CUARTETO DE LEIPZIG OVACIONES Y AGRADECIMIENTOS.
Que el público sienta agradecimiento con los intérpretes de un espectáculo, es algo normal, pero lo que no ocurre, es que estos agradecimientos los manifiesten a voz en cuello frente a los artistas, y precisamente esto es lo que ocurrió el lunes recién pasado en la presentación del soberbio Cuarteto de Leipzig, en su concierto para Temporada Internacional Fernando Rosas de la Fundación Beethoven.
Ante un colmado Teatro Municipal de Las Condes el conjunto nuevamente maravilló al igual que en su debut hace algunos años, alguien dijo: “ellos demuestran que los rayos pueden caer nuevamente en el mismo sitio”, pues ocurrió que ya desde el cuarteto de Mozart, se escucharon numerosos “gracias” sumándose a las ovaciones, por el impacto ante esta muestra de perfección.
Es tal la conmoción que provocan sus interpretaciones, que el público escucha casi en religioso silencio mientras tocan, el que se mantiene incluso entre cada movimiento, ocasión donde muchos en un rito bastante molesto, tosen.
Los organizadores tuvieron que recurrir a este cuarteto, para reemplazar al Cuarteto Emerson -otro de los grandes-, pues estos cancelaron su gira por Sudamérica, y es así que gracias a un afortunado azar, el Leipzig pudo llegar hasta nuestro país.
El Cuarteto Nº 17 en Si bemol mayor, K. 458 de Wolfgang Amadeus Mozart fue una muestra perfecta del estilo clásico en su serena expresividad; a lo largo de sus movimientos se pudo apreciar un exquisito fraseo con ajustadas articulaciones y acentuaciones que realzaron los diálogos entre instrumentos.
Señalemos la gracia del primer movimiento con su jubilosa coda, la transparencia de Menuetto, el Adagio que en su introducción parece plantear un pregunta acentuando el ambiente melancólico predominante en esta parte, destacaremos los increíbles pianissimo logrados, que confluye en el suspendido y emocionante final. En el Allegro final mostraron deliciosos juegos melódicos, donde se puede intuir incluso algo de humor.
La primera parte concluyó con el hermoso Cuarteto Nº 3 en Re mayor, Op. 18 de Ludwig van Beethoven, la obra que sigue el esquema desarrollado por Haydn y Mozart avanza tanto en contenido emocional como en técnica de composición.
Desde el inicio se percibió peso sonoro y avance en un estilo que abandona el clasicismo, dando cuenta de un espléndido manejo dinámico en una obra exigente de gran virtuosismo. El Andante con moto de carácter introvertido en su desarrollo pareciera buscar la luz a través de una extrema expresividad, destacaremos la levedad casi conmovedora del final.
El Allegro que sigue posee un carácter cantábile pero exigiendo gran virtuosismo, allí se vio todo lo que el Cuarteto Leipzig es capaz de desarrollar en este sentido. El Presto final de fuerte complejidad por ello muy virtuoso, posee secciones a dúo de los violines y de la viola y el violoncello, mostró el absoluto afiatamiento que los músicos poseen y que les ha llevado al lugar que ocupan en el mundo de la música.
La segunda parte ocupó solo el monumental Cuarteto Nº 15 en La menor, op. 132 una de las obras finales escritas por Beethoven que muestra un mundo a veces desolado o de serena filosofía, en el que el autor pareciera presagiar su final cercano.
Es así que el primer movimiento con su larga, desolada y expresiva introducción sugiere una especie de búsqueda interior, y su desarrollo de cerrada polifonía muestra un Beethoven con nuevas claves melódicas y armónicas, en esta parte concede al violín I un fuerte protagonismo.
El Andante que sigue es un verdadero juego de contrastes, entre las que destaca la sección en armónicos, tocados de forma perfecta. Desde la nada en un asombroso pianissimo, se inicia el extenso tercer movimiento Molto Adagio que conduce al tema central de gran profundidad en sentimientos, existiendo pocos momentos de luz, lo que plantea que la expresividad no se manifieste desgarrada. El Cuarto les permitió desarrollar tanto expresividad como virtuosismo, para llegar finalmente al Presto conclusivo que en su brevedad muestra un mundo nuevo, contrastado fuertemente con el movimiento anterior, aquí se esboza algo de optimismo que fue magníficamente conseguido por los músicos, las ovaciones y muestras de agradecimiento les llevaron a ofrecer otro movimiento del mismo Beethoven, finalizando una jornada memorable.
Gilberto Ponce. (CCA)