BALLET DE VERANO EN EL MUNICIPAL.

ENERO EN EL MUNICIPAL.

En lo que se ha constituido en una tradición, aprovechada con entusiasmo, por muchos turistas que visitan nuestra ciudad, el Ballet de Santiago, ofreció dos de sus títulos más exitosos, que representan mundos perfectamente opuestos, uno en la tradición más clásica, y el otro en una aproximación a la danza moderna.
Mostrando, las diametrales diferencias coreográficas de sus creadores, que alertan en el caso de uno, la peligrosa perdida de vigencia, mientras que el otro, justifica el porqué, ocupa un lugar entre las obras maestras.

Los Tres durante el ballet. foto teatromunicipal

Lo cierto es que ambas obras, reflejan muy bien la versatilidad de la compañía.
El estreno, hace algunas temporadas, de “30 y Tres Horas Bar”, lo comentamos entusiastamente, por su apertura hacia nuevos caminos, la coreografía de Eduardo Yedro, basada en obras del afamado grupo musical chileno “Los Tres” – un verdadero plus para la obra-, cuenta con la participación de los mismos intérpretes en el escenario, y se ha convertido en un tremendo éxito de público.
Sin duda, este es un imán convocante, no solo a los aficionados al ballet, pues muchos aficionados a la banda asisten de buen grado -y tal vez por primera vez al Municipal-, a presenciar la obra, con música de sus artistas favoritos.
Los gritos y silbidos, que saludan la presencia de los cantantes -en una gran labor en el escenario-, le otorgan un ambiente mucho más relajado al teatro, y tal vez, muchos de esos nuevos asistentes, se conviertan en habituales de la danza; aspecto donde radica, lo que creemos, está el mayor valor de la coreografía de Yedro.

Nicanor en el Bar. foto teatromunicipal

Porque, habiéndola visto en todas las ocasiones -la segunda vez, con un desafortunado alargue-, salen a luz, debilidades coreográficas, reiteraciones que poco aportan,  escasa exigencia para los bailarines, aglomeraciones y un objetivo poco claro a mostrar, en ciertas escenas.
Por cierto, se trata de una producción muy cuidadosa, en escenografía y vestuario (Pablo Núñez), el sonido de la banda, respondiendo a las exigencias de su música, y con la profesional entrega de cada uno de los bailarines, que debe llenar de satisfacción a Yedro.
Pero, los solistas no destacan mayormente, debido a una coreografía que no explota sus condiciones; hay roles sin sustento; la madre de Nicanor, el dueño del Bar, el fotógrafo, que más bien estorba, Lucía la amante de Nicanor, de Andreza Randisek, pasa a ser un personaje sin relieve, el mismo Nicanor (Rodrigo Guzmán) repite sus esquemas hasta el cansancio, al igual que el Gánster de José Manuel Ghiso, todos papeles muy por debajo de sus capacidades.

Andreza Randisek y Rodrigo Guzmán. foto terra

Aciertos, las intervenciones del Barman y los mozos, que habrían merecido más participación, obviando a los caricaturescos policías, notable la cueca del Borrachito, así como los ambientes creados en el amanecer.
Habrá sido que, la gran cantidad presentaciones, en Santiagoy regiones, muchas al aire libre, las que hayan disminuido la tensión del baile, lo cierto, es que la función que presenciamos (07/01), fue un tanto desdibujada.

Escena en el baile de Romeo y Julieta. foto chb-coment

El contraste en cuanto a peso coreográfico, lo tenemos en “Romeo y Julieta” de John Cranko, con música de Sergei Prokofiev, en una detestable grabación, ¿cómo se permite el Teatro Municipal, utilizar una grabación que debe ser los años sesenta del siglo pasado, saturada, mal ecualizada, sin contrastes, que no hace justicia a la maravillosa música de Prokofiev? Sin duda, un descuido imperdonable.
En el marco escenográfico y de vestuario de Elizabeth Dalton, la coreografía de Cranko, transcurre coherente y con gran sentido dramático, resolviendo inteligentemente los contrastes de tensión.
Las escenas de los solistas, permiten mostrar lo mejor de sus capacidades dancísticas y actorales, mientras que las de conjunto, la disciplina de la compañía.

Andreza Randisek. foto premioaltazor

Andreza Randisek, crea un personaje inolvidable, a su espléndida técnica, agrega sus naturales condiciones dramáticas; es la adolescente loca de amor, que desafía a sus padres, tierna en la escena del balcón y desgarradora en las escenas finales.

La pareja protagónica. foto teatromunicipal

Demasiado concreto, y con poco sentido poético fue el Romeo de Rodrigo Guzmán, más técnico que expresivo, lo mejor sus escena finales.
Un gran desempeño le cupo a Agustín Cañulef, como Mercutio, con desenfado incluso hasta el momento de su muerte, Benvolio bailado por Emmanuel Vázquez, mostró con estupenda técnica, todas las características de su personaje.
Un tanto estereotipado, Miroslav Pejic, como Teobaldo, aunque certero en las escenas de espadas; muy débil Patricio Melo, como Paris, incluso inseguro en sus partes con Julieta.

Bufón y acompañantes. foto playfm

Debemos destacar el desempeño del quinteto con el Bufón, por su despliegue técnico y gracia en sus partes, también de gran simpatía de la Nodriza.
Los largos aplausos, respondieron a la estupenda función (12/01) del Ballet de Santiago, cuya directora es Marcia Haydée.
Gilberto Ponce. (CCA)

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