CON EL MESÍAS DE HAENDEL EL CORO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE CELEBRA SUS 80 AÑOS DE VIDA.
En el mes de junio 1945 un loco visionario, Mario Baeza fundó el Coro de la Universidad de Chile, conjunto que se agregaba a los ya creados Orquesta Sinfónica de Chile y al Ballet Nacional Chileno, que fueron obra de otro visionario Domingo Santa Cruz, que con ingentes esfuerzos convenció a la autoridades de la época, para que la universidad contara con estos conjuntos como eje de la actividad artístico musical que debería realizar la Casa de Bello.
Nada fue fácil, pero su tenacidad logró la creación del Instituto de Extensión Musical que reunió en su seno a estos conjuntos, todo en una época marcada por una vorágine creadora, que seguiría con el nacimiento del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, antecesor del Teatro Nacional Chileno, la Facultad de Artes que asumió al Conservatorio Nacional de Música, entre otras muchas instituciones.
Como vemos época virtuosa en que el Arte era considerado fundamental para la cultura del país, existiendo una pasión por la extensión universitaria; son memorables las actas de los Consejos Universitarios que reseñan las luchas de Santa Cruz, por defender los fondos para estas instituciones, frente a otros Decanos que no entendían estos “derroches” en Arte y Música.
Sería largo y poco pertinente a este comentario, extenderse en los hechos que remecieron al actividad universitaria y cultural en esas décadas, y es precisamente en ese ambiente, con la Sinfónica actuando en el Teatro Municipal que el Coro de la Universidad de Chile, ya con algunos años de actividad propone abordar su primer gran desafío coral, esto es cantar el oratorio El Mesías de Georg Friedrich Haendel cantado en español, para acercarlo más al público en una traducción de Mario Baeza, que tuvo a Víctor Tevah en la dirección musical, provocando una verdadera conmoción en el ambiente musical de esos años.
Es en ese espíritu que con el apoyo del CEAC, se llevó a efecto esta versión, ahora completa (en el estreno se cortaron algunas partes), para celebrar los 80 años de la fructífera vida del Coro.
Julio Doggenweiler dirigiendo a la Sinfónica y los Coros. Rodrigo del Pozo, Camila Aguilera, Vanessa Rojas y Patricio Sabaté foto Jacqueline Uribe
Participaron en la versión el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel, Vanessa Rojas soprano, Camila Aguilera mezzosoprano, Rodrigo del Pozo tenor y Patricio Sabaté barítono, todos dirigidos por Julio Doggenweiler director chileno residente en Alemania.
Bien se sabe que Haendel que nació en 1685 en la ciudad de Halle, Alemania, terminó su prolífica vida musical en Inglaterra, país donde fallece en 1759 habiendo conseguido una fama sin precedentes, favorito de reyes y nobles, en particular por sus óperas, escritas en italiano, que por largo tiempo gozaron del favoritismo de toda la sociedad inglesa.
Pero los gustos cambiaron y Haendel no claudicó, comenzando entonces la composición de oratorios que además resultaban más económicos de producir, utilizando ahora el idioma inglés, consiguiendo también gran éxito.
Son muchas las especulaciones en torno a la creación de El Mesías, en particular porque Haendel no era precisamente religioso, y esta obra mostraría una conversión, no ahondaremos en ello, si diremos que la partitura trasunta un profundo sentido religioso en cada una de sus tres partes, que son reflexiones en torno a la vida de Jesús El Mesías: la primera “ Anunciación y Nacimiento”, la segunda “Pasión”, que finaliza con el celebérrimo Aleluya, y la tercera con la “Resurrección” y la Glorificación de Cristo en el Cielo.
La obra se estrenó en Dublin en 1742 y al año siguiente en Londres, alcanzando posteriormente fama universal.
En esta ocasión la orquesta se redujo de acuerdo al estilo barroco, cuerdas, dos oboes, dos fagotes, dos trompetas y timbales, por lo tanto la orquesta ocupó muy poco del gran espacio del escenario, debiendo el Coro de cerca de cien integrantes, ubicarse donde habitualmente lo hacen maderas y bronces, para mantener una distancia adecuada con la orquesta.
La soprano Vanessa Rojas en una de sus arias, a su lado Patricio Sabaté foto Jacqueline Uribe
Creemos que en la versión de Doggenweiler mostró un gran conocimiento de la partitura y su versión apunta en destacar el sentido del relato religioso, pero en ciertos fragmentos los perfiles de las articulaciones instrumentales distaron de ser perfectos, además que por acústica los temas de las cuerdas, muchas veces apenas se escuchaban, los solistas también se vieron perjudicados.
La versión tuvo dos características muy diferentes para cada una de las dos partes en que se ofreció, -la primera de casi dos horas y una hora la segunda-, no sabemos el porqué la primera resultó en general lenta y hasta laxa en algunos números, mostrando poca energía, en cambio en la segunda desde los primeros compases cambió radicalmente, perfilando estupendamente los fraseos y las intenciones expresivas, enfatizando los contrastes dinámicos y de carácter, influyendo sustantivamente en el rendimiento general, con varios números notables, y en una progresión dinámico expresiva conmovedora.
La soprano Vanessa Rojas, exhibió ampliamente su hermosa voz, solo aconsejaríamos cuidar el estilo barroco en las coloraturas, pero reconocemos sin duda alguna, su prestancia como intérprete.
Camila Aguilera la mezzosoprano dio cuenta de una bellísima voz, gran seguridad y un acercamiento certero al estilo.
Rodrigo del Pozo, tenor es un experto en el estilo por ello la propiedad de su versión, a sus recitativos les otorga todo el dramatismo que requiere la obra, mientras que sus arias derrocharon musicalidad.
El rol del barítono es particularmente exigente en técnica y expresividad y Patricio Sabaté, dio una vez más, cuenta de sus condiciones vocales y musicales, que le permiten enfrentar los más diversos repertorios, ahora sus complejas y extensas arias fueron un lujo, sorteando ampliamente todas sus numerosas dificultades.
Camila Aguilera y Vanessa Rojas en un dúo de la obra foto Jacqueline Uribe
El Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile dirigidos por Juan Pablo Villarroel, cumplieron una gran labor, cantando con voces timbradas y bastante seguridad en general, pero mostrando poca claridad en muchas de las series de semicorcheas, las que a veces son muy rápidas, no obstante el entusiasmo que sus integrantes ponen en la interpretación, anula cualquier pequeña imperfección, sin duda emociona contemplar a este grupo amateur con la pasión con que enfrentan sus desafíos musicales, que se acumulan en sus fructíferos 80 años de vida.
Es el gran legado que deja el Coro a la cultura de nuestro país, el que se inició con la loca de idea de un soñador, Mario Baeza al fundar el Coro de la Universidad de Chile.
Gilberto Ponce (CCA)





