EL CONDE ORY

“EL CONDE  ORY” UNA FARSA DESATADA DESDE EL MET.

Luego de presenciar “El Conde Ory” Gioacchino Rossini en una transmisión en directo desde el Met. de New York, solo queda rendirse ante una puesta en escena, que supera todas las expectativas.

Juan Diego Flórez y "las monjas" foto tercera.com

Las razones sobran, comenzando por el elenco encabezado por Juan Diego Flórez, como el Conde Ory, rol que le permite lucir en plenitud su hermosa voz, mientras da muestras de una gracia y soltura propias del mejor comediante, y como si fuera poco, lo realiza en medio de un cúmulo de desafíos vocales, salvados espléndidamente por el ilustre tenor.

Diana Damrau. foto laopera

En contrapunto con Flórez, la hermosa soprano Diana Damrau, como la Condesa Adele apabulla tanto por sus condiciones vocales, como por las de actriz, en un rol que la obliga a pasar por  diversos estados emocionales, algo que logra con gran naturalidad.

Isolier un rol travestido (mujer que canta papel masculino), fue cantado por Joyce Di Donato mostrando su hermoso timbre de mezzo soprano, intentando enamorar a Adele, compitiendo nada menos que, con su propio

Joyce Di Donato. foto ideascultura

patrón el Conde Ory, su actuación en la escena con Adele y Ory es genial;  Stephane Degout cantó como Raimbaud el amigo y cómplice de Ory, con simpatía y cálido timbre.

Susanne Resmark, con maestría vocal y en actuación, asumió como Ragonde, la criada de Adele, en el breve rol del Tutor estuvo Michele Pertusi.

Un elenco de esta categoría tuvo en Maurizio Benini el mejor director, un verdadero experto en el estilo rossiniano y el bel canto, su manejo convirtió a la orquesta en un cómplice de los cantantes y de la graciosa historia.

Maurizio Benini. foto laopera

La escenografía de Michael Yeargan, nos adentra en: “teatro, dentro del teatro” replicado aquí como: “ópera, dentro de la ópera”, incorporando un personaje, que tanto, desde fuera como dentro del escenario, arma escenografía o dirige las acciones, factor que acentúa el carácter de la farsa.

Escenografía de la ópera. foto wmnr

La régie de Bartlett Sher fue un triunfo absoluto, caracterizando genialmente cada personaje, otorgándole gracia irónica a la escena de las monjas, todas hombres disfrazados, y en forma superior manejó, una escena de gran complejidad, que sin una mano experta puede resultar grosera y chabacana, es aquella del “ménage a trois” entre Ory, Adele e Isolier, en la cama de Adele, resuelta en forma fina, sugerente, con la dosis justa de erotismo, a la vez que divertida.

Damrau, Flórez y Di Donato en el trío. foto todoroms

El Coro, no solo cantó muy bien, fue graciosamente cómplice en su actuación.

Ory (Flórez) como consejero espiritual. foto whatsuprevista

En síntesis, un verdadero goce debido al excelente resultado musical, producto del acabado profesionalismo de un grupo de artistas, que brilla en lo más alto del firmamento musical.

El público de New York y el de Santiago, en el Nescafé de las Artes, aplaudió sin cansarse.

Gilberto Ponce. (CCA)

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