IZQUIERDO EN LA SINFÓNICA.
La tremenda ovación recibió el maestro Juan Pablo Izquierdo, al ingresar al escenario del Teatro de la Universidad de Chile, para dirigir el noveno concierto de la Temporada de la Orquesta Sinfónica de Chile, fue una demostración del gran cariño que siente el público por él.
El programa consultó solo obras del siglo XX, y dos de ellas gozando de una inmensa popularidad, lo que fue una de las razones por las que se repletó el recinto, la otra y de gran peso, fue la presencia en el podio del maestro Izquierdo, cuya fama en nuestro país, se debe a la minuciosidad de su trabajo.
Dos obras de Maurice Ravel abrieron y cerraron el programa, primero se escuchó El Poema Coreográfico “La Valse” una suerte de homenaje a Johann Strauss, donde se insinúa el nacimiento del vals, desde su germen, hasta culminar en su apoteosis.
La obra es tan sutil como ampulosa, transita por esos estados al ritmo envolvente del vals, y es precisamente eso lo que creemos faltó en la segunda función del día sábado, sutileza, pues fue tal vez demasiado concreta y bastante estricta en tempo, sin aquellas ambigüedades de pulso que la caracterizan, hasta, extrañamente se produjeron algunos desfases en la orquesta; no obstante la fuerza impresa por Izquierdo, cautivó a los asistentes, que la aclamaron.
Luego asistimos al punto más logrado de la noche, nos referimos a la Serenata para Tenor, Corno y Cuerdas de Benjamin Britten, en una versión que calificamos soberbia, en ella participaron el tenor Rodrigo del Pozo, el cornista Matías Piñeira y las cuerdas sinfónicas.
La versión capturó absolutamente al público, que en un silencio casi religioso, siguió cada una de sus ocho partes; desde el ingreso del corno sin válvulas, en un desgarrado y expresivo llamado, que introduce luego a la primera intervención del tenor, acompañado ahora por el corno con válvulas y las cuerdas.
Del Pozo, que se caracteriza por su calidad de intérprete, asumió en forma estupenda cada una de sus partes, incluso las secciones a capella, cuyos textos pertenecen a los poetas Keats, Blake y Tennyson, otorgándole un carácter diferente a cada canción; sorprende el volumen que ha desarrollado, solo escaso en el registro medio grave, pero su autoridad como intérprete, suple ampliamente este factor.
Piñeira, fue una excelente contraparte, en una obra de gran exigencia técnica, su gran manejo dinámico, convirtió sus intervenciones en diálogos de gran musicalidad con el tenor.
Izquierdo logró un desarrollo unitario, conservando los equilibrios entre los solistas, consiguiendo resultados de enorme belleza en las cuerdas.
El sobrecogedor final con el corno desde lejos, atrás en la platea baja, conmovió a cada uno de los asistentes, que ovacionaron sin reservas esta verdadera joya.
Luego la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel, cantó la Misa de Igor Stravinsky, acompañada de un grupo de vientos de la sinfónica, obra que no se inscribe ni en la tradición ortodoxa, ni en la latina, y que tampoco asume una conexión música texto; en verdad pensamos que se trata de una obra bastante cerebral, y de muy austera expresividad.
La abigarrada escritura melódica, generalmente en tesitura baja, afectó el volumen de los estupendos cantantes, pues en pasajes casi no se escucharon, la profesional preparación fue evidente particularmente en las secciones a capella.
Creemos que esta obra ha perdido la vigencia que tuvo hace algunas décadas, y a pesar de la cuidadosa versión, esta no impresionó demasiado a los asistentes.
Para finalizar, la orquesta en pleno interpretó el celebérrimo “Bolero”, la otra obra de Ravel incluida en el concierto.
Salvo el accidente de la flauta en la primera exposición del tema, y evidenciar las diferencias en musicalidad de algunos solistas instrumentales, la versión, que pudo iniciarse con un pianissimo más extremo, cautivó con su enorme hipnotismo, al que es prácticamente imposible sustraerse, el famoso crescendo que culmina en el apoteósico fortissimo, hizo saltar de entusiasmo al público, que obligó a la repetición de la sección final.
Un gran concierto, que mostró el gran nivel sinfónico, y el enorme atractivo que provoca la presencia de Juan Pablo Izquierdo, dirigiendo ahora a la Sinfónica.
Gilberto Ponce. (CCA)