LA CAMERATA VOCAL DECEPCIONA.
Para los interesados en el mundo coral chileno, existen numerosos grupos de cantantes aficionados y muy pocos con cantantes remunerados por su labor artística. Se supone que a estos últimos se les elige por un exigente concurso técnico y que, por lo tanto, su actuación marca una considerable diferencia con los amateurs; pero hay veces en que eso no ocurre y la diferencia con los mejores conjuntos aficionados desaparece.
Se anunció en los medios que la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, coro de 15 cantantes profesionales que dirige el maestro Juan Pablo Villarroel, cantaría en el Teatro de la Universidad de Chile un programa dedicado íntegramente a obras francesas seculares.
El orden señalaba tres canciones de Debussy, tres de Ravel, algunas obras de Fauré y Saint Saens, y al final tres canciones de Francis Poulenc. Un programa muy atractivo para este comentarista, que conoce bien las obras y lamenta que ellas no figuren más a menudo en recitales corales.
Creo que el principal problema de los directores, es que para los chilenos el idioma francés es complicado y su particular sonoridad presenta una dificultad casi insalvable, lo que explica que cuando se incluyen obras francesas estas sean religiosas pues por lo general están en latín. Villarroel hacía una labor muy loable al programar textos de poetas franceses.
Es cierto que las canciones de Ravel y Debussy figuran a veces en recitales de coristas aficionados, pero con resultados que distan de ser excelentes. Son obras maestras difíciles de afinar en su armonía cromática, característica que también encontramos en varias obras de Poulenc.
La Camerata Vocal no cumplió en ellas un buen cometido y no pareció ser un coro virtuoso y de entonación firme.
En verdad, en el maravilloso ciclo de Debussy que abrió el concierto sonó inseguro y con afinación inestable. Las obras de Fauré y Saint Saens menos complicadas con bellas melodías románticas acercaron al coro a un mejor nivel artístico.
Este concierto fue perjudicado, además, por un problema organizativo al no respetarse el orden de ejecución anunciado en el programa impreso, en el aviso de los medios y en el propio cartel colocado a la entrada del teatro.
Es algo que cuando ocurre, se cumple con advertir a viva voz al público asistente, los cambios que se realizarán; generalmente lo hace el director del conjunto, pero eso no ocurrió.
Sólo porque este comentarista conocía bien las obras, advertió la disconformidad, pero ¿cuántos más lo habrán hecho?. En la ocasión el público era muy escaso, pero igual y por respeto, debería haberse cumplido con la base mínima de un concierto de extensión.
No fue pues, un buen concierto y quizás se trató de una mala tarde. Sin embargo me inquieta algo más importante: después de haber escuchado a este coro en los últimos años, en conciertos a capella con obras muy diferentes, creo que sus ejecuciones muestran un buen trabajo técnico pero, al mismo tiempo, un estilo cercano a la monotonía por escasa fantasía expresiva para diferenciar las diversas obras.
Será un grupo profesional claramente superior al resto, si pone más atención al colorido tonal y acentos expresivos, tratando de que parezcan naturales. Así acercará al público a la magia y tesoros del mejor canto coral del mundo.
Sergio Escobar. (CCA)