MAGADALENA AMENÁBAR Y CONJUNTO DE CÁMARA.
Un hermoso concierto, con ocasión del inicio del Mes de María, fue el ofrecido por la soprano Magdalena Amenábar y un Conjunto de Cámara, compuesto por Hernán Muñoz violín I, Cristián Jaramillo violín II, Natalia Cantillano viola y Paulina Mülewiehoff en violonchelo.
En el transcurso de el, se escucharon una serie de obras religiosas, culminando con el estreno del Salve Regina de Vincenzo Bellini, con un resultado que encantó al público que llenaba la Iglesia de Los Castaños de Vitacura, concierto que corresponde al programa VITACULTURA, de la Municipalidad de Vitacura.
El programa fue creciendo a medida de su avance, y algún pequeño desajuste instrumental o algún débil agudo ocasional de la soprano, quedaron totalmente opacados, por la solvencia demostrada en el resto.
De estructura poco común es el Choir of angels, all around thee, delDeborah oratorio Deborah de Georg Friedrich Haendel, en el que a pesar de los continuos cambios, dio muestra de notable afiatamiento en los intérpretes, que secundaron eficientemente a la solista, que mostró su habitual hermosa voz.
El Coloquio espiritual “O mio Signor”, basado en el famoso “Largo” de la ópera Xerxes del mismo Haendel, que siguió el programa, fue de gran expresividad, mostrando la soprano excelente manejo dinámico.
Luego una de las grandes obras del programa; el Salve Regina de Giovanni Battista Pergolesi, en cuatro partes -que fueron aplaudidas por el público, después de cada una de ellas-, en esta obra, un agudo le jugó en contra a la solista, así como algún fragmento, el pulso se desajustó en los instrumentistas, pero en contrario, todos los intérpretes dieron cuenta de enorme musicalidad y expresividad en una obra particularmente exigente.
La Meditación de la ópera Thaïs de Jules Massenet, recibió de parte de los instrumentistas, una sensible interpretación, que rescató su carácter, a pesar de ser tocada solo con cuatro instrumentos.
El estreno del Salve Regina, de Vincenzo Bellini, fue una hermosa sorpresa, obra que reúne todas las características operáticas de su compositor, en ella tanto la solista como el acompañamiento, lograron cotas de alta expresividad, con las que lograron conmover a los presentes, que no dudaron en aplaudirla calurosamente.
Finalizaron con el Ave María, atribuida a Giulio Caccini, en el que Magdalena Amenábar mostró la belleza en el manejo del pianissimo, así como en los sutiles juegos dinámicos, permitiéndole mostrar nuevamente su bella voz, mientras sus acompañantes mostraban exquisita musicalidad y hermoso sonido.
El público consiguió mediante sus aplausos, que los artistas ofrecieran como encore, “O mio Signore” de Haendel.
Gilberto Ponce. (CCA)