El Coro de Cámara de la U.Católica celebró sus treinta años, con un concierto en el Templo Mayor del Campus Oriente de esa universidad, que sirvió para comprobar que este grupo amateur ha alcanzado un nivel artístico que enorgullece no sólo a sus cantantes, sino que también a quienes los escuchan.
Oyendo el conjunto que dirige desde hace diez años Mauricio Cortés, los amantes de la música clásica se congratulan porque lo integran cuarenta cantantes de hermosas voces, de férrea disciplina y gran musicalidad, tan buenos como los que en Santiago integran los coros profesionales.
Al iniciarse el evento, el director Cortés recordó que ya en 1942 el músico Juan Orrego Salas fundó un coro en esa universidad, que había sobrevivido con altibajos y problemas de continuidad hasta que, en 1980 lo había refundado y conducido por cinco años Guido Minoletti. A su retiro lo sucedió Ricardo Kistler hasta 1993, cuando asume la dirección Jaime Donoso.
Desde el año 2000 lo dirige Mauricio Cortés, cantante que ingresó al coro hace muchos años y ascendió hasta alcanzar el cargo de director titular. Habló después Guido Minoletti señalando las características que distinguieron al conjunto bajo su dirección y la de los otros maestros.
El programa musical se basó en selecciones de dos importantes obras religiosas que cantó este grupo en el último tiempo: la «Missa Choralis», de Franz Liszt, junto al organista Mario Lobos, y las «Vísperas» (Vigilia Nocturna) de Sergei Rachmaninov. La primera, con texto en latín, es firmemente tonal y tiene un lenguaje sencillo en lo rítmico y melódico, fue escrita cuando Liszt en l865 recibió del Papa las órdenes menores.
La segunda es una obra a cappella y corresponde a la litugia ortodoxa rusa, que presenta el problema fonético del idioma ruso sobre frases musicales de suave cromatismo y con la emisión sonora robusta que caracteriza a los coros rusos. Mauricio Cortés manejó esos estilos con gran seguridad y sus versiones sonaron coherentes y bien balanceadas, cualidades que el público celebró con entusiasmo.
Sin embargo, para este comentarista la demostración más rotunda de la calidad del «Coro de Cámara UC» estuvo en el estreno de una obra sin acompañamiento que el compositor chileno Aliocha Solovera escribió especialmente para esta celebración.
Su nombre es «Quien viene a verme», dura seis minutos, se basa en textos de Pablo Neruda y en primera audición me pareció ser de lo mejor que se haya escrito en Chile para coro a cappella. Solovera tomó el camino difícil para sacar aplausos, eligiendo un diseño formal austero, sin efectos extravagantes en lo dinámico o rítmico, pero es una obra de excepcional riqueza expresiva que se impone por su peso específico. Abre con una frase que suena como renacentista y que aparece después con sutiles cambios armónicos. Es muy importante la transparencia tímbrica y su precioso intimismo se consigue cuando, como en este caso, un buen coro madura su aprendizaje con voces que se mueven con pureza de afinación y gran sensibilidad.
El coro de Mauricio Cortés cantó esta obra de manera inmejorable mostrando una enorme responsabilidad en la preparación, lo que no es frecuente en los estrenos nacionales. Hizo así plena justicia a una obra maravillosa de un notable creador, convirtiéndola en el mejor regalo para todos los asistentes a este concierto de aniversario.Ojalá esto sea el comienzo de una larga colaboración entre Solovera y el excelente coro.
Sergio Escobar (CCA)