EL VIOLÍN MÁGICO DE SHLOMO MINTZ.

LOS DOS MUNDOS DE SHLOMO MINTZ.

A nadie le cabe la menor duda, que Shlomo Mintz es uno de los más grandes violinistas del presente, y uno de los grandes de la historia de la música, es por ello que cada que se ha presentado en nuestro país, su presencia ha volcado a muchos melómanos, a los lugares donde se presenta.

La Fundación Beethoven, ha sido siempre la feliz gestora de sus visitas, al igual que ahora, cuando se presentó junto a la Orquesta de Cámara de Chile, en el marco de la 41 Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, que se realiza en el Teatro Municipal de Las Condes.

Shlomo Mintz. foto seoulspring

En esta oportunidad se presentó en un doble rol, como solista -donde deslumbró-, y  también como director; primero interpretó el Concierto en Re mayor Op. 61 para violín y orquesta de Ludwig van Beethoven, y luego la hermosa Serenata Nº 1 en Re mayor de Johannes Brahms, obra que dirigió.

Cuando planteamos en el título de este comentario, los dos mundos de Shlomo Mintz, apuntamos, a que la excelencia obtenida en Beethoven, no se replicó en Brahms, debido a que la experiencia de Mintz como violinista, supera con creces, su tal vez corta carrera en la dirección.

Caricatura de Ludwig van Beethoven. foto taringa

El bellísimo Concierto para Violín y Orquesta de Ludwig van Beethoven, contó con el acompañamiento de la Orquesta de Cámara de Chile, conjunto que puso toda su excelencia musical, al servicio del ilustre solista.

La versión de Shlomo Mintz, es de serena contención, más cercana a  lo clásico que a lo romántico, privilegiando la claridad melódica, tanto en sus diálogos con instrumentos y grupos instrumentales.

Limpia y tal vez algo contenida, fue la introducción del primer movimiento, permitiendo escuchar el hermoso y a la vez musical sonido de la orquesta; luego del ingreso del violín, continuó el enfoque más meditativo que apasionado, donde las articulaciones y fraseos del solista, eran replicados en forma exquisita por la orquesta.

Orquesta de Cámara de Chile en otra presentación. foto viisonescriticas

Debemos destacar la simbiosis sonora , que se produjo entre Mintz y los músicos, quienes siguieron sus pulsos, hasta en sus más mínimos gestos, pues Mintz, no tenía mayor opción de volverse hacia los músicos, resultando muy meritorio, que cada inflexión, cada acelerando o retardando, resultaron perfectos.

A pesar que Shlomo Mintz, debió concentrarse además en dirigir la orquesta, su desempeño como solista, solo puede provocar admiración, por su bello sonido y los contrastes que logra con su instrumento, ora cantábile ora con fuerza, en una muestra soberbia de musicalidad.

Alguna sorpresa pudo causar el carácter que le otorgó a este movimiento, pero al final, tuvo que rendirse ante su apolínea belleza.

La cadenza, fue una exhibición maestra de las notables condiciones de Mintz, su virtuosismo en las dobles cuerdas y la extraordinaria claridad al contraponer los dos temas presentes, solo podemos calificarla de magistral, esta fue anticipo del mágico final.

El segundo, mostró un sensible diálogo entre solista y orquesta, con interesantes diferenciaciones sonoras en las familias instrumentales; sería injusto no destacar el pizzicato de las cuerdas, que acompañan uno de los momentos más hermosos.

El tercero mostró un juego espléndido de contrastes, y unos interesantes arcos, que complementan el canto del violín; una vez más, la cadenza fue una demostración del virtuosismo enorme de este destacado solista.

El Paganini, que entregó como encore, consiguió enormes y merecidas ovaciones.

Johannes Brahms. foto enterartemusik

En la segunda parte, se escuchó la Serenata Nº 1 en Re mayor, Op. 11 de Johannes Brahms, obra juvenil repleta de optimismo, donde no está ausente el humor; no obstante estas características, la versión de Mintz, fue de tal austeridad, que no creemos equivocarnos al plantear, que se alejó del espíritu con que fue escrita.

El gesto de Shlomo Mintz fue severo, por ello la versión sonó con falta de vitalidad o chispa, solo el último movimiento entró definitivamente en el carácter de la obra.

Shlomo Mintz dirigiendo. foto shlomo-mintz

Reconocemos la disposición de los músicos, su bello sonido y musicalidad, mientras seguían cabalmente, todas las indicaciones de la batuta.

Esta son las razones, que justifican “Los dos Mundos de Shlomo Mintz”, uno de los más grandes violinistas de nuestro tiempo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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