ROMEO Y JULIETA INTERNACIONAL.
Romeo y Julieta, la hermosa ópera de Charles Gounod, que no se presentaba en Chile desde el año 2000, volvió al escenario del Teatro Municipal en una producción de Jean-Louis Pichon en la dirección de escena (règie) y Frédéric Pineau en escenografía y vestuario, mientras que la iluminación fue de Michel Theuil y las coreografías de Edymar Acevedo.
foto Patricio Melo
Estamos frente a una producción hermosa, de la que solo se podría objetar un vestuario demasiado plano en contrastes de color, y algunos desafortunados cortes, como la escena en que Julieta es encontrada por su padre, el príncipe Paris y cortesanos, luego de haber bebido la pócima, para aparentar su muerte; si bien también sufrieron cortes algunas de las danzas, estas no alteran mayormente el desarrollo dramático.
En vestuario en tonos rojos de los Capuleto, disimulan demasiado a buena parte de los personajes, tal como ocurre con los grises de los Montesco, por ello resulta difícil a veces identificarlos; pero sin duda la peor solución la encontramos en la vestimenta del Duque de Verona, sin dignidad alguna y al borde de lo risible, con una pluma de dudoso gusto en el sombrero y vestido a la usanza Capuleto.
La règie de Jean Louis Pichon es eficaz manejando el sobrio espacio escenográfico, tanto con los protagonistas, como con en el coro, figurantes y bailarines; particular es su éxito en las reyertas, y en la escena del baile en casa de Julieta.
Frédéric Pineau, acierta plenamente con la escenografía, siendo su soporte una plataforma inclinada y en sobre piso, sirviendo tanto como sarcófago, cama, y epicentro de diferentes acciones, este elemento se encuentra rodeado de muros que se abren o cierran, provocando las diversas ambientaciones; alabamos la sutileza de la escena del balcón, en la que Julieta desciende casi inadvertidamente entre ramas, para encontrarse con su amado.
Sin duda alguna, el logro escenográfico está íntimamente ligado a la certera iluminación de Michel Theuil, sugerente, muy directa en la creación de los ambientes, y por supuesto, muy hermosa.
Generalmente las coreografías en las óperas, son un relleno que no siempre resulta de buen gusto, pues bien, todo lo contrario ocurre en esta ocasión con la creada por Edymar Acevedo, ajustada a los espacios dictados por la règie, de gran naturalidad e incorporada plenamente a la acción, para el éxito contó con un estupendo grupo de bailarines.
El Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornick, espléndido en lo vocal, y una vez más fundamental en los aspectos teatrales.
La dirección musical fue Ives Abel, la encontramos muy acertada en estilo, consiguiendo un bello sonido de la orquesta, el que fue casi invariablemente discreto, destacando solo algunas pequeñas frases; pero lo anterior que en sí es un valor, le restó a nuestro parecer, más protagonismo instrumental, perdiéndose algunas de las muchas sutilezas complementarias al canto, que plantea Gounod.
Romeo fue encarnado por el tenor Teodor Ilincai, dueño de una hermosa y poderosa voz, de gran facilidad en los agudos, muy dúctil enfrentando los forte y piano; su apostura física es aliada para entregar un convincente personaje, al que solo le falta mayor naturalidad en algunos desplazamientos, factor que no impidió que fuera uno de los grandes triunfadores.
Eri Nakamura que dio vida a Julieta, ella es poseedora de una hermosa voz de soprano que maneja con naturalidad en toda la tesitura, sus coloraturas son en extremo fáciles, y si agregamos su expresividad de canto y prestancia como actriz, no extrañó que fuera premiada con ovaciones por el público, tanto en sus arias como en los dúos con Romeo.
El Fray Lorenzo de Homero Pérez-Miranda fue cantado con convicción, y muy bien actuado, solo sus notas graves le presentaron alguna dificultad.
Una revelación fue Gaëlle Arquez, quien fue Stéphano, debido a su bellísima y poderosa voz de mezzosoprano, que complementa con estupenda actuación; creemos que se trata de una figura, que merecería ser escuchada en otros roles.
Marc Canturri, estupendo en voz y convincente en actuación, asumiendo el rol de Mercutio; muy bien Sergio Járlaz como Benvolio, mientras que Evelyn Ramírez fue una gran Gertrudis.
El resto Luis Olivares, Felipe Ulloa, Cristián Moya, Arturo Jiménez y Cristián Lorca aportaron su reconocido profesionalismo.
En resumen, estamos frente a una producción, en que los valores superan con largueza las debilidades, por lo que sin duda se convertirá en un gran éxito.
Gilberto Ponce. (CCA)