EL AMOR EN LA POLIFONÍA DE LA EDAD MEDIA.
“La Compañía De Céfiro” formada por un grupo de excelentes músicos, expertos en música antigua, ofreció un recital en la hermosa Iglesia de San Ignacio de Alonso Ovalle, en el marco de la Temporada de Conciertos 2010 del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado.
Tres Flautas antiguas (Sergio Candia, Carmen Troncoso y Elke Zeiner), Humberto Orellana en Vihuela de arco, Eduardo Figueroa en Laúd y Doris Silva junto a Paula Torres en canto, son los integrantes del sólido conjunto.
En el análisis debemos enfatizar que la acústica de esta iglesia, no les favorece, la gran reverberación impidió la audición correcta, de la vihuela y el laúd en la gran mayoría de las obras, impidiendo aquilatar el profesional trabajo de Orellana y Figueroa.
En líneas generales, nos habría gustado un mayor contraste entre las obras profanas y las religiosas, que se enfocaron en manera similar, muy ajustadas al estilo las religiosas y sin chispa ni ironía las profanas.
Entendemos, que esta es una línea de interpretación asumida por muchos conjuntos, a pesar de ello creemos, que la música profana medieval refleja sentimientos populares, que a veces son poco refinados y hasta vulgares. En esta oportunidad se optó más bien por la elegancia, que es algo que al conjunto le sobra.
Lo anterior es a propósito de la excelencia de sus intérpretes, quienes han dado sobradas muestras de profesionalismo y musicalidad, en cada oportunidad en que se han presentado, por ello es que nos permitimos ser más exigentes.
La “monodia” acompañada de las primeras obras anónimas tomadas del “Libro rojo de Montserrat” (Llibre vermell de Montserrat) presentadas a la manera de “antífonas” con los instrumentos, fueron cantadas con una “expresividad extática”, cautivando tempranamente al público, debido a la bella fusión de voces e instrumentos.
En “Ecco la primavera” de Francesco Landini destacó la estupenda ornamentación en las flautas.
Como parafraseando el título de la obra de Antonello de Caserta, titulada “Belleza perfecta”, la versión debe ser calificada de la misma forma, debido a su belleza envolvente con atisbos de polifonía.
Con enorme gracia fue cantada “Par maintes fois” de J. Vaillant, que mezcla onomatopeyas en sus diferentes estrofas, estas fueron cantadas en un entramado genial con las flautas.
Tal vez demasiado confusa de escuchar –debido a la acústica-, resultó “Nel bel giardino”, la primera de las dos obras de J. de Bononia, lográndose mejores cometidos en los diálogos de “Lux purpurata”, la segunda de ellas.
Creemos que el éxito absoluto fue la obra de Leonel Power, “Beata progenies” de profunda religiosidad y belleza, el sutil canto monódico, cantado por las dos solistas, agregándose dos de las flautistas, dejó suspendido al público, gracias a la versión ajustadísima en estilo, que tradujo de la mejor forma la fuerza interior de la obra, los calurosos aplausos fueron más que merecidos.
Débil fue “Triste plaisir et douleureuse joie”, aunque la fonética de la cantante, recogió hasta las inflexiones del francés antiguo.
Finalizaron con dos obras de Guillaume Dufay, “Ave Regina Coelorum” en ritmo de octavos, que fue un remanso diferenciador, en el los flautistas brillaron en la introducción, luego “Ce moys de may”, que si bien lo consideramos de gran factura, fue demasiado “escolástico”, muy serio, alejado del carácter del texto que merecía una versión más jubilosa.
Empero las consideraciones, solo nos cabe agradecer a la “Compañía De Céfiro” el hecho de interpretar esta música, pues son pocas las oportunidades de escucharla, y en tan estupendas versiones.
Gilberto Ponce. (CCA)