ARIEL ZUCKERMANN Y LA SINFÓNICA.

ARIEL ZUCKERMANN DEBUTA EN LA SINFÓNICA.

En el penúltimo programa, de la Temporada 2011 de la Orquesta Sinfónica de Chile, ocupó el podio, el joven director israelí Ariel Zuckermann, quien ya exhibe una interesante carrera internacional.

Ariel Zuckermann. foto sonymusic

Logro debido, a su musicalidad, gesto claro, e intuición para enfrentar con éxito obras nuevas, como lo fue el estreno de la obra nacional “Nuestro despertar” del también joven compositor, Sebastián Ramírez.

El programa de heterogénea factura, incluyó además obras de Paquito D´Rivera y Richard Strauss, que sirvieron para comprobar la solvencia de Zuckermann.

La primera obra, “Nuestro despertar” de Sebastián Ramírez, captó fuertemente el interés del público, debido al inteligente uso, de los recursos composicionales y orquestales.

En ella, recrea timbres, texturas y atmósferas en un verdadero enjambre sonoro, donde también existen esquicios melódicos de carácter tonal; logrando en su desarrollo un sólido manejo de las tensiones expresivas.

Ariel Zuckermann. foto arielzuckermann

La tercera parte, nos pareció particularmente atrayente, por la progresión dramática, expuesta, a través de juegos de crescendo y diminuendo, que terminan produciendo  enorme tensión, que se diluye posteriormente en el pianísimo final.

Los calurosos aplausos, premiaron la sólida composición y a su creador, quien subió al escenario a agradecer los aplausos; Zuckermann, condujo con mano segura, poniendo énfasis, en lo expresivo, obteniendo de la orquesta excelente rendimiento.

Enseguida se escuchó una obra, que a nuestro juicio, no respondió a las expectativas cifradas en ella, nos referimos a “Gran Danzón (The Bel Air Concert) de Paquito D´Rivera, músico popular, que a pedido de la flautista María Piccinini, decide escribir este “Concierto para Flauta y Orquesta”, intentando realizar una fusión entre la música caribeña y la docta.

Paquito D´Rivera. foto ceac

En verdad, más que un concierto, se trata de un “concertante” para flauta y orquesta, obra que no ofrece dificultades mayores al solista, solamente en la cadenza, el flautista es sometido a mayor rigor.

Hernán Jara, el excelente flautista de la sinfónica, tiene a mano muchas composiciones, más interesantes que esta, que se debate entre, un atrayente desarrollo en lo popular, y un errático camino por lo docto.

Hernán Jara. foto premioaltazor

Al exponer los cadenciosos ritmos caribeños, todo fluye con naturalidad, en contrario las secciones sinfónicas doctas, bien pueden ser consideradas ejercicios forzados.

La orquestación anula muchas veces el sonido de la flauta, y no es cosa de cuidar balances sonoros, pues frecuentemente cuando interviene el solista, se agrega otro instrumento, cuyo desarrollo melódico, resulta a veces más interesante.

El profesionalismo de Hernán Jara, poco pudo hacer con un material, de interés relativo, donde su virtuosismo, lamentablemente, no tiene cabida.

Un mundo diferente se ofreció con la obra que cerró el programa, “Una vida de héroe” Poema Sinfónico de Richard Strauss, una de sus más grandes obras, que presenta un cúmulo de dificultades para la orquesta; y de interpretación, para el director.

Richard Strauss dirigiendo. foto eldespertardelmusico

Zuckermann, impuso su acertada visión, conduciendo con éxito a la orquesta por los múltiples vericuetos de la compleja obra.

La Sinfónica, mostrando el alto nivel alcanzado, brillante sonido en los bronces, musicalidad en las maderas, hermosa musicalidad de las cuerdas, acompañados con la precisión de la percusión.

Orquesta Sinfónica de Chile en concierto. foto terra

Desde la poderosa introducción consistente en la “Presentación del héroe”, las diversas familias mostraron el mejor sonido y musicalidad; destacaremos los diálogos temáticos de las maderas con violas y chelos, de exquisita musicalidad, o la sugerente sección de bronces con las cuerdas. Además la belleza de las frases del oboe y los mágicos pianísimo de toda la orquesta, de entrañable belleza.

El “Campo de batalla” con tres trompetas desde fuera, fundidas con el resto, fue de arrolladora fuerza.

Alberto Dourthé. foto emol

Los solos de violín, fueron ejecutados con gran musicalidad por Alberto Dourthé.

La versión de Zuckermann, es profunda, emocional e inteligentemente descriptiva, asumiendo de la mejor forma, tanto lo introspectivo como lo extrovertido y triunfal.

Una estupenda versión, que hizo olvidar algún pequeño desajuste, producido durante su desarrollo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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