CAPELLA ISTROPOLITANA EN LA FUNADCIÓN BEETHOVEN.
Sensaciones un tanto encontradas, tuvo la presentación de la Capella Istropolitana, en la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, de la Fundación Beethoven.
Decimos lo anterior, debido a que un accidente, impidió la presentación del trompetista Marek Zvolanek, debiendo cambiarse a última el programa, lo que tal vez influyó en que los resultados no fueran de la excelencia esperada.
Con esto, no descalificamos la calidad innegable del conjunto, simplemente estimamos, que su presentación no estuvo a la altura de sus muy bien ganados pergaminos.
El programa debió ser modificado, siendo los conciertos para trompeta de Vivaldi y Telemann, reemplazados por el Concierto para Dos violines, en Re menor de Johann Sebastian Bach.
Este fue interpretado, como segunda obra del programa, por Robert Marecek (concertino) e Igor Marsalek, en una versión bastante formal, en la que ambos solistas lograron, solo una leve diferenciación de timbres, que habría resaltado mejor fraseos y diálogos, el resto de las cuerdas respondió adecuadamente, al relato de ambos solistas.
Consideramos, que su mejor resultado lo obtuvieron en el segundo movimiento, el Largo, que fue tomado en tempo leggero, y con hermoso canto, en ambos solistas.
Su presentación, la abrieron previamente con la Suite para Cuerdas de Leos Janácek, obra que en sus seis partes, exhibió las mejores características de los visitantes, pues ya desde el primer movimiento (Moderato) mostraron sonido pastoso y cuidadoso fraseo, manejando contrastes de manera expresiva, el Adagio que sigue, que en general posee dinámica piano, fue tocado con extrema sensibilidad, señalaremos, que esta parte, está escrita solo para violines y violas.
Elegante y gracioso fue el Andante con moto, en su carácter danzante; el Presto, fue un exquisito juego de contrastes dinámicos, la sección central fue muy expresiva; la melancolía dolida y oscura del siguiente Adagio, permitió expresivos y sutiles diálogos entre el chelo solista y el resto de la orquesta; el Andante final, terminó por acrecentar los valores mostrados en las partes anteriores.
La primera parte concluyó con la Suite en tiempos de Holberg Op. 40 de Edward Grieg, que se constituyó en el otro gran éxito de su presentación; ya en el Preludio, mostraron fuerza y carácter, además de gran claridad en cada uno de sus temas, la Sarabanda fue ágil, cantabile y de hermoso sonido, la Gavota mostró musicales contrastes, y con sutil expresividad se interpretó el Aria, que se contrastó fuertemente con el Rigodón final, de carácter más popular, que les permitió exhibir precisas articulaciones y extrema gracia en los pizzicato. En suma una estupenda versión.
La obra de cierre, Souvenir de Florence de Piotr Ilich Tchaikovsky, fue de luces y sombras, pues curiosamente la calidad del sonido fue dispareja, a ratos bastante dura, y en fragmentos al borde de la estridencia en los violines, y si a ello sumamos varios desajustes de pulso, estaríamos por pensar que la versión fue malograda, no obstante la calidad del expresivo diálogo entre violines y chelo, acompañados del musical pizzicato, del Adagio cantabile, a lo que se suma la excelencia del inicio del Allegro vivace final, de gran belleza, compensaron una versión que sorprendió por lo señalado en los párrafos anteriores.
Si bien los encore, Piazzolla incluido terminaron por conquistar al público, creemos que la Capella Istropolitana, no respondió plenamente a su pergaminos, que le han ganado reconocimiento universal.
Gilberto Ponce. (CCA)