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FILARMÓNICA DE SANTIAGO COSECHA GRAN TRIUNFO.

ESTIMADOS LECTORES, DEBIDO A PROBLEMAS CON EL SERVIDOR, NO SE HAN PODIDO INSERTAR FOTOS DEL CONCIERTO, LAS INCORPORAREMOS UNA VEZ SOLUCIONADO. LES ROGAMOS NOS EXCUSEN.

RESONANTE TRIUNFO DE IZQUIERDO CON LA FILARMÓNICA.

El segundo concierto de la Temporada 2019 de la Filarmónica de Santiago, fue dirigido por su director emérito Juan Pablo Izquierdo, con obras de Beethoven, Vila y Bartók, con señalado éxito.

La primera parte fue dedicada a Ludwig van Beethoven, escuchándose al inicio una hermosa versión de la Obertura del Ballet Las Criaturas de Prometeo, en una versión llena de contrastes, en la que las miniaturas sonoras fueron destacadas musicalmente; el rendimiento de la orquesta fue ejemplar en cada una de las familias.

Luego se escuchó el Concierto para piano y orquesta nº 3 en Do menor, op. 37 obra donde el autor avanza un poco hacia el romanticismo, pero conservando siempre la estructura del clasicismo, su intérprete fue el pianista italiano Filippo Gamba, quien al menos en la primera función, no dio cuenta de su importante currículo, ya que encontramos que tuvo un acercamiento más bien frío a la obra, pero lo más sorprendente fue su excesivo uso de ritenuto o ascelerando que en más de una oportunidad lo desfasó en relación al director y la orquesta.

Bien sabemos lo riguroso que es Izquierdo en cuanto a pulso, por ello su cara de desconcierto, algo igual ocurrió en la orquesta en varios momentos, pero a favor del solista no debemos olvidar que el intérprete es un ser humano y como tal puede tener malos días, y este pudo ser uno de ellos.

Los problemas mayores ocurrieron en el primer movimiento, donde las excesivas “libertades” del solista en relación a tempo y pulso, transformó la versión en algo lleno de inquietudes, incluso la cadenza, la consideramos poco expresiva y dura.

El segundo movimiento mejoró bastante la musicalidad de Gamba, logrando hermosos diálogos con la orquesta, que a su vez mostraba un bello sonido. El tercer movimiento que por su estructura impide tomarse licencias de pulso funcionó mucho mejor, y logró que las cualidades del solista fueran más apreciables.

La segunda parte se inició con la Elegía (In memoriam Béla Bartók) del chileno Cirilo Vila, se trata de una contundente obra que recrea el mundo sonoro de Bartók teniendo como modelo, la famosa Música para cuerdas y percusión del homenajeado, tiene un carácter muchas veces desgarrado, que Izquierdo acentuó al tiempo que destacaba con claridad las diferentes voces, acentuando en todo momento la mayor expresividad; los valores intrínsecos de la partitura, tanto como su estupenda interpretación consiguieron una muy entusiasta respuesta del público.

Algunos han acusado que la música del ballet El Mandarín maravilloso de Béla Bartók roza lo obsceno y lo decadente (las disonancias recurrentes fueron mal recibidas), por otro lado algunas de las representaciones como ballet, provocaron más de algún escándalo debido a la crudeza de su argumento; no obstante estas y otras reacciones, en la actualidad existe consenso que se trata de una de las obras maestras del siglo XX.

En esta oportunidad se escuchó la suite, que es una síntesis todas las características y dificultades del original, exigiendo por consiguiente una respuesta instrumental superior, y es esto precisamente lo que ocurrió con la inspirada versión de Juan Pablo Izquierdo y la Filarmónica.

Con un Izquierdo totalmente empoderado de la partitura, y con una orquesta que dio lo mejor de su capacidad, escuchamos una versión que acertó plenamente en el carácter, utilizando genialmente los contrastes dinámicos y expresivos, con sonido ora sutil ora contundente, con la mayor rigurosidad rítmica, sin olvidar los constantes cambios de tempo y pulso, así como las recurrentes polirrítmias. No podríamos dejar de mencionar la excelencia de cada uno de los numerosos solos instrumentales.

Las progresiones constantes así como los clímax se insertaron en un desarrollo coherente de principio a fin, obteniendo al finalizar una gigantesca ovación, que incluyó “pataditas” del público eufórico, a las que se agregó la orquesta en pleno, en uno de los grandes éxitos de la Filarmónica de Santiago conducida magistralmente por Juan Pablo Izquierdo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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