidad fue aquel que provocó mayor asombro, debido a su complejidad y exigente virtuosismo, los que encontraron en Miranda-Bernales un soberbio intérprete.
En la segunda parte, el solista enfrentó una de las obras monumentales de la literatura del teclado, la Sonata Nº 29, en Si bemol mayor, Op. 106 de Ludwig van Beethoven, conocida como Hammerklavier (Pianoforte), en ella el autor no solo explota al máximo las posibilidades sonoras del instrumento, pues a la vez sirve de vehículo para que Beethoven manifieste lo más profundo de sus ideas espirituales y estéticas, tanto es así, que algunos estudiosos estiman que su segundo movimiento llega a manifestar filosofía en música, en esa aparente divagatoria unidad que posee.
Nos parece bien que un pianista joven aborde obras de esta magnitud, pues no existe otra forma para que descubra la infinidad de mundos planteados, que sin duda seguirán apareciendo a medida que una serena madurez lo alcance.
Su enfoque ahora es juvenilmente apasionado, por ello a ratos resulta algo superficial, así como las velocidades con que aborda algunos pasajes, resultan más espectaculares que profundas, por ejemplo en los acordes del comienzo resultan rítmicamente confusos, en contrario estupendos fueron sus resultados en el manejo de los contrastes dinámicos, pero en general creemos que el primer movimiento se vio afectado por la velocidad que le imprimió.
Ya dijimos que en el segundo Adagio sostenuto faltó mayor profundidad, mientras que en el tercero encontramos un logrado el carácter de la introducción, luego el desarrollo a la manera de una fuga fue brillante, pues a pesar de lo abigarrado de su estructura cada voz fue expuesta clara y sólidamente.
Un recital que dio cuenta de la solidez de su ascendente carrera.
Gilberto Ponce. (CCA)