MÚSICA DE ARVO PÄRT EN EL CAMPUS ORIENTE.
Cualquier persona, auditor no frecuente de música “docta”, que escuche por primera vez, música de Arvo Pärt, puede quedar bastante desconcertado, pues será llevado, por caminos, que le sonarán arcaicos, espirituales, con cercanía a lo atonal, y aún más; con secuencias reiterativas, similares a las fórmulas utilizadas en la música popular.
Tal vez, allí radique gran parte del éxito del compositor estonio, que cuenta con legiones de admiradores en todo el mundo, convirtiéndose casi en un autor de “culto”.
La mezcla de elementos, con minimalismo incluido, ejerce como poderoso imán, sobre las nuevas generaciones.
A pesar de su fama, en nuestro país no se han estrenado muchas obras suyas, de ahí el interés que provocó, el último de los conciertos, de la Temporada de Música Sacra UC.
Las dos obras presentadas, son reflejo de su estilo, y en general el público, se manifestó bastante satisfecho con los resultados.
El “Stabat Mater” y su “Te Deum”, se convirtieron en un desafío, para el Ensamble Instrumental UC, que dirige David Núñez, y para el Coro de Estudiantes, más un grupo de invitados vocales e instrumentales, que dirigió Víctor Alarcón.
Primero escuchamos el “Stabat Mater”, con la soprano Amalia Montero, la contralto Sofía Pollak y el tenor Rodrigo del Pozo, con David Núñez en violín, Penélope Knuth viola y Martín Osten en chelo.
Una característica relevante, es la coherencia texto- música, donde las cuerdas, de sobresaliente rendimiento, sirven de base, al a veces fragmentado canto.
Esta especie de pedal melódico, y la forma como funde los timbres vocales, le otorga unidad, manteniendo el interés a lo largo de ella.
El canto se estructura con un símil de letanías, con quiebres de silencio de gran impacto expresivo; el texto se percibe solo en ciertos fragmentos; siendo al parecer, aquel que el autor quiso resaltar.
Los solistas, deben luchar muchas veces, con fragmentos atonales de los instrumentos, manteniendo diálogos entre ellos y las tres cuerdas.
Amalia Montero soprano, tuvo momentos brillantes en su desempeño, no obstante en otros, su bella voz, no pudo disimular, una afinación no siempre justa, así como una emisión vocal dispareja.
Sofía Pollak, contralto, confirmó sus dotes musicales,
hermoso timbre, afinación perfecta y notable seguridad.
El profesionalismo de Rodrigo del Pozo, le hizo cumplir un gran papel, amalgamándose muy bien con la otras voces y los instrumentos.
El dramático final, que se diluye en la nada, dejó suspendido al público, que después irrumpió en los más merecidos aplausos, para cada uno de los intérpretes.
Víctor Alarcón, es sin duda uno de los directores más inquietos, en cuanto a la búsqueda de nuevos repertorios, logrando que sus conjuntos, aborden obras de la más variada estirpe, en muchas ocasiones ha obtenido éxitos rotundos, en otras, este ha sido relativo; no obstante, tiene la virtud de dar a conocer nuevo repertorio, con el que nutre musicalmente a cada uno de los integrantes de sus coros.
Ahora abordó, el “Te Deum” de Arvo Pärt, con el Coro de Estudiantes UC, y un grupo de cantantes, que al parecer, pertenecen al Concerto Vocale, que dirige Alarcón.
Obra de interés variable, debido a sus reiteraciones, pero por sobre todo, porque refleja muy poco el texto en su música; se trata más bien una obra oscura, y no como el texto lo dice: un texto de alabanza.
Consideramos notable, el trabajo realizado con los noveles cantantes, de los cuales, seguramente, muchos ni siquiera tenían noticia de Pärt; así y todo, ellos dieron cuenta de un enorme interés por llevar al mejor puerto, la empresa en que estaban involucrados.
Por supuesto, hubo momentos más seguros que otros, y la afinación se alejó, en frases completas, para retomarla sin problemas un poco más allá.
A los grupos femenino y masculino, que realizaron especie de antífonas, afectó a los varones las secciones de tesitura muy baja, y la afinación de las sopranos, en el otro grupo se resintió en algunas partes; sin embargo fueron el gran sustento, para el Coro de Estudiantes.
El gran compromiso de Alarcón, con la obra, fue evidente, demostrando sólido conocimiento de la partitura.
Sus gestos, para los instrumentistas, a veces más entusiastas, que eficaces, fueron bien interpretados por estos, en una muestra de gran profesionalismo.
A pesar de lo ampulosa que es, la respuesta del público, fue más entusiasta con el Stabat Mater, que con el Te Deum, sin duda debido, a la mayor coherencia emocional del Stabat Mater.
Otro significativo gran aporte musical de IMUC, para la Temporada de Música Sacra 2012.
Gilberto Ponce. (CCA)