FAUSTO DESDE EL MET.
Con algunas dificultades de sonido, que afectaron algunos momentos de la transmisión, hasta el Teatro Nescafé de la Artes, presenciamos “Fausto” la ópera de Charles Gounod.
Creemos que esta producción, puede ser evaluada en dos aspectos contrastantes; sin duda un triunfo en lo musical, mientras que la puesta en escena, objeto de varias dudas.
Des McAnuff el regisseur, tuvo tal vez una buena idea, al ubicar la ópera entre las dos guerras mundiales, siendo Fausto, uno de los científicos creadores de la bomba atómica, por cierto algo bastante original, pero su proyecto se desdibuja, en su desarrollo, debido a una serie de inconsistencias, tornándose errático al final, cuando introduce elementos, para reafirmar su postura.
Entre ellos la explosión inútil de la bomba; o en un contrasentido, vemos al finalizar la ópera, a los mismos científicos que contribuyeron a la creación del engendro, cantando el himno religioso de resurrección, que señala la salvación de Margarita.
Creemos además que el cubo escenográfico de fierro, en varios pisos, que encierra la acción, con dos escaleras de caracol por los costados, impide la creación de los espacios señalados en la acción, tales como la iglesia, el jardín, la plaza donde llegan los soldados, transformada en una pieza, a la que se ingresa por una “puertecita” absurda; la prisión de Margarita, parece una jaula, en uno de los peores momentos de la régie, y por último, en algo francamente risible, al morir la protagonista, es invitada por un elegante gánster, a subir por las escaleras que la conducirán al cielo.
Sorprende que los soldados, de la primera guerra, sean despedidos o recibidos por mujeres vestidas, a la usanza de otros siglos; con razón McAnuff, recibió unas cuantas pifias al saludar al final; bien por las actualizaciones, pero con coherencia.
Uno de los aciertos, estuvo en la coreografía, para la canción de Mefistófeles en la taberna, transformando los parroquianos, en verdaderos poseídos; otro, la escena donde Fausto seduce a Margarita en el jardín, con la flores rojas, que rodean completamente a los protagonistas, como símbolo de la lujuria de la seducción, también la formidable escena de Margarita embarazada.
La excelencia, se dio en lo musical, en primer lugar la dirección de Yannick Nézet-Séguin, que consiguió de la Orquesta del Metropolitan Opera House, bellísimo sonido, creando atmósferas, haciendo del acompañamiento, un todo absoluto con los cantantes, enfatizando el carácter de cada fragmento.
No solo posee una bellísima voz, es también una convincente actriz, llegando a conmover profundamente, nos referimos a la soprano rusa Marina Poplavskaya, quien perfiló a la perfección a Margarita, convirtiéndolo en un ser real, sufriente, alejada de esos estereotipos, que la convierten en una mujer simple, al borde de la tontera.
Su desgarrado personaje se debate entre el amor, la desilusión y el perdón, magnífica en todo sentido. Sus mayores triunfos fueron, «La Canción del rey de Thule» y el aria de «Las joyas»
Malévolamente elegante, es el Mefistófeles de René Pape, las expresiones que logra con su rostro, le adueñan del personaje. Su magnífica voz, que maneja con maestría, le permite abarcar todos los matices sicológicos del genio del mal; calculador, sarcástico, tanto como manipulador en su obsesión por conseguir el alma de Fausto, crean un papel difícil de olvidar. Su aria en la Kermesse fue soberbia.
Jonas Kaufman, es uno de los tenores del momento, canta con voz plena, como sabiendo lo hermosa que es, la perfección de su canto es notable, maneja los contrastes dinámicos a la perfección, todo lo anterior se complementa con su viril figura, no obstante, en emotividad, no logró conmover como la soprano Marina Poplavskaya, o como René Pape, probablemente, con otro elenco menos expresivo, la figura de Kaufman habría descollado más, en todo caso es un lujo poder verle y escucharle. Sus triunfos: su aria del tercer acto, y los variados dúos.
Russel Braun le otorgó particular fuerza a Valentín el hermano de Margarita, en particular cuando la maldice; con hermosa voz canto como Siebel (rol travestido) la mezzo soprano Michele Losier, tal vez le faltó más desenfado juvenil; Marta recibió una chispeante caracterización por parte de Wendy White.
El Coro, bastante correcto, sin llegar a superar otras presentaciones.
Un Fausto, musicalmente estupendo, con serias dudas en la puesta en escena.
Gilberto Ponce. (CCA)