JUAN PABLO IZQUIERDO DIRIGE A LA ORQUESTA DE CÁMARA DE CHILE.
Un concierto de lujo, fue el ofrecido por la Orquesta de Cámara de Chile, en la Parroquia Santa Elena de Las Condes, en el marco de la XVII Temporada de Conciertos de la Corporación Cultural de Las Condes.
El excelente estado musical en que se encuentra la orquesta, quedó de manifiesto en cada una de las obras, dos de Ludwig van Beethoven que abrieron y cerraron la velada, así como en la de Maurice Ravel.
Juan Pablo Izquierdo, su director, contó además de la exitosa gira a Argentina y Uruguay, en la que cosecharon grandes triunfos, incluida una presentación en el famoso Teatro Colón de Buenos Aires.
Ante un público que repletaba la iglesia, La Obertura de Beethoven, “Las Creaturas de Prometeo” abrió la presentación, Izquierdo manejó diestramente balances, fraseos y progresiones, logrando un hermoso y sólido sonido, para una vibrante versión que encendió de entusiasmo a los presentes, que aplaudieron fervorosamente la interpretación.
Luego el “maestro” chileno del arpa, Manuel Jiménez, fue el solista de “Introducción y Allegro, para Arpa, Flauta, Clarinete y Cuerdas” de M. Ravel; el mundo impresionista, plagado de sugerencias, fue muy bien logrado por Izquierdo, permitiendo que los diálogos con Jiménez fluyeran fina y expresivamente.
El discurso a veces melifluo en lo rítmico, fue espléndidamente logrado por los intérpretes, quedando en evidencia la maestría del más alto nivel de Jiménez, mientras la orquesta, consiguió ampliamente estilo.
Las estruendosas ovaciones, hicieron que el ilustre solista ofreciera un encore de extremo virtuosismo, interpretado con gran musicalidad.
Finalizaron con magnífica versión de la “Sinfonía N° 3 en Mi bemol mayor” llamada Heroica de Beethoven.
En ella Izquierdo, no busco efectismos, solo expresividad en pos del estilo más preciso; no deja de sorprender el sonido que logra con esta orquesta de cámara, nunca sobre tocando para obtener peso sonoro, para ello le basta con la musicalidad y profesionalismo de sus músicos.
Izquierdo logra una síntesis clásico-romántica, podrá llevar un tempo, que podríamos calificar de clásico, pero su espíritu es romántico, allí radica una de las claves del éxito conseguido.
Cada una de las familias sale a luz en el momento y con la musicalidad precisa, balances y fraseos son de una sorprendente claridad; en lo referido al sonido merecen especial mención los cornos, por su calidez y homogeneidad.
Luego de un brillante primer movimiento, llega la famosa “Marcha fúnebre” en este caso, cantábile y dolida, destacaremos la musicalidad del oboe, tanto como el expresivo crescendo de las trompetas; la parte “fugada” fue emotivamente expresiva, logrando intencionalidades y acentos que acentuaban el carácter.
No podemos dejar de destacar, el trabajo del timbal, convertido casi en un instrumento melódico más.
Del “Scherzo” llamó la atención el “pianísimo” del inicio, perfecto en sus figuras, luego los estupendos contrastes; el “trío” que en muchas ocasiones escandaliza por el trabajo de los cornos, en esta oportunidad, su trabajo fue brillante.
El “Allegro“final, no fue tomado muy rápido, para buscar espectacularidad, aquí importó lo musical, lo expresivo, resaltar diálogos y fraseos, con crescendo y diminuendo perfectos y en el espíritu.
Una versión impecable, para una de las obras más hermosas de Beethoven, que encontró en la Orquesta de Cámara de Chile y en Juan Pablo Izquierdo, soberbios intérpretes.
Gilberto Ponce (CCA)