PETER JABLONSKI EN LOS GRANDES PIANISTAS.
De enorme interés, por lo versátil y desafiante, fue el programa ofrecido por Peter Jablonski, el pianista sueco, que se presentó en el ciclo “Grandes Pianistas” del Teatro Municipal.
En el abarcó un repertorio desde Haydn hasta Copland, pasando por Grieg y Liszt, obras que permitieron conocer su enorme virtuosismo y musicalidad.
Hablar de su deslumbrante técnica, es inoficioso, por ello solo nos enfocaremos en la interpretación de las obras, algunas de las cuales provocaron verdadera euforia.
El clasicismo tardío de Franz Joseph Haydn, reflejado en su “Sonata N° 56, Hob. XVI: 42” presenta grandes dificultad de interpretación, debido a los mundos tan diferentes, de sus dos movimientos, el primero “Andante con espressione”, que es casi un tema con variaciones, pudiendo sonar a primera vista como fragmentado, y es este factor el que debe salvar el intérprete, para otorgarle unidad; aquí radicó el primero de sus logros, Jablonski creó un todo armónico, avanzando a través de cada una de estas “variaciones” en una progresión de extraordinaria musicalidad; el segundo “Vivace assai” lo enfrentó con una mezcla entre gracia, virtuosismo y transparencia.
La “Balada en Sol menor, Op. 24” de Edvard Grieg, que siguió el programa, la enfocó con lirismo íntimo, derrochando romanticismo en los mundos diferentes, de cada una de sus partes, en los que contrastó peso sonoro.
Notable fue la progresión en la sección final, no obstante lo anterior, creemos que esta obra no fue tan lograda como el resto, incluso se deslizaron algunas pequeñas imperfecciones en digitación.
En la segunda parte de su presentación deslumbró a los asistentes, con un derroche técnico y una interpretación abrumadora en lo expresiva.
En la “Balada N° 2 en Si menor” y en las “Rapsodias húngaras 3 y 5” –y no exageramos- Jablonski, fue capaz de lograr en el piano, sonoridades de carácter sinfónico, sin que ello implicara golpear el piano, todo lo contrario, el peso musical que impone es del tal calibre, que pareciera hacer aflorar sonidos nuevos al instrumento.
En estas tres obras, ofreció una digitación impecable, extrajo del teclado formidables contrastes, desde lo más sutil, hasta voluptuosidad sonora.
En la Rapsodias, incorporó a lo anterior, aquellos elementos de carácter folclóricos que estas poseen, transformándolos en brillo sonoro.
Aún quedaba por escuchar, la estupenda transcripción para piano, que Leonard Bernstein realizara para “El Salón México” de Aaron Copland, en esta obra Peter Jablonski incursionó con maestría en los elementos populares que el autor expone; con el agregado de jugar con toda clase de ritmos contrastantes.
La obra la llevó desde lo melifluo a lo concreto, triunfando en todos los desafíos planteados; como era de esperar, el público estalló en las más grandes ovaciones, obligándole a entregar nada menos que tres “encores”, un perfecto Debussy, una sutil e íntima versión de la “Mazurca” n° 49 en la menor de Chopin y otra obra de carácter popular cercana al jazz.
Una visita que no se olvidará fácilmente.
Gilberto Ponce. (CCA)