TRIUNFAL REGRESO DE ZORBA EL GRIEGO AL MUNICIPAL.
Pocas veces se ha visto una reacción de esta naturaleza, frente a un espectáculo artístico, como la provocada por esta reposición del ballet Zorba el Griego, realizada por el Ballet de Santiago; con un público, que se negaba a retirarse, al tiempo que gritaba, pateaba, ovacionaba e incluso lloraba, ante el poderoso final de la coreografía de Lorca Massine, el que debieron repetir en tres oportunidades.
Las razones que explican esta fervorosa, y poco usual reacción, se encuentran en la potente y emocional coreografía, que sin duda quedaría reducida a algo intrascendente, de no contar con el trabajo estupendo en todo sentido, de los bailarines del Ballet de Santiago, y la formidable actuación de la Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por su titular Konstantin Chudovsky, agreguemos el marco del Coro Crecer Cantando, de Víctor Alarcón, la solidez de la mezzosoprano Claudia Lepe, junto a la escenografía y vestuario de Jorge Gallardo y la iluminación de Esteban Sánchez, pero por sobre todo en el poder y belleza de la música de Mikis Theodorakis.
En esta oportunidad, se produjeron algunas mejoras en relación al año pasado, como amplificar a la solista vocal y al instrumento de cuerda, que acompaña el Sirtaki, asimismo, nos parece que el coro, no quedó tan fuera del escenario, lo que favoreció su audición.
Consideramos que la compañía tuvo un rendimiento ejemplar, rivalizando el cuerpo masculino, de gran reciedumbre, con la gracilidad de las bailarinas, siempre sensibles y sensuales; bien se sabe, que esta coreografía, mezcla muy bien en un perfecto equilibrio, elementos de carácter popular, con danza clásica, manteniendo siempre un elevado nivel de dificultad y exigencia física.
Asimismo cada uno de los solistas, no solo debe sortear grandes desafíos técnicos, debe además delinear significativamente su personaje, ya que se trata de personas reales, con sufrimientos y alegrías, propias de todos los seres humanos.
El rol que lo elevó a Primer Bailarín Estrella, volvió a ser encarnado por Rodrigo Guzmán, quien sin duda, se ha apropiado del papel, de este Zorba, que a pesar de su ignorancia, posee una gran sabiduría de vida, que le permite sortear las dificultades que se le presentan; por ello lo vemos transformándose de arrogante a enamoradizo, muy tierno con Hortense, así como popular y detestado en su pueblo, pero por sobre todo en una persona esencialmente leal, que goza intensamente la vida, en medio de las dificultades.
A Guzmán todos los desafíos técnicos, piruetas y saltos, le resultan de extraordinaria naturalidad, llenando con su presencia el escenario; por consiguiente la enorme ovación que recibe al final, es solo la más justa retribución,
Lucas Alarcón, asume como John, la contraparte de Zorba, el es refinado, culto y con ganas de pertenecer al mundo de Zorba, en particular al enamorarse de Marina, debiendo por lo tanto mostrar esa ambigüedad de mundos que conviven en él, Lucas Alarcón consiguió estupendamente cada uno de esos estados, dando muestras de una madurez, que le otorga gran proyección como bailarín.
Toda la experiencia de Natalia Berríos, la pone al servicio de Marina, que se debate entre el amor por extranjero, y la pertenencia a su pueblo, asumiendo plenamente el conflicto, mediante su estupenda técnica de baile.
María Dolores Salazar, fue Madame Hortense, dando emocionante vida a su querible personaje, una ex dama alegre, que sueña con encontrar el amor, que buscó incansablemente; sus escena del matrimonio fingido y su muerte, fueron de gran emocionalidad.
Manolios, el fuerte y orgulloso personaje enamorado de Marina, fue notablemente bailado y actuado, por José Manuel Ghiso, en una muestra más de sus grandes avances técnicos.
Ya mencionamos la presencia vital de toda la compañía, por ello se agradece su total entrega.
Capítulo aparte, merece la Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por Konstantin Chudovsky, que con gesto preciso y musical, se adentró en el espíritu de la música de Mikis Theodorakis, que lujo de contrastes, progresiones y expresividad, en una arco dinámico, que se inicia en la primera nota, para culminar, en el apoteósico final. Creemos que a los bailarines les transmite seguridad, por ello el alto nivel que alcanzan.
En un gesto de gran simpatía, el director, cuando al final sale al escenario a saludar y levantar a la orquesta, para recibir los aplausos, toma por los hombros a los dos protagonistas, e inicia el Sirtaki con ellos, pero solo por breves segundos, entonces el pueblo, al igual como hicieron con John, lo increpan, y Chudovsky huye, solo para volver para dar el corte final a la orquesta, en medio del más explosivo júbilo de todos los presentes.
El Banch, tiene como número imbatible a Carmina Burana, ahora el Ballet de Santiago tiene a Zorba el Griego.
Gilberto Ponce. (CCA)