ESTRENO MUNDIAL, MOZART Y MATÍAS EL PINTOR EN LA SINFÓNICA.
De gran interés fue el último de los programas presentado por la Orquesta Sinfónica de Chile, en su Temporada 2010.
Lo decimos porque consultó un estreno mundial, “Extensiones” del chileno Rodrigo Cádiz, además el debut en Chile de Robert Kwiatkowski, extraordinario violinista polaco y por último la orquesta se reencontró con “Matías el Pintor” obra frecuente de su repertorio en las décadas 60 y 70.
No es fácil definir, ni analizar “Extensiones, para percusión solista, orquesta y electrónica en tiempo real”, que su autor Rodrigo Cádiz dedicara a Gerardo Salazar, el estupendo solista de la Sinfónica.
Intentemos aclarar, la percusión es un vibráfono conectado a parlantes, y al parecer a un computador, la electrónica, es un computador que “reacciona en tiempo real a la ejecución del solista y la orquesta, convirtiéndose en un intérprete más”, incluso sigue la partitura y responde a lo que está sucediendo, hasta los movimientos y gestos del solista, gracias a un sensor colocado en el brazo de Salazar, además existe un “I pad”, que Salazar mueve de diversas formas sobre el vibráfono en algunas secciones de la obra, no obstante el efecto deseado, no logró ser captado por la audiencia, a pesar de la expectante curiosidad del público.
No sabemos si a propósito o no, la enorme orquesta -que generalmente toca fragmentos minimalistas-, no debe escucharse, o fue un defecto del computador o de los técnicos, ya que en muchas ocasiones, se “vio tocar” a los músicos, pero salvo en algunos acordes, la audición fue muy escasa.
Creemos que Michal Nesterowicz, armó cuidadosamente la obra, que sin duda es, un interesante experimento sonoro, muy atrayente al comienzo, pero luego, debido a las permanentes reiteraciones de los esquicios sonoros, se produce un cierto agotamiento de los efectos sonoros, aunque a pesar de ello, logra mantener expectativas en el público, acerca del qué vendrá.
La obra es “abierta” en su significado, y de acuerdo al plan de su compositor, sus versiones resultarán siempre diferentes, por las razones antes explicadas, Salazar realizó un encomiable trabajo, demostrando gran seguridad, ante los desafíos planteados.
Luego Robert Kwiatkowski en el doble papel de solista y director, interpretó el “Concierto para violín, en Re, K. 211” de Wolfgang Amadeus Mozart junto a un conjunto reducido, respondiendo al estilo mozartiano.
El solista logró un finísimo sonido de cada uno de los músicos, además de una perfecta correspondencia de fraseos, articulaciones e intencionalidades, en una soberbia demostración de profesionalismo y musicalidad.
Kwiatkowski es dueño de un sólido y bello sonido, maneja los contrastes con sutileza, posee un sentido del arco dramático de gran coherencia, las “cadenzas” son de gran virtuosismo, y provoca admiración su aproximación certera al estilo.
Muy sólida nos pareció la versión, que dirigió Michal Nesterowicz de la “Sinfonía Matías el pintor” ( M. Grünewald) con que finalizó el programa.
En esta versión de la obra de Paul Hindemith, Nesterowicz manejó diestramente los balances y progresiones, mientras que, los temas eje fueron revestidos de extrema claridad, así mismo las partes para instrumentos a solo, mostraron a los maestros sinfónicos en un excelente pié.
Debemos destacar, el hermoso y musical sonido de las cuerdas en el segundo movimiento, mientras que el elegíaco inicio del tercero lo consideramos brillante y expresivo, en su desarrollo posterior, la orquesta logró genialidades dinámicas.
Los bronces que tienen partes muy expuestas, respondieron con sólido y musical sonido, la poderosa progresión que conduce al final, conmocionó al público que no se cansó de aplaudir el estupendo cometido de la sinfónica dirigida por Michal Nesterowicz.
Gilberto Ponce (CCA)