VERSIÓN ESTELAR DE MADAMA BUTTERFLY.
Ante un colmado Teatro Municipal, se estrenó ahora la versión con el elenco Estelar, de Madama Butterfly, de Giacomo Puccini.
Al presenciar nuevamente la producción de Hugo de Ana, se confirman algunas de las apreciaciones hechas para la versión Internacional, donde lo más llamativo, sea el engolosinamiento en el uso de la multimedia, lo que en cierta medida se aleja de los patrones clásicos de la estética japonesa, en la que, generalmente la limpieza es una de sus características más relevantes.
Hugo de Ana, se ha caracterizado, por lo certero en las ambientaciones de sus producciones, en las que el equilibrio juega un rol de primera importancia; pero al parecer, al igual que muchos otros directores de escena, cayó ahora en la tentación tecnológica, con la que abrumó ciertas escenas, como cuando introduce esos curiosos árboles (similares a los pompones de las porristas) en la casa de Butterfly, a los que agrega, en multimedia, flores y pétalos, o como citamos antes, en la profusión de imágenes, en la noche previa a la llegada de Pinkerton.
En todo, caso ya manifestamos que se agradecen las notables soluciones en la règie, que transforman la ópera en un espectáculo creíble y emocionante.
En esta ocasión se introdujo, un cambio bastante importante, en la vestimenta del personaje de Pinkerton, a quien se vistió, más bien como un marinero de un barco bananero, sin la menor prestancia, mientras se la conservó en sus marinos, algo en buena medida desconcertante, es por ello que en la escena de matrimonio, resultó un tanto extemporáneo, pues aunque se puso chaqueta, fue casi pintoresco, en relación con la protocolar vestimenta del resto.
Reconocemos lo acertado de las primeras escenas, tanto como el desolado escenario, para las finales, en las que jugó perfectamente con la iluminación; sumamos a ello los valores que destacamos, para la otra versión.
Los solistas fueron encabezados por la soprano española Carmen Solís, quien dio plenamente en el personaje de Butterfly, con todas las actitudes propias de una japonesa, como en su modo de caminar, sentarse, apoyar las manos, etc. a ello agrega su hermosa y poderosa voz, pues aunque esta, no posee el volumen necesario en el registro bajo, en toda la tesitura restante, triunfa plenamente; sin duda, que muchos de estos logros, se deben al hecho de haber cantado el rol, en varias ocasiones anteriores. Fueron conmovedoras todas las escenas del tercer acto, y muy convincente en el primero y segundo.
Gonzalo Tomckowiack, fue Pinkerton, sin duda lo mejor en él, lo encontramos en el aspecto vocal, en el que se le vio seguro, a pesar que le faltó volumen, en particular en las escenas donde canta a dúo con Butterfly, algo que no ayuda en él, es que su actuación tiende a ser un tanto rígida; y pensamos que su logro mayor lo tuvo en una de las escena finales, cuando se avergüenza de su actitud con Cio Cio San, recibiendo una merecida bofetada, de parte de su esposa Kate.
Evelyn Ramírez, conquistó plenamente como Suzuki, con una actuación en extremo convincente, en la que matizó muy bien diversos estados emocionales, agregando su generosa y hermosa voz, uno de sus grandes momentos, fue el dúo con Butterfly, y la escena con el Cónsul y Kate.
Javier Arrey, fue un estupendo Cónsul Sharpless, excelente en lo vocal, y con una gran prestancia como actor, delineó al atribulado diplomático, que trata de componer las ambiguas actitudes de Pinkerton, convence plenamente al manifestar su dolor por el destino de Butterfly.
Gonzalo Araya, como Goro, repite su estupenda performance realizada con el elenco Internacional, Arturo Jiménez bastante bien como el Tío Bonzo, tanto como Roberto Díaz que cantó al Príncipe Yamadori; acertada en su breve, pero importante rol de Kate, estuvo Pamela Flores. El niño Ángelo Ocaranza, con gran personalidad actuó como el hijo de Butterfly.
El Coro del Teatro Municipal, mantuvo la excelencia mostrada con el otro elenco.
La Orquesta Filarmónica de Santiago, fue dirigida por José Luis Domínguez, que en lo general, mantuvo el buen sonido, pero tuvo algunos desajustes menores al inicio de la ópera, y los balances, no fueron siempre bien cuidados en su desarrollo, no obstante encontramos logros importantes desde la mitad del primer acto, pero creemos, que en aquellas partes dialogadas entre varios personajes, cedió mucho en la tensión, al retrasar demasiado los pulsos, pero fue certero en el dúo de amor, del primer acto, pero hacia el final, en el fragmento que canta Butterfly a su hijo, no siguió la progresión de la soprano Carmen Solís, al retardar el tempo.
No obstante, en la suma, creemos que cumplió un trabajo de importancia, en la compleja partitura.
Como era de esperar, el desgarrador final, arrancó las más entusiastas ovaciones de los presentes.
Gilberto Ponce. (CCA)