BUENAS NOTICIAS DESDE NEW YORK.
El fin de semana asistimos a la transmisión en directo desde el MET de New York de la famosísima ópera Carmen de Georges Bizet, cuya fama y popularidad hacen que siempre logre llenar los teatros donde se presenta.
Precisamente y a pesar de la fecha, en plenas vacaciones, el Nescafé de las Artes estuvo desbordante de un público ansioso de ver una vez más, una de sus óperas favoritas.
La producción vista antes con Elina Garança en el rol titular, tiene una escenografía de carácter conceptual que pertenece a Rob Howell, usa un panel circular para recrear las diferente locaciones, pero sus resultados son disparejos, debido a que a veces interfiere movimientos tanto como restringe sus espacios, en el último acto fue más que evidente, en el desfile de las autoridades y el elenco de toreros, banderilleros y otros que tuvo resultados bastante pobres.
Creemos en contrario que fue muy eficaz en la escena de los Contrabandistas, pues logra recrear muy bien los desfiladeros de las montañas donde transitan los contrabandistas. El vestuario también de Rob Howell, bastante acertado.
Pensamos que la dirección escénica de Richard Eyre, que acentúa los movimientos de comparsas y figurantes -todos de gran desempeño-, no logró en la mayoría de los cantantes principales la consecución de sus objetivos, debido a la debilidad actoral de algunos de ellos.
Louis Langrée a cargo de la dirección musical lo hizo con buenos resultados en todos los preludios e interludios, pero su pulso en largos trazos fue más bien laxo, y con demasiados desajustes en los concertados con solistas y coro.
La joven mezzosoprano Clémentine Margaine fue una Carmen con una bella voz, pero con una actuación bastante fría, y lo que es más, mirando permanentemente al director restándole credibilidad en su actuación, algo demasiado apreciable en estas transmisiones, que acercan la cámara al rostro de los protagonistas, sus arias no fueron un soporte para el éxito que obtienen en otras presentaciones, tal vez esta función específicamente no fue plenamente lograda, a su favor pensamos que su juventud, le da oportunidad de trabajar mejor lo dramático y su interacción con los otros personajes, para aprovechar mejor su excelente material vocal.
Roberto Alagna fue un Don José bastante distante, solo en el último acto tuvo la expresividad requerida, tal vez la razón que ese día no se encontraba en su mejor forma vocal, pues su canto fue en extremo cuidadoso y desafortunadamente tuvo en más de alguna oportunidad problemas de afinación.
Alexsandra Kursak fue, quien sin duda en esta función alcanzó la mejor performance entre los titulares, su bellísima voz y su excelente actuación la convirtieron en uno de los cantantes más ovacionados, no dudamos que con su juventud y calidad actual, tendrá un prometedor y un gran porvenir.
Escamillo lo cantó el barítono ruso Alexander Vinogradov, quien posee el físico preciso para el rol del torero, su timbre de voz es hermoso en una tesitura amplia, solo nos hubiera gustado que fuese más expresivo.
En los comprimarios es donde se dieron las otras buenas noticias, debido a que el papel de Dancairo uno de los contrabandistas, que fue cantado sobresalientemente por el barítono chileno Javier Arrey, quien viene desarrollando una muy interesante carrera internacional, en esta oportunidad lo hizo con su espléndida voz, y como posee naturalmente gran prestancia escénica, que complementa con una muy convincente actuación y naturalidad en el escenario, factores que sumados a su calidad vocal, no nos cabe la menor duda que tendrá un gran futuro en el mundo de la lírica.
Del mismo modo, el papel de Frasquita cantado por la soprano Sydney Mancasola, fue otra de las revelaciones, de sólida y hermosa voz conquistó plenamente con un gran trabajo en el aspecto de actuación.
El resto de los comprimarios cantó y actuó en forma muy convincente.
Gilberto Ponce. (CCA)