LA SINFONÍA FANTÁSTICA DE GIGI CACIULEANU POR EL BANCH.
A partir de la música de la “Sinfonía Fantástica” de Héctor Berlioz, y sin pretender recrear su ámbito programático, Gigi Caciuleanu el coreógrafo y director del Ballet Nacional Chileno, creó lo que llama “espectáculo coreográfico”, en el que se vale además de una selección de poemas (Baudelaire, Verlaine, Rostand y Shakespeare), que se intercalan con la música.
Tal como plantea Caciuleanu, se trata de miradas a la soledad y el ansia de amor, mostradas a través de diversos cuadros sin relación directa o argumental, nosotros agregaremos que está atravesada por una profunda melancolía y soledad, incluso en medio de un tumulto.
El concepto escenográfico, de vestuario e iluminación de Dan Mastacan crea diversos mundos a partir de soluciones muy simples, tres grandes espejos móviles, una tarima, entre otros, que jugando con la iluminación ambienta las escenas. El vestuario termina por dar el contexto; muy hermoso en la escena de los trajes blancos contrastados por la mujer de rojo intenso, tanto como en el fundido con la iluminación de las faldas de la escena del «Vals», así como en la dureza ascética de la escena del «burócrata» (infierno).
La compañía mostró una vez más su excelente preparación técnica, que acompaña de una gran expresividad, notable Paola Moret en las tres primeras escenas, camarín, frente al espejo y en la locura de Ofelia (el teatro) muy bien acompañada de Cristián Contreras como “Él”.
Verónica Santibáñez con gran dosis de humor recrea a “La Maestra” en la clase, para luego en soledad, volver a sentirse joven como sus discípulos, esta escena prepara (El Vals) de vertiginosa perfección.
Kana Nakao mostró una vez más el dominio absoluto de su cuerpo en (La declaración de amor) junto a C. Contreras.
Impresionantemente atractiva resulta Natalia Schonffeldt como la extrajera en la (Escena en el campo) que rompe el bucólico blanco de los trajes, con su traje y maleta roja, esta es una de las escenas más complejas en lo colectivo, muy bien resuelta por todos, incluyendo al misterioso personaje que observa desde la tarima, ¿tal vez Proust “En busca del tiempo perdido”?
Creemos que con mayor fuerza o expresividad Cristián Contreras habría obtenido un triunfo total en (El sacrificio) sección de enormes dificultades técnicas, luego estupendamente Carolina Bravo bailó (Soledad).
El (Infierno) que nos lleva al final es vertiginoso y sofocante, en una imagen que recuerda a Kafka por lo abrumadora.
Una vez más el BANCH muestra todo su potencial artístico en un espacio que no reúne las condiciones mínimas para su desarrollo como compañía, exigiendo a gritos un recinto de la dignidad que ellos se merecen.
Esperamos que la gran sala del GAM, cuya construcción se postergó, pueda en un futuro cercano convertirse en la sala que los conjuntos de la Universidad de Chile merecen; las autoridades de gobierno tienen la palabra.
Gilberto Ponce (CCA)