ALTO NIVEL EN LA FLAUTA MÁGICA ESTELAR.
Una vez, más un elenco de la llamada Ópera Estelar, ha alcanzado altas cotas de calidad, algo demostrativo del nivel, logrado por una gran cantidad de cantantes nacionales, avances que no solo apuntan a lo vocal, pues una gran mayoría, han llegado a ser convincentes actores.
En la lúdica puesta en escena de Miryam Singer -que introdujo leves cambios en la règie, para solucionar algunos inconvenientes de tramoya-, subió un gran contingente de cantantes nacionales, para recrear esta Flauta Mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, elenco que a partir de sus propias características vocales y actorales, lograron un resonante éxito, frente a un público, que no dudó en ovacionar largamente la presentación.
Al observar por segunda vez, esta puesta en escena, se confirman los valores que explicitamos para la versión internacional, fundamentalmente lo relacionado, con el continuo dramático y su conexión con la imaginativa secuencia de imágenes.
En todo caso, algunos de los reparos que planteamos en el análisis de la versión internacional, en nada empañan el éxito de la puesta en escena, de una obra que posee una enorme cantidad de heterogéneos elementos; desde los propios del cuento de hadas, algunas claves masónicas, alguna cristiana, elementos de humor y en donde, por último no falta una visión bastante peyorativa de la mujer, a través de algunas frases que van más allá de la simple ironía.
Surgen varias preguntas, al contemplar la escena final, cuando surgen personas de diversas épocas -realzando la atemporalidad de la puesta-, alabando el triunfo de la luz (Sarastro), sobre las tinieblas (Reina de la Noche), pues se reinterpreta el libreto que plantea que los Sacerdotes alaban a Sarastro, en razón a su triunfo sobre la oscuridad; ahora ambos se hunden juntos, para luego dar paso al surgimiento, por el mismo lugar, a Tamino y Pamina, ¿futuros Sarastro y Reina de la Noche, en una especie de “eterno retorno”?.
El Coro del Teatro Municipal, reedita su actuación con el otro elenco, mientras que la Orquesta Filarmónica de Santiago, fue dirigida por José Luis Domínguez, quien tuvo una aproximación de gran vitalidad en tempo, realzando de esta forma muchas de las escenas, no obstante, esta agilidad de pulso, que alabamos sin reservas, le jugó en contra con algunos solistas, que desajustaron pulso, en algunos segmentos, en todo caso, creemos que la responsabilidad, no recayó en la batuta, que se mostró bastante clara.
La orquesta, respondió bastante bien, solo con algún desajuste menor.
Catalina Bertucci, fue una sorprendente y encantadora Pamina, impecable en lo vocal, muy expresiva en su canto y sensible en actuación, derrochando musicalidad.
Una muy grata sorpresa, fue Exequiel Sánchez que cantó como Tamino, hermoso timbre, muy seguro, musical y con presencia escénica.
Caroline De Comi, la única extrajera del elenco, cantó el temible rol de la Reina de la Noche, lo hizo con aplomo, en particular en su segunda aria, posee coloraturas fáciles, y creemos que debido a su juventud, le espera un futuro prometedor.
Sarastro fue David Gáez, pensamos que en esta oportunidad, cantó demasiado crudo, sin sutilezas vocales, y su registro grave fue poco audible, pero tal vez lo más importante, radica en su falta de expresividad.
Patricio Sabaté, como Papageno, no solo fue estupendo actor, de enorme simpatía y natural histrionismo, desarrolló un personaje lleno de matices, impecable en lo vocal, y con facilidad e inteligencia para salvar, algunas situaciones inesperadas de tramoya.
Jessica Rivas, encantadora como actriz, y estupenda vocalmente, al asumir como Papagena.
Muy bien Rony Ancavil, como Monostatos, creó un personaje de simpática maldad, muy divertido en algunas escenas, y solvente en lo vocal.
Andrea Aguilar, Pamela Flores y Marisol Hernández, fueron irregulares como las Tres Damas, muy bien y con gracia en actuación, vocalmente no siempre perfiladas, en particular al desplazarse y desajustadas en algunos momentos con la orquesta.
Rodrigo Navarrete, repite su gran actuación en el otro elenco, como el Orador y el Primer Sacerdote, asimismo José Castro fue un estupendo Segundo Sacerdote.
Chispeantes y simpáticas, además de cantar estupendamente, fueron Carla Pérez, Annya Pinto y Florencia Romero, como los Tres Genios.
A su vez, muy sólidos estuvieron Claudio Fernández y Cristián Reyes, ambos mostrando hermosas y timbradas voces.
Gilberto Ponce. (CCA)