BORTOLAMEOLLI TRIUNFA CON LA NOVENA DE MAHLER.
En cierta oportunidad, un alumno me preguntó; ¿ qué hago para comprender lo mejor posible, la música de Mahler? A veces, creo entenderla, pero muchas veces me pierdo.
Mi respuesta fue: simplemente, dejarte interpelar, porque así, como Beethoven decía que escribía, lo que imperiosamente tenía que comunicar, del mismo modo, Gustav Mahler lanza pensamientos, deseos, temores y esperanzas, dejando entrever, muchas de sus vivencias espirituales y humanas: por ello es que creo que, simplemente hay que entregarse, sin prejuicios, ni preconceptos, para que su música nos hable, directo al corazón, y tal vez, a nuestra alma, aunque a veces nos incomode, ya que siempre, algunas de sus melodías, tocan esas fibras misteriosas, que solo el arte, consigue tocar para conmover.
Paolo Bortolameolli y parte de la Filarmónica de Santiago, en pleno concierto. foto Juan Millán
Lo hemos dicho otras veces, el mundo de Mahler es desafiante, por la multiplicidad de elementos, que encontramos en su música, los que pueden llegar tanto a lo sublime, como mostrar asimismo la miseria humana, e incluso la propia. Aunque siempre se nos revelará, su búsqueda incesante, tanto espiritual como de paz interior, que tal vez, le fue demasiado esquiva.
Sus obras, son la constatación de esta búsqueda, allí se trasluce el mundo que lo rodeaba, pues sabemos que, fue discriminado, incomprendido al tiempo que muy admirado. Su vida sentimental, fue controvertida, tanto porque él mismo, no fue modelo de fidelidad, así también sufrió la humillación, de las infidelidades de su esposa Alma, a quien, a pesar de todas las circunstancias, amó profundamente.
Otra condicionante de su vida, fue su temor a la muerte, pues sufrió la pérdida de su hija mayor, siendo esta muy pequeña, paradójicamente, unos años antes había escrito uno de los ciclos de canciones más dolorosos, “Canciones para los niños muertos”, también sufrió, el suicidio de un hermano, y al mismo tiempo, la fragilidad de su salud le angustiaba, y no debemos olvidar que, simultáneamente ansiaba, que su éxito como director de orquesta, se replicara también como compositor.
Bortolameolli, en otro momento de la versión. foto Juan Millán
Esta variedad de elementos, le otorga a su música, características muy particulares, que son un desafío, para el oyente, debido a la cantidad de contrastes, que encontramos en ella, los que se manifiestan en maravillosos adagios, fragmentos de inusitada fuerza, que de pronto pueden transformarse, en fanfarrias militares o también otros casi grotescos, y sin dejar de lado, los länder (canciones de corte popular danzables), elementos que a veces se refuerzan con textos cantados por solistas y o coros.
La Novena sinfonía, es la última que completa Mahler, de la Décima solo existe, casi completo el primer movimiento; esta novena, le tomó cerca de dos años, finalizándola en 1909, mientras él, moriría de su antigua afección cardíaca en 1911, el mundo la llegaría a conocer, gracias al estreno en 1912 en Viena, dirigida por Bruno Walter.
Esta obra causó un enorme impacto, porque más allá del programa implícito, es la partitura que se acerca más a la modernidad, por las aún inusuales y múltiples incursiones armónicas, su trabajo de las disonancias, que mezclada con una instrumentación en algunas de las familias, logra momentos sobrecogedores; no olvidemos que Mahler fue un gran director, por ello conocía muy bien la maquinaria orquestal, por ello, lo expuesto en su partitura, es su deseo expreso.
Podemos calificar la sinfonía, como circular, se abre y cierra con singulares pianissimo, surgiendo como de la nada, el comienzo del primer movimiento, y finaliza el cuarto llegando al silencio, que provoca la despedida o bien la muerte.
Es curioso constatar, que varias sinfonías finalizan, con movimientos lentos (tercera, cuarta y novena además de La Canción de la Tierra) donde tal vez Mahler condensa, sus pensamientos más profundos.
Paolo Bortolameolli, dirigiendo la Novena de Mahler. foto Juan Millán
La Novena, aborda reflexivamente, los temas de “la despedida” y la “muerte”, que tal vez ya presagiaba, por tanto, la podemos considerar como su despedida de la vida, tanto como poniendo a la muerte, como misterio, razón que obliga al director, como intérprete, a entrar en ella sin superficialidad, tratando de reproducir, los profundos sentimientos del compositor.
En este aspecto Paolo Bortolameolli, demostró, en su breve, pero precisa charla introductoria, que su acercamiento, era producto, de un profundo estudio, no solo de la partitura, también del entorno y circunstancias que rodeaban al compositor.
