CONTRASTES SINFÓNICOS.

FIESTA CON VIOLINES Y A TODA ORQUESTA EN LA SINFÓNICA.

Un programa de tanto interés, como contrastante, fue el que realizó la Orquesta Sinfónica de Chile, el pasado viernes 14.

Claro, no es usual que compartan el escenario, obras barrocas con una contemporánea, y es en este punto, donde el conjunto sinfónico, mostró una gran versatilidad, enfrentando ambos estilos rigurosamente.

Antonio Vivaldi ocupó la primera parte, contando con el violinista polaco Robert Kwiatkowski, en la dirección y como intérprete.

Robert Kwiatkowski. foto visionescriticas

El grupo de cuerdas y clavecín, que le acompañaron, enfrentaron con la mayor musicalidad, un estilo que no interpretan con frecuencia.

La “Sinfonía para cuerdas y continuo en Do mayor” que inició la jornada, evidenció el pulcro acercamiento estilístico, excelente manejo de contrastes dinámicos y de tempo, claridad en las voces, dando cuenta de un acabado estudio de arcos y articulaciones. Cantábile y expresivo fue el segundo movimiento, así como vital en sus diálogos fue el tercero.

Antonio Vivaldi (caricatura). foto redmayor

Seguidamente Kwiatkowski, junto a Héctor Viveros y Alberto Dourthé, interpretaron el “Concierto para Tres violines, cuerdas y continuo, en Fa mayor”, donde los solistas buscaron timbres sutilmente diferentes, vitalizando fuertemente la versión.

Destacaremos los juegos dinámicos del primer movimiento, que incluyó además pequeños cambios en velocidad, que casi provocan algún desajuste. Del segundo, llamó la atención el dúo melódico entre el primer y tercer violín (Kewiatkowski y Dourthé) mientras el segundo (Viveros) replicaba con musical pizzicato, debemos mencionar el acertado acompañamiento del chelo del continuo (Celso López). El tercero ratificó las virtudes anteriores, para  una gran interpretación, por lo que algún pequeño desliz de afinación en Dourthé, no empañó en nada la excelencia de la versión.

Robert Kwiatkowski. foto facebook

Posteriormente Robert Kwiatkowski, dio amplia muestra de su musicalidad y talento al interpretar, el “Concierto para violín y cuerdas en Do mayor” también de Vivaldi, a lo largo de sus tres movimientos, desplegó todo su virtuosismo, logrando exquisiteces dinámicas en las partes rápidas, así como sensibilidad expresiva, en la parte central. La orquesta le acompañó estupendamente, en diálogos de sorprendente precisión.

El solista logra cambios en peso y timbre; a veces sólido y brillante, así como aterciopelado e íntimo, realzando la sensualidad barroca, por ello el público no se cansó de aplaudirle.

En la segunda parte Michal Nesterowicz, dirigió de memoria el complejo “Concierto para orquesta” de Witold Lutoslawski, obra escrita para una enorme orquesta, repleta de dificultades, por sus constantes cambios dinámicos, de carácter y tempo, lo que obliga al director a una férrea conducción, para darle unidad.

Michal Nesterowicz. foto abc.es

Nesterowicz fue el director preciso, por su sólido conocimiento de la partitura, demostrado en sus gestos precisos, y en extremo sobrios.

Consiguió de sus músicos, una respuesta espléndida, evidenciando el  interés, porque el resultado fuera de la mayor excelencia.

Retrato de Witold Lutoslawski. foto exafono

Brillantes los bronces, musical y precisa la percusión, muy bien timbradas las maderas, mientras que las cuerdas mostraron ampliamente, el alto nivel que han logrado.

En más de un momento, recuerda el “Concierto para orquesta” de Bela Bartok, aunque su lenguaje es muy personal, es una verdadera fiesta de timbres y colores, mezclados con cambios de carácter.

El inicio fugado, en las cuerdas, con el solemne timbal, casi en ostinato, anticiparon la solidez musical del resto, impresionante fue el final del primer movimiento, casi esfumándose.

Bellísimo es el inicio de la segunda parte “Capriccio notturno e ariso” en dinámica piano, que conduce al forte de la parte central, a estas alturas, la totalidad de la orquesta ya ha sido exigida casi al máximo de su capacidad.

El genial final nos lleva al tercero, “Passacaglia, tocata e corale” que se inicia con hermoso y sugestivo pizzicato en los contrabajos, que es casi hipnótico, a ellos se suman las cuerdas graves, que se contrapone a una melodía del corno inglés, de allí una solemne y gran progresión dinámica que envuelve a toda la orquesta.

El público ovacionó largamente, el gran desempeño de la Sinfónica, conducida espléndidamente por Michal Nesterowicz.

Gilberto Ponce. (CCA)

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