ALUCINANTE PEER GYNT EN EL MUNICIPAL.
Varias son las razones, que explican el extraordinario éxito obtenido por el Ballet de Santiago, que dirige Marcia Haydée, con su estreno de Peer Gynt, la coreografía de Ben Stevenson, con música de Edvard Grieg, basada en forma libre en el drama de Henrik Ibsen.
En primer lugar debemos señalar, el talento extraordinario exhibido por los solistas a cargo de los papeles principales, donde brilla con luces propias Lucas Alarcón, como Peer Gynt, asimismo la disciplina mostrada por el cuerpo de baile, que cumple un rol fundamental en varias de las escenas, y cerrando el círculo virtuoso, el sobresaliente acompañamiento instrumental de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que dirigió Konstantin Chudovsky.
Si añadimos a lo anterior, la escenografía y vestuario de Peter Farmer, que se complementa con la acertadísima iluminación de José Luis Fiorruccio, estamos frente a un espectáculo que roza permanentemente la perfección, lo que explica la eufórica respuesta del público, al finalizar la función.
No creemos equivocarnos, al plantear que la compañía muestra haber alcanzado un alto nivel de madurez, pues se permite mostrar figuras nuevas en roles importantes, producto de un constante y riguroso perfeccionamiento, logrado a través de sus maestros de baile, las visitas de coreógrafos de primer nivel, y la sabia dirección de Marcia Haydée.
La llegada del coreógrafo Ben Stevenson, debió sin duda convertirse en fuerte estímulo para los bailarines, por tratarse de una de las figuras más importantes a nivel internacional, redundando sin duda en los logros de la presentación.
Lucas Alarcón hizo una gran creación, de su personaje Peer Gynt, de gran presencia escénica, manejó con destreza las variables de su rol, en particular en su desfachatada juventud y en la notable escena del asilo, demuestra asimismo labilidad en sus encuentros amorosos; recio cuando fue necesario, cínico y angustiado en la escena en Egipto, no obstante creemos que debió entregar más intensidad dramática en las escenas finales, estamos seguros que ya vendrá con la madurez. Su técnica en giros y saltos, es segura y poderosa, en ello encontró un aliado perfecto en la dirección orquestal, sin duda un bailarín que dará que hablar en futuro.
Miroslav Pejic, fue un excelente Rey de la Montaña, mostrando todo el poder y la perversión de su personaje.
Uno de los roles femeninos claves de la obra, corresponde a Solveig, la enamorada, que es capaz de aguardar hasta el retorno de Peer; fue inocente cuando recién le conoce, dulce en el enamoramiento y dolorosamente acogedora en el final, sus dúos con Peer Gynt, fueron de gran belleza y sensibilidad.
Toda la estupenda técnica que posee Natalia Berríos, la puso al servicio de su sensual Anitra, para uno de los momentos exquisitos de la obra.
Deborah Oribe, bailó como Ingrid, una de las tantas enamoradas de Gynt, siendo encantadora en su rebeldía, al rechazar a su viejo pretendiente, y gozosa al escapar con Gynt, el día de su frustrado matrimonio.
La Mujer de Verde, de Maite Ramírez, mostró toda la sensualidad necesaria, a través de su exquisita técnica; mientras que Lidia Olmos, fue una conmovedora Loca, en el Asilo.
Muy en su rol Monserrat López como la Amante Americana de Gynt, en la escena en Egipto.
Muy sólido el cuerpo de baile, en cada escena de conjunto, mostrando sólido avance el cuerpo masculino, en particular en la escena de la Boda frustrada.
Se debe alabar la belleza y rapidez en los cambios escenográficos -claves en la continuidad del espectáculo-, notables, el asilo y el naufragio, sin desmerecer para nada el resto.
Capítulo aparte merece la dirección de Konstantin Chudovsky, quien logró, y de memoria, como es su costumbre, un precioso sonido de la Filarmónica, mucho carácter, notables balances, musicales contrastes dinámicos, incluso, hizo brillar algunos pasajes poco logrados, en los arreglos de John Lanchbery, para la hermosa música de Grieg, los que en momentos quedan a mucha distancia del original.
Chudovsky, no transa en el tempo, y al parecer, los bailarines lo agradecen, porque saben a que atenerse, por eso decimos que la ovación que recibió junto a los bailarines, fue merecidísima.
Una apertura de Temporada, que deja estupendamente posicionado al Ballet de Santiago.
Gilberto Ponce. (CCA)