NOTABLE Y EXITOSO DON GIOVANNI ESTELAR.
En la misma y tenebrosa puesta en escena de la ópera Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart, con que el Teatro Municipal dio por concluida su Temporada Lírica 2012, se presentó el elenco de la llamada serie Estelar, que convoca entre otros a destacados cantantes nacionales.
Ante una sala atestada de público, y con muchos afuera, debido a que las entradas se agotaron, pudimos apreciar esta puesta en escena, que asume todas las consecuencias de asimilar al protagonista Don Giovanni con Drácula, en particular por las contradicciones, que analizamos en el comentario anterior.
No obstante ahora mencionaremos una muy importante, que ocurre en la última escena, cuando Don Giovanni junto a su criado Leporello, esperan la llegada de El Comendador asesinado por el burlador al inicio de la ópera, y que en un acto de extrema audacia le invita a cenar, durante la escena en el cementerio.
Dejaremos de lado, el que la mesa se haya transformado en una cama, donde los manjares que cenará el burlador, serán unas hermosas y “desvestidas” jóvenes, algo muy plausible ya que bien sabemos, que hablamos de su plato favorito.
El problema está en que El Comendador, figura central en el clímax no aparece, solo se escucha su voz (demasiado débil, por la ubicación que le fijó la régie), en cambio sí aparece en un enorme espejo el reflejo de Don Giovanni, que ahora está vestido muy similar a Rasputín, con pelo largo y canoso; salvo que se sabe que los vampiros no reflejan su imágen.
Además y cosa no menor, en el libreto El Comendador, en forma crucial toma la mano de Don Giovanni intentando que se arrepienta de su vida y los males causados, por ello y ante la negativa de este, lo conduce al infierno; como aquí no hay Comendador, solo el reflejo del libertino, este se hunde solo, al parecer porque la voz logra que su mesa-cama, se abra para ser tragado por el infierno.
Aceptemos la teoría de la régie, pero al omitir la presencia de las tres voces masculinas graves, uno de los momentos más espectaculares y únicos en la historia de la ópera, esta se diluye al faltar uno que canta desde fuera.
Analicemos, ahora los aspectos que consideramos de valor en esta versión; en el programa se menciona a Rodrigo Navarrete como repositor de la Ópera Estelar, dato de gran importancia, que permite observar diferencias en las intencionalidades de los personajes, a manera de ejemplo, el tratamiento jocoso de Leporello; acentuar el comportamiento de vampiros por parte de los personajes que han llegado a serlo, pero a la manera de una sátira cercana a la comicidad; el hacer cantar con voces distorsionadas a Giovanni y Leporello, cuando cambian de roles, y en la escena final mostrar el terror del criado, mientras Don Giovanni se debate con el ausente Comendador.
Estos cambios le otorgaron agilidad a la propuesta, la que se vio complementada con la vital dirección orquestal de José Luis Domínguez, que rescató frases, logró contrastes expresivos, y fue capaz de mostrar una progresión que culminó en la estupenda escena final, en la que consiguió un emotivo dramatismo; la orquesta respondió muy alerta a cada uno de sus requerimientos.
Patricio Sabaté como Don Giovanni, consiguió otro notable éxito, tal como lo viene haciendo en cada uno de los diferentes personajes que ha interpretado; ahora con carácter sensual, irónico, despreocupado, prepotente y libidinoso, todo con su fonética perfecta y espléndida voz, su escena final fue de fuerza arrolladora.
Siempre hemos alabado su capacidad histriónica, acompañada de su hermosa voz, Ricardo Seguel, siendo sinónimo de seguridad por su profesionalismo, sus intervenciones “tan humanas”, arrancaron carcajadas, su “Catálogo” cantado a la pobre Doña Elvira, ciega por Don Giovanni, fue soberbio; su dúo con Sabaté cuando cambian de roles para conquistar, simplemente genial.
Nos pareció muy interesante, el hecho tal vez intencional, de poner dos timbres vocales muy diferentes en los roles de Doña Ana, de voz brillante, en oposición a la aterciopelada voz de Doña Elvira.
Natalia Lemercier, que fue Doña Ana cantó con voz segura y convincente actuación, aunque no siempre cómoda en las coloraturas, pero con enorme musicalidad en cada una de sus arias y concertatos; en el caso de Marcela de Loa-Holzapfel, pensamos que este papel, no le acomoda bien en lo vocal, como otros donde ha triunfado ampliamente, su registro grave tuvo dificultades de audición, en contraste tuvo grandes momentos, como en su terrible y difícil aria del acto dos, actuando con prestancia en su “complejo”, por no decir delirante personaje, que obsesivamente persigue a Don Giovanni.
Iván Rodríguez cantando como Don Octavio, volvió a mostrar su bella voz, pero su volumen es demasiado escaso, sus arias fueron cantadas musicalmente, pero en los conjuntos (concertatos) fue inaudible, en actuación debiera dar pasos para mejorarla.
Hermosa voz e intuición como actriz, mostró Marcela González, al enfrentar el papel de la insegura Zerlina, su dúo con Masetto, fue en extremo gracioso.
Demasiado estático como actor, y con voz irregular cantó Pablo Jiménez el papel de Masetto.
El Comendador fue asumido al igual que en la otra versión, por Alexey Tikhomirov, volviendo a sufrir, la mala ubicación que le concedió la régie en la escena final.
El Coro, ratificando todo lo que hemos dicho de su excelencia.
No obstante algunas de las objeciones, este elenco consiguió enormes ovaciones, las que parecían no querer finalizar, en agradecimiento al alto nivel ofrecido.
Gilberto Ponce. (CCA)