Pues nada de lo observado en su versión, fue arbitrario, construyéndola en un todo unitario, en expresividad y profundidad, desde el inicio hasta el final, en un continuo, que mantiene una progresión dramática constante, logrando que el oyente, se asombre, conmueva o inquiete, por los diferentes estímulos que provoca su música.
El primer movimiento, marcado “Andante cómodo”, que en el fondo es una solemne Marcha Fúnebre, Bortolameolli, acentuó con claridad, cada motivo, tema y diálogo, que se mezclan con el obsesivo tema de las dos notas, que primero presentan las cuerdas bajas, el arpa y el corno; el carácter como cansado, que lo atraviesa, se intercala con secciones agitadas, que le dan coherencia al relato, recordamos la sección con bronces y timbal, de enorme impacto emotivo.
El segundo “En tempo de länder”, que inician las maderas, y el ostinato de los fagotes, se desarrolla con la inserción de frases de las cuerdas y el resto, hasta llegar al cambio de tempo, más rápido, al que la batuta le otorgó un irónico y casi sarcástico carácter, en particular al acentuar los contrastes, sin olvidar olvidar la recurrencia del tema de las dos notas, del primer movimiento, que aparece esporádicamente, como recordando todo lo anterior. Para finalmente retomar el tema inicial, que ahora, pasará por diversas familias.
La respuesta, a cada una de las indicaciones del director, de parte de la Filarmónica de Santiago, asombrando permanentemente en su perfección, con ataques, cortes, cambios dinámicos y de carácter de soberbia perfección.
El complejo Rondó Burlesco, que es el tercer movimiento, es un permanente desafío para la orquesta, cuyos músicos deben lidiar, con frases más bien cortas, muchas veces reiterativas, que se alternan entre las diversas familias, obsesivo en lo rítmico, que acentúa su carácter burlesco, el que solo cede paso, a una especie de coral, en los bronces, que rompe el carácter, para llevarnos a una transitoria y falsa calma.
El Director Paolo Bortolameolli y la Filarmónica de Santiago, agradecen las interminables ovaciones al final de la interpretación de la Novena Sinfonía de Gustav Mahler. foto Juan Millán
El Adagio, final que tal vez sea la síntesis de todo lo que Mahler, quiso proponer, nos permitió apreciar la madurez, que como músico ha logrado Bortolameolli, tanto como la soberbia musicalidad de la Filarmónica.
En este cuarto movimiento, el compositor alude sutilmente, al movimiento final de La Canción de la Tierra (La Despedida), en medio de una exuberante paleta orquestal, de texturas sonoras inolvidables, como de temas que se mezclan y disuelven, que muestran dolor, resignación y serenidad, mientras el marcado (4 pppp) muestra reiterativamente, ese esquicio melódico, con que finaliza la obra. El director, había solicitado al público, no interrumpir el silencio que sigue a la última nota, algo que se cumplió, llegando luego a la impresionante y larguísima ovación del público, a la que unió la orquesta, incluso con “pataditas” en el piso, después que él bajara sus manos.
Otra jornada inolvidable, de la Orquesta Filarmónica de Santiago, y del cada vez más notable Paolo Bortolameolli.
Gilberto Ponce (CCA)
Que puedo decir ,después de esta clase tan completa sobre parte de la biografía de Mahler,y del análisis musical profundo.Mis palabras sobran.Asistí al ensayo general y a lo dos conciertos,me interesaba conocer un poco la obra,sólo la había visto grabada en DVD y también la versión de Bernard Haitink con la Filarmónica de Berlín.Nada se compara con presenciar en vivo un concierto u otra manifestación musical ,no puedo decir que la conozca ahora,si que experimenté toda clase de emociones,no sabía por ejemplo que La canción de la tierra,podía considerarse una sinfonía,lo dijo el director Bortolameolli en una tertulia en Sala Arrau antes del ensayo general,además la pequeña charla previa a los conciertos fue muy ilustrativa.Der abschied,,la ultima canción se puede decir que continúa con el comienzo de la sinfonía 9 que termina siendo la verdadera despedida del compositor.Una vez más nuestro admirado director Paolo Bortolameolli ,con su interpretación llena de pasión por la música y por Mahler,logra transmitir eso a la orquesta que suena magníficamente y por supuesto al público que reaccionó con largas ovaciones en las tres oportunidades que asistí.Felicitaciones a todos .Esperaré con impaciencia que el Teatro Municipal pueda invitar y coordinar agendas para tener de nuevo a Paolo Bortolameolli al frente de la Orquesta.