BRILLANTE Y ENERGÉTICO ZORBA CON EL BALLET DE SANTIAGO.
En dos días se realizaron cuatro funciones a tablero vuelto, con un Municipal de Santiago expectante y ovacionando a la estupenda compañía en su temporada veraniega; y tal como el Ballet Nacional tuvo por muchos años como carta segura Carmina Burana, con la inolvidable coreografía de Ernst Uthoff, el Ballet de Santiago, además del imbatible Cascanueces, está logrando otra carta que revoluciona al público, se trata de Zorba, el Griego la coreografía de Lorca Massine con música de Mikis Theodorakis, que cuenta con la hermosa y funcional escenografía de Jorge Gallardo y la precisa iluminación de Ricardo Castro.
En una versión algo reducida y en un solo acto se presentó este Zorba, que viene llegando una exitosa gira internacional, su argumento plantea un suerte de confrontación de dos culturas, la popular griega y la sofisticada estadounidense, terminando esta última cautivada por la fuerza arrolladora de la helénica.
Uno de los elementos más llamativos de la presentación, es la actitud de cada uno de los integrantes del cuerpo de baile -que en esta obra es muy numeroso-, mostrando un profesionalismo del más alto nivel, certeros tanto en los números mixtos, como en aquellos dedicados a mujeres y varones, en un lenguaje que se acerca a lo moderno en una síntesis con lo clásico, no dudamos en creer que se acercaron a la perfección en líneas de desplazamiento así como en manejo de brazos y piernas.
Sensuales y gráciles, sin abandonar la fuerza el cuerpo femenino, y los varones en un derroche casi arrollador de fuerza viril, sin descuidar la gracia, destacaremos un detalle no menor, pues deben además emitir exclamaciones y gritos de acuerdo con la música, siempre con resultado impecable.
Es importante destacar como el coreógrafo, diferencia la manera de enfrentar los pasos de los dos personajes principales, algo que ayuda en la caracterización de Zorba y John.
El desarrollo argumental requiere nos solo de grandes bailarines, deben ser además buenos actores, y al menos en el elenco que vimos, esta premisa se cumplió ampliamente.
El coreógrafo Lorca Massine, ha declarado que Rodrigo Guzmán es tal vez en este momento el mejor Zorba del mundo, y en verdad pareciera que el rol fue creado pensando en él, pues Rodrigo posee una personalidad y corporalidad extraordinariamente adecuada para el personaje, se muestra desfachatado en su ignorancia envuelta en una enorme nobleza de alma, asimismo es tanto sensual como tajante en sus valores, no olvidemos que este es considerado como uno de los grandes personajes creados por Nikos Kazantzakis, autor de la novela en que se basa al coreografía.
Guzmán transita por cada una de las facetas de su personaje con naturalidad, fuerza y simpatía, convirtiéndolo en entrañable, para ello pone en marcha toda su impecable técnica; como olvidar la evolución en la relación con el extranjero John, la ternura con Madame Hortense, su relación con sus coterráneos, y su arrebatadora fuerza en el Sirtaki, la ovación que recibe al final es merecidísima.
No era menor el desafío que tenía Emmanuel Vásquez al enfrentar el rol de John, papel bailado con excelencia por Luis Ortigoza, pero este joven valor, que recién el día anterior había sido premiado por el Círculo de Críticos como una de las grandes figuras emergentes, junto a Romina Conteras y Gustavo Echevarría, demostró ampliamente el porqué ha llegado a ese lugar, además de su empatía, presencia y prestancia escénica, agrega a su estupenda técnica una capacidad actoral del mejor nivel, haciendo evolucionar a John que desde su llegada entra en conflicto con “el pueblo”, al enamorarse de Marina, quien el corresponde a pesar de ser pretendida por Manolios, para luego comenzar a impregnarse guiado por Zorba de las costumbres griegas, dejando de ser el sofisticado del comienzo, transformándose al final en un personaje aceptado por todos, cuya cima es bailar como todos el Sirtaki. El público lo premió con una enorme ovación.
Natalia Berríos, que es muy querida por el público fue recibida con un fuerte aplauso en su primer ingreso, bailó como solo ella puede hacerlo el rol de Marina, utilizando su exquisita técnica haciendo visibles los conflictos emocionales en su indecisión entre Manolios y John, tanto como al enfrentar el enojo del pueblo, por su preferencia con el extranjero en una escena de gran impacto emocional, su figura copa el escenario y a ratos se la puede comparar con las grandes y trágicas heroínas griegas.
El sutil y a ratos desgarrador rol de Madame Hortense lo asumió María Dolores Salazar, en un conmovedor retrato de la antigua prostituta que intenta inútilmente recobrar la perdida juventud, notables sus escenas de su flirteo con Zorba y en la escena de su muerte.
Manolios el despechado enamorado de Marina, lo bailó otro de los bailarines que seguramente pronto alcanzará el título de Primer Bailarín Estrella, se trata de José Manuel Guiso, quien una vez más a través de estupenda técnica, dio vida al recio personaje, algo que no es novedad en él, pues es capaz de desdoblarse eficazmente en cada rol que le corresponde abordar, la ovación recibida al final da cuenta que además, es ya otro de los grandes favoritos del público.
Los eufóricos asistentes, que en el final acompañan con palmas el Sirtaki de toda la compañía, no cesaban de aplaudir una función “veraniega”, que tuvo una la excelencia propia de la temporada oficial.
Gilberto Ponce. (CCA)