SHOSTAKOVICH SORPRENDENTE POR EL SOLÍSTICO DE SANTIAGO.
En la Sala La Capilla del Teatro Municipal de Santiago, se presentó, en el marco de los Conciertos de Mediodía, la sorprendente orquesta de cámara, Solístico de Santiago, integrada por nueve cuerdas (cuatro violines, dos violas, dos chelos y un contrabajo), todos integrantes de la Orquesta Filarmónica de Santiago.
El conjunto de muy reciente formación, muestra resultados, que solo pueden ser calificados de óptimos, y las razones, son varias, entre ellas, su hermoso, afinado y afiatado sonido, musicalidad a toda prueba, y particularmente certeros en estilo; lo anterior revela su acucioso estudio, pues respiran, atacan y cortan con extrema naturalidad, haciendo que sus versiones sean un real goce de escuchar.
En esta oportunidad, el programa estuvo dedicado casi en su totalidad a Dmitri Shostakovich, incluyendo además una obra del compositor de música para el cine, John Mills.
Además en esta ocasión, contaron con la participación de la gran pianista Paulina Zamora, y la del joven y muy solvente trompetista Rodrigo Arenas, en calidad de invitados.
Las dos piezas para octeto de cuerdas, del autor de referencia, con las que abrieron su presentación, les mostró muy sólidos en expresividad, debido a los estupendos fraseos y diálogos entre las voces.
Luego estrenaron de John Mills, Box inside the box, agradable obra, sin mayores exigencias, en la que intervino otro invitado, el director Zilvinas Smalys, fagotista y compositor lituano avecindado en Chile, quien con gesto bastante claro, dirigió la partitura que incluye juegos rítmicos, cercanos al ostinato, además de imitaciones y diálogos instrumentales, y su estilo recuerda el blues americano, la respuesta instrumental fue de alto nivel.
Posteriormente en versión de cámara se interpretó el Concierto Nº 1 en Do menor, para piano y trompeta, en Do menor, obra de envergadura, en la que intervinieron Paulina Zamora en piano y Rodrigo Arenas en trompeta.
De la versión señalaremos en primer lugar, el absoluto afiatamiento de ambos solistas con el grupo instrumental, donde, en todo momento derrocharon musicalidad.
Del primer movimiento, destacaremos el sensible diálogo establecido entre el piano y las cuerdas, que seguían exhibiendo un hermoso sonido, asimismo es destacable la poderosa progresión dinámica mostrada por la pianista, mientras que, el certero ingreso de la trompeta ratificó la excelencia de la versión.
El movimiento Lento, fue enfocado en forma cantabile cercano a la sutileza, mientras que los finales fueron brillantes y enérgicos, observándose en todo momento, un cuidadoso balance sonoro.
Es preciso señalar, como y en forma natural y con gracia, los intérpretes se adentraron en el carácter a ratos irónico que plantea la obra.
Capítulo aparte fue el extremo virtuosismo, mostrado tanto por Paulina Zamora, como Rodrigo Arenas y el Solístico de Santiago, que contaron con la certera coordinación de Zilvinas Smalys en la batuta.
Finalizaron con la versión de cámara (llamada también Sinfonía de Cámara) del Cuarteto Nº 8 en Do menor, op 110, obra que recoge una de las imágenes más fuertes y conmovedoras, para Shostakovich; la visión destruida y desolada de la ciudad de Dresden.
En esta obra donde autor, alude a otras de sus obras, es fundamental adentrarse en el carácter de la misma, haciendo aflorar toda su carga dolorosa y emocional; es en este aspecto, donde consideramos que los Solísticos de Santiago –sin director-, aciertan plenamente, su versión fue a ratos conmovedora, con fraseos, arcos, articulaciones, así como intencionalidades, de la más exquisita musicalidad.
Sin el menor titubeo, en medio de las múltiples dificultades, muchas de ellas rítmicas, condujeron la versión por caminos profundos, a la vez que bellos.
Finalizaron, como encore, con otra obra de Mills, que en verdad, solo vino a romper la magia provocada por la obra maestra de Shostakovich.
Sin duda, un conjunto que invita a volver a escuchar.
Gilberto Ponce. (CCA